Javier Pradera dentro del PCE, una intensa y ef¨ªmera estad¨ªa
La vida org¨¢nica de Javier Pradera, como de manera eufem¨ªstica se llamaba a la militancia dentro del Partido Comunista de Espa?a (PCE), se caracteriz¨® por una cierta singularidad. Cada militante sol¨ªa aportar una suerte de dote cuando se integraba en la organizaci¨®n: unos, su trabajo organizativo; otros, su entusiasmo revolucionario; otros m¨¢s su disciplina y unos pocos, su capacidad de an¨¢lisis. Junto con su condici¨®n de teniente auditor militar, esta ¨²ltima fue su principal aportaci¨®n, derivada de su extensa cultura y unida, se?aladamente, a las relaciones que por sus v¨ªnculos familiares manten¨ªa con personalidades del r¨¦gimen o diletantes del mismo, como lo fue Dionisio Ridruejo, al que le un¨ªa sincera amistad y profunda admiraci¨®n intelectual y literaria.
La entrada del joven teniente jur¨ªdico en el PCE le fue dada por Julio Diamante, cineasta, que cuenta hoy con 80 a?os. "La idea de adentrarle en el Partido fue m¨ªa, no recib¨ª instrucciones de nadie. Sab¨ªa que era un hombre valioso, muy prudente, inteligente y culto, adem¨¢s de buena persona y con sentido del humor", se?ala. "Fui yo quien le present¨® a Jorge Sempr¨²n, miembro del Bur¨® Pol¨ªtico del PCE: era el verano de 1955 y los tres nos reunimos en una terraza que hab¨ªa en la Castellana, frente al arranque de la calle de Goya".
Diamante se refiere muy probablemente a la cafeter¨ªa Toronto, que as¨ª se llamaba la terraza all¨ª enclavada entonces. Y prosigue: "El caso es que Jorge y Javier se cayeron mutuamente muy bien y naci¨® entre ellos una amistad de muchos a?os". Las reuniones de Pradera con dirigentes del partido se celebraban en lugares p¨²blicos o bien en la casa del propio Julio Diamante, en la calle de Castell¨®, 46. De Enrique M¨²jica, del que fue muy amigo, le preocupaba su extraversi¨®n y su facundia, ya que la prudencia obligaba a Pradera, entonces militar, a mantener una discreci¨®n plena sobre su militancia pol¨ªtica, que la desbordante actividad de M¨²gica pod¨ªa comprometer atrayendo hacia su entorno la atenci¨®n de la Brigada Pol¨ªtico Social, la polic¨ªa pol¨ªtica del franquismo o en su caso, al servicio de informaci¨®n del Ej¨¦rcito. "Sin embargo", precisa Diamante, "creo que Enrique se hallaba entonces cumpliendo el servicio militar en el Pa¨ªs Vasco y ¨¦l y Javier se vieron poco". El cineasta afirma que un a?o despu¨¦s de la entrada de Pradera en el PCE, los acontecimientos universitarios en la Complutense, en 1956, llevaron a la detenci¨®n de ambos. "Javier cumpli¨® arresto de unos cuatro meses, seg¨²n creo, en un penal militar de la zona de Alcal¨¢ de Henares".
Otro de los lugares en los que los dirigentes y cuadros comunistas se reun¨ªan era en el barrio de Arg¨¹elles, en la casa de Domingo Domingu¨ªn. Pertenec¨ªa a la renombrada saga taurina, con quien Pradera mantuvo una estrecha amistad. En una ocasi¨®n, su hermano Luis Miguel Domingu¨ªn, afamado torero, fue invitado por Franco a una recepci¨®n oficial. El dictador se acerc¨® al toreo y le espet¨®: "?Luis Miguel: de sus hermanos, cu¨¢l es el comunista?" Y Luis Miguel le respondi¨® con aplomo: "Los tres Excelencia".
En la casa de Domingo, de zagu¨¢n retranqueado, situada en la madrile?a calle de Ferraz, 12, se celebraron muchas reuniones de la direcci¨®n clandestina del PCE en el interior: en numerosas ocasiones, los comunistas, para acceder al sal¨®n donde se iban a reunir, deb¨ªan cruzar entre banderilleros, picadores y gentes del toro vinculadas a los Domingu¨ªn, all¨ª congregadas. Por cierto, cuenta Armando L¨®pez Salinas, responsable durante d¨¦cadas del ¨¢rea de Cultura del PCE y de las relaciones con los intelectuales, que cuando Javier Pradera comenz¨® a distanciarse de las posiciones oficiales del PCE en los or¨ªgenes de la disidencia que Fernando Claud¨ªn encabezaba junto con Jorge Sempr¨²n, Domingu¨ªn, que se manten¨ªa adscrito a la direcci¨®n oficial, preguntaba a Pradera: "?Hablo tal vez con el renegado Kautsky?" en referencia al dirigente criticado por Lenin como arquetipo del desviacionista de derecha. Pradera, por su parte, le respond¨ªa: "?Es Usted tal vez la fiera leninista?".
La amplia red de relaciones pol¨ªticas, familiares y culturales de Pradera fue puesta al servicio del PCE en aquellos a?os que dur¨® su militancia, entre 1955 y 1964, periodo en el que aproximadamente se mantuvo su adscripci¨®n org¨¢nica. Fue precisamente el discurso pol¨ªtico de Fernando Claud¨ªn, enfrentado al de Santiago Carrillo, el que llev¨® a Pradera a distanciarse del PCE. "No fue expulsado", precisa L¨®pez Salinas, "se trat¨® m¨¢s bien de una irradiaci¨®n", t¨¦rmino que asocia a la separaci¨®n del partido sin militancia. Seg¨²n el veterano responsable de los intelectuales del PCE, "Pradera compart¨ªa las tesis de Claud¨ªn seg¨²n las cuales, era necesario disolver las siglas del PCE e integrar sus fuerzas en un movimiento amplio, a imitaci¨®n de lo que entonces se barajaba en el partido comunista griego".
Por su parte, Julio Diamante, se?ala que "el distanciamiento de Pradera del PCE se produjo "sin el desgarramiento que adquiri¨® entre Claud¨ªn, Sempr¨²n y el partido, en su caso, fue algo mucho m¨¢s discreto". Si bien Pradera, subraya L¨®pez Salinas, no perteneci¨® ni al Ejecutivo ni al Comit¨¦ Central del PCE, se relacion¨® sin embargo con dirigentes clandestinos de la m¨¢xima importancia pol¨ªtica, como Francisco Romero Mar¨ªn, El Tanque, ex coronel del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico durante la Segunda Guerra Mundial y responsable del aparato clandestino comunista en el interior de Espa?a, con quien Pradera mantuvo una actitud extraordinariamente respetuosa y a quien Sempr¨²n dedic¨®, al morir Romero, escritos muy elogiosos.
A?os despu¨¦s, cuando Javier Pradera se encontraba con alg¨²n amigo militante del Partido Comunista, haciendo gala de su sarcasmo, sol¨ªa ponerle las manos sobre los hombros, le miraba a los ojos y a modo de confesor le espetaba: "?Qu¨¦ tal por la Santa Madre Iglesia?". Muchos a?os despu¨¦s de su salida del PCE, cuentan que en una cena a la que asist¨ªan Javier Pradera y Jos¨¦ Bergam¨ªn, intelectual cristiano y comunista, que viv¨ªa a la saz¨®n en el Pa¨ªs Vasco donde mostr¨® afinidad con Herri Batasuna, ambos discutieron pol¨ªticamente y acabaron algo enojados. Al concluir la cena, tomaron un taxi conjuntamente y Javier descendi¨® primero frente al portal de su casa. Desde la ventanilla del taxi, Bergam¨ªn le espet¨®: "?Sabes una cosa, Javier? ?Viva Euskadi Askatuta!" Pradera se volvi¨® y le respondi¨®: "?Sabes otra cosa t¨²? ?Viva la fiel Infanter¨ªa!".
Babelia
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