Las obsesiones de un polemista
De la guerra de Irak a la izquierda, repasamos algunos de los temas centrales en la vida del fallecido escritor Christopher Hitchens
Una vez quiso experimentar en su piel el waterboarding (una forma de tortura que simula el ahogamiento), pero no fue esa la ¨²nica obsesi¨®n peculiar del escritor Christopher Hitchens (1949), fallecido hoy con 62 a?os. Periodista, fil¨®sofo, humanista y (muy) polemista, hab¨ªa varios hilos conductores que caracterizaban la existencia de Hitchens. Aqu¨ª va una selecci¨®n de seis asuntos que obsesionaron al narrador brit¨¢nico.
1) La guerra de Irak. Desde el principio, e incluso cuando se produjo el fiasco de las armas de destrucci¨®n masiva, Hitch apoy¨® la estrategia del gobierno Bush. Su teor¨ªa, que abundaba en el hecho de que el pa¨ªs estar¨ªa mejor sin Sadam, se confirm¨® solo a medias. La izquierda estadounidense en pleno le repudi¨® por ello y Noam Chomsky se convirti¨® en un enemigo (aunque Chomsky sali¨® bastante m¨¢s perjudicado que el brit¨¢nico). La aventura le granje¨® extra?os compa?eros de viaje entre los neocons americanos. Le durar¨ªan poco: Hitchens se dedico despu¨¦s a destruir a Bush en incontables art¨ªculos.
2) El ateismo. Cuando era inevitable que el c¨¢ncer le ganara la batalla al escritor alguien le pregunt¨® si empezaba a creerse la existencia de Dios, aunque fuera solo para contrarrestar el hecho de que cuando dejara de existir no habr¨ªa nada. Hitchens contest¨® que estaba enfermo pero no loco. Su biblia de los ateos, Dios no es bueno (publicado por Debate) incide en su odio por la religi¨®n, que adquiri¨® la velocidad de un cohete cuando una fatwa conden¨® a su amigo Salman Rushdie. Ni el Dalai Lama, ni Ghandi, ni por supuesto el Islam (que ¨¦l consideraba puramente fascismo) se libraron de sus pullas.
3) La Madre Teresa de Calcuta. A tal punto lleg¨® la guerra que el polemista declar¨® a la religiosa que el propio Vaticano le hizo llamar para saber su opini¨®n en el proceso de beatificaci¨®n de ¨¦sta. Su libro sobre ella, La postura del misionero (in¨¦dito en Espa?a) es una aut¨¦ntica bomba de relojer¨ªa donde destapa las relaciones de la madre Teresa con millonarios ultraderechistas, su filosof¨ªa del sufrimiento y su hu¨ªda a Estados Unidos para tratarse de su enfermedad en una prestigiosa cl¨ªnica privada. Adem¨¢s recuerda que cuando le dieron el N¨®bel de la Paz la religiosa argumento que "el mayor problema para la paz es el aborto".
4) Henry Kissinger. El antiguo secretario de estado (que en un -particularmente- delirante momento de la historia recibi¨® el Nobel de la Paz) es reducido a cenizas por Hitchens en Juicio a Kissinger, un libro que como ¨¦l mismo escritor declara "s¨®lo pretende llevar a Kissinger a la c¨¢rcel". En el mismo se detalla el papel del pol¨ªtico en la guerra sucia que convirti¨® Am¨¦rica del Sur en una alcantarilla all¨¢ por los '70 y '80 y la retorcida personalidad de ¨¦ste a la hora de tomar decisiones.
5) El alcohol. "No ha habido nada que hubiera valido la pena cambiar por esa segunda botella" declaraba recientemente Hitchens a cuenta de si hab¨ªa valido la pena todas esas noches sin dormir y todo el alcohol que se hab¨ªa metido en el cuerpo. El escritor, un bebedor profesional, siempre asoci¨® el whiskey y el buen vino a su capacidad para escribir (no sin poco cachondeo por su parte) y sigui¨® gozando de su compa?¨ªa hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Hasta en sus memorias habla de ello con la sorna que le caracteriza para sentenciar que "ahora ya no miro la hora antes de tomar una copa".
6) La izquierda. Para Hitchens, que hab¨ªa pertenecido a la Internacional Socialista y se autodefin¨ªa como "trotskista" el pobre papel de la izquierda en su Gran Breta?a natal y en Europa en general era motivo de frustraci¨®n. Para ¨¦l, anatema de los te¨®ricos que nunca pasaban a la pr¨¢ctica, la inmovilidad de los pensadores y militantes llevaba a la derecha a todas partes. Su -impecable- discurso ante el Partido Laborista a favor de la guerra de Irak en sus propias narices (el Congreso del Partido, al que ya nunca m¨¢s fue invitado) y su marcha a los Estados Unidos a principios de los a?os '80 convirtieron a Hitchens en un tipo temido. En Am¨¦rica el escritor se dedic¨® a poner a parir a Michael Moore (al que no pod¨ªa ver ni en pintura) y a enfrentarse con religiosos, conservadores, liberales, abogados, pol¨ªticos, escritores, cineastas y en general con todo el mundo.
Babelia
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