Don Pelayo contra la cultura
Un nuevo y miserable alea jacta est se ha consumado en Asturias, donde un pol¨ªtico que atiende al nombre de Francisco ?lvarez Cascos sigue adelante, mano de hierro, impasible el adem¨¢n, en la creencia de que con ¨¦l en la poltrona se consuma la resurrecci¨®n de Don Pelayo. Solo que, en este caso, los malvados sarracenos no son otros que las gentes de la cultura, que como es sabido, son sospechosas por antonomasia, sospechosas de rojer¨ªo y modernidad, y para eso est¨¢ el Foro, para pasarse por el forro cualquier atisbo de lo primero y de lo segundo. As¨ª de generosa y de fastidiosa a veces es la democracia, que catapulta a la poltrona a personajes cuya gesti¨®n de algunos temas, b¨¢sicamente los que tienen que ver con las artes, se parecen demasiado a la quema de Roma por Ner¨®n. En otras palabras: o yo o nada.
Quemados est¨¢n muchos aficionados al cine tras conocer la noticia: Jos¨¦ Luis Cienfuegos, que llevaba desde 1995 al frente del Festival Internacional de Cine de Gij¨®n, ha sido destituido de su cargo. El Festival de Gij¨®n no solo era una cita anual -all¨¢ por cada noviembre- del mejor cine independiente estadounidense, ese que no necesariamente va a ver usted en las salas comerciales durante el a?o, pero s¨ª ese al que -gustos y afinidades aparte- se le exige un marchamo de calidad imprescindible para poder estar en el Jovellanos, o en los cines Centro, o tom¨¢ndose unas sidras en Cimadevilla o un celestial pix¨ªn en la sidrer¨ªa El globo. Gij¨®n fue, sencillamente, el festival que pari¨®, a ojos del espectador espa?ol, a cineastas de la talla de Tom Di Cillo, Larry Clark o Todd Solondz... un verdadero Sundance a la espa?ola, y con ambiente festivalero y nocturno, adem¨¢s, una cosa impagable y ya casi ut¨®pica en estos tiempos, vamos. Pero tambi¨¦n era la meca del cine europeo menos acomodado al convencionalismo, el lugar por el que una vez pas¨® el cicl¨®n llamado Guillaume D¨¦pardieu (s¨ª, s¨ª, el hijo del gran Depardieu), aquel chico problem¨¢tico y aquel brillante actor que una noche, en Gij¨®n, destroz¨® su habitaci¨®n de hotel y fue expulsado por la organizaci¨®n del festival... dos d¨ªas antes de que el propio festival le diera el premio al mejor int¨¦rprete masculino. Un lugar, el Festival de Gij¨®n, vivo y efervescente, por donde pas¨® este mismo a?o Declaraci¨®n de guerra, la soberbia y estremecedora historia dirigida por Val¨¦rie Donzelli, que representar¨¢ a Francia en los Oscar.
Y esas presencias atend¨ªan a un trabajo bien hecho, un trabajo tan dif¨ªcil y ya tan impensable en tiempos donde los criterios son muy otros, consistente en algo as¨ª como "me cojo el coche, me hago 2.000 kil¨®metros, me veo 20 pelis en cuatro d¨ªas y me vuelvo con lo mejor para casa". Eso es lo que hac¨ªa Jos¨¦ Luis Cienfuegos (en Cannes, en San Sebasti¨¢n, en Berl¨ªn o en Venecia, con pocos medios y mucho entusiasmo) al frente de un festival que una gran parte de la gente que disfruta o trabaja del cine consideraba mod¨¦lico en cuanto a gesti¨®n, ambiente, programaci¨®n y filosof¨ªa. Ahora, ya lo ver¨¢n, y si no al tiempo, los nuevos responsables potenciar¨¢n el cine "m¨¢s de aqu¨ª, m¨¢s nuestro". Todo en el a?o en que el festival cumplir¨¢ la 50? edici¨®n. El nuevo hombre fuerte del festival se llama Nacho Carballo. Dirigi¨® un cortometraje y fue ayudante del ayudante de direcci¨®n de Garci.
Todo esto es ni m¨¢s ni menos lo que, despu¨¦s de aplastar la c¨²pula blanca del Centro Niemeyer y sostener que ni Jessica Lange, ni Kevin Spacey, ni Woody Allen, ni Wole Soyinka, ni Amaral, ni Carlos Saura eran "cultura", o de anunciar sotto voce la muerte lenta de la Semana Negra de Gij¨®n, acaba de cargarse el tal Francisco Don Pelayo ?lvarez Cascos. Si es que ya lo dec¨ªa Goebbels, y creo que algo parecido solt¨® el gentleman Mill¨¢n Astray: "Es o¨ªr la palabra cultura y echar mano de mi pistola".
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