La luz incierta de los or¨ªgenes
El escritor Enrique Vila-Matas se adentra en el singular universo literario de Patrick Modiano con motivo de la reaparici¨®n en las librer¨ªas espa?olas de la 'Trilog¨ªa de la Ocupaci¨®n'
Entonces, en aquellos d¨ªas de 1968, cuando Modiano public¨® su primera novela, Par¨ªs era un pueblo; lo era al menos su restringida sociedad literaria. Como dec¨ªa Cocteau, Par¨ªs solo eran seiscientas personas.
Toda la ribera izquierda del Sena era de una tranquilidad aldeana, y solo ocurr¨ªan cosas cerca de la plaza Blanche de Pigalle, pero aquel barrio quedaba lejos. En medio de la calma chicha de la ribera son¨¢mbula, un buen d¨ªa se descolg¨® Modiano con aquel sorprendente primer libro, El lugar de la estrella (La Place de l'Etoile), una novela sobre los d¨ªas de la ocupaci¨®n.
El libro reaparece estos d¨ªas entre nosotros. De entre el barullo de las novedades de enero destaca poderosamente Trilog¨ªa de la Ocupaci¨®n (Anagrama), volumen que, en traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia, recoge las tres primeras novelas de Modiano: El lugar de la estrella, La ronda nocturna, Los paseos de circunvalaci¨®n.
Su autor debut¨® en aquellos d¨ªas con la naturalidad del que ha sido invitado a un caf¨¦ en el bar de su pueblo. Sin embargo, no pudo evitar que le miraran con extra?eza. ?Por qu¨¦, sin haberlos vivido, hablaba de los a?os turbios del colaboracionismo, de la niebla de aquellos d¨ªas en que hasta los traidores eran falsos y solo la muerte era verdadera?
Todo sucede en el pasado, aunque a veces es un ayer parecido al presente
Entonces Modiano a¨²n no pod¨ªa saber que, encima, con sus siguientes libros, La ronda nocturna y Los paseos de circunvalaci¨®n, insistir¨ªa en el mismo tenebroso decorado. A?os despu¨¦s, le aclarar¨ªa a Dominique Montaudon: "No es la ocupaci¨®n hist¨®rica la que describo en mis tres primeras novelas, es la luz incierta de mis or¨ªgenes. Ese ambiente donde todo se derrumba, donde todo vacila...".
Aquel d¨ªa, a la salida del bar del pueblo, recuerda haberse encontrado con Raymond Queneau, que, tal vez porque le sab¨ªa inepto en matem¨¢ticas, se dedic¨® a darle severos consejos de geometr¨ªa espacial.
Hoy se sabe que, ya desde su m¨¢s temprano paseo solitario por la ciudad, Modiano qued¨® impresionado para siempre por Par¨ªs. Toda su obra en realidad es la obra de un desesperado que no puede vivir sin Par¨ªs. Un hombre preso de un amor brutal, completamente loco, por la ciudad, por los barrios que de joven vio que rodeaban enigm¨¢ticamente a la aldea de 600 personas. Hoy la aldea es su singular obra literaria y circulan por ella 600 personajes. "No se trata de nostalgia, cr¨¦anme, es un Par¨ªs intemporal. Para m¨ª Par¨ªs ha sido siempre algo interior", dijo hace poco paseando cerca de la plaza Blanche, donde anta?o suced¨ªan las cosas.
En el mundo de Modiano todo siempre sucede en el pasado, aunque a veces se trata de un ayer muy parecido al presente (dec¨ªa no hace mucho que los pol¨ªticos franceses actuales parecen de otra especie, incultos, muy funcionariales: "Todo esto que pasa ahora me recuerda a Vichy").
Ha trabajado duro toda su vida, con el estilo de un investigador privado
En el pasado, en los d¨ªas de su extrema juventud, le hab¨ªa acompa?ado en sus paseos Emmanuel Berl, un tipo afable y muy inteligente que le inyect¨® confianza en s¨ª mismo y fue el m¨¢ximo art¨ªfice de que se convirtiera en narrador de ficciones; un tipo, por lo dem¨¢s, raro, siempre especialmente orgulloso de que Proust un d¨ªa le hubiera arrojado sus pantuflas a la cara.
Aquel d¨ªa, mientras caminaban, el sabio Queneau le habl¨® a Modiano de un largo paseo que hab¨ªa dado con Boris Vian hasta un callej¨®n sin salida que casi nadie conoc¨ªa, en lo m¨¢s rec¨®ndito del distrito XIII, entre el muelle de la Gare y las v¨ªas de Austerlitz: la calle de La Croix-Jarry. Queneau le aconsej¨® al joven Modiano que fuera un d¨ªa a ver ese callej¨®n. Y despu¨¦s le habl¨® de Francis Scott Fitzgerald, el genio que en su momento hab¨ªa demostrado con El gran Gatsby que era compatible ser extremadamente joven y escribir una gran novela. Modiano precisamente le hab¨ªa citado en las primeras p¨¢ginas de El lugar de la estrella: "Scott Fitzgerald describi¨® mejor de lo que sabr¨ªa hacerlo yo estos parties en que son demasiado suaves los crep¨²sculos y tienen demasiada viveza las carcajadas y el resplandor de las luces para que presagien nada bueno...".
Jos¨¦ Carlos Llop, en su brillante pr¨®logo a Trilog¨ªa de la Ocupaci¨®n, comenta la presencia del mito Fitzgerald en la fundaci¨®n del territorio Modiano: "Una obertura fulgurante: como si Scott Fitzgerald y Dostoievski salieran juntos de correr¨ªa nocturna y en vez de bares hubieran visitado varios c¨ªrculos del infierno con un esp¨ªritu entre la frescura fitzgeraldiana y el fatalismo nihilista del ruso, mezclado con cierta atm¨®sfera a lo Simenon".
A Fitzgerald le encontramos tambi¨¦n en La ronda nocturna, en la cita que abre el libro: "?Por qu¨¦ me identifiqu¨¦ con los mism¨ªsimos objetos de mi horror y mi compasi¨®n?".
No hay mejor respuesta a esta pregunta que la cantinela modianesca. Horror y compasi¨®n cruzan por todos sus temas centrales, por el vac¨ªo, por la ausencia del padre, por el misterio de las pel¨ªculas dobladas, por el mundo de la traici¨®n, por la inercia gansteril, por la infinita extra?eza...
Cuesti¨®n de atm¨®sfera, creen algunos. Y de estilo, piensa Llop, que en el pr¨®logo escribe casi un poema para definir ese estilo con asombrosa y certera precisi¨®n: "Una respiraci¨®n lenta e hipn¨®tica, con el dring cristalino y el swing jazz¨ªstico de los felices veinte, desplazado hacia la luz negra de un fragmento de los primeros cuarenta europeos, que aporta el ingrediente delirante. Sin olvidar ni el chic morandiano, ni la cosificaci¨®n del nouveau roman, ni las listas a lo Perec, por supuesto. De esa literatura surgir¨¢ un adjetivo nuevo: modianesque, modianesco".
Me acuerdo que con Llop, pero tambi¨¦n con los de mi generaci¨®n, discut¨ªamos en otros d¨ªas sobre si leer a Modiano era de izquierdas o de derechas.
-Se?or Modiano -le asaltamos finalmente una ma?ana-, no habla usted mucho de pol¨ªtica.
-Es que es peligrosa para un escritor. La pol¨ªtica no es m¨¢s que una torpe simplificaci¨®n de las cosas. El escritor trabaja justamente de la forma opuesta; trata de mostrar lo oculto, la complejidad.
Para adentrarse en la complejidad del pasado y en la vaguedad de toda identidad, Modiano ha trabajado duro toda su vida, siempre con el estilo de un investigador privado, de un indagador constante en lo oculto y lo sombr¨ªo. Lo tenebroso en sus libros parece definirse siempre a medida que uno avanza lentamente en la lectura. Hay momentos de desaliento, como si conduj¨¦ramos un b¨®lido muy lento y sin ninguna visibilidad y sin saber si estamos al borde de un barranco o de una autopista, pero eso le da a todo un toque incierto y atractivo, como si fu¨¦ramos por el callej¨®n de La Croix-Jarry: sin salida, con angustia, pero tambi¨¦n con notable hechizo, con la m¨¢s extra?a de las fascinaciones, buscando a ver si hay iluminaci¨®n en las ventanas. ?De qu¨¦ caserones? Siempre -secreto a voces- hay una luz en el 15 del muelle de Conti.
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