Filosof¨ªa del buen gobierno
En esta comedia Calder¨®n contrapone ejemplos de mal y de buen gobierno, muestra que con humildad se llega m¨¢s tarde pero se llega mejor
En 1659, despu¨¦s de tres d¨¦cadas desangrando a sus naciones, Luis XIV y Felipe IV se precipitan a firmar la Paz de los Pirineos: para sellarla, la hija del monarca hispano se casar¨¢ con el franc¨¦s. Las negociaciones son largas: un juego de estrategas. Un mes antes de que Felipe IV salga hacia Hondarribia con un s¨¦quito fabuloso (compa?¨ªa de teatro incluida), Calder¨®n le obsequia con el montaje de una comedia nueva, En la vida todo es verdad y todo mentira, donde se muestra a otro gobernante en trance de tomar una decisi¨®n dif¨ªcil: el emperador Focas tiene que dilucidar cu¨¢l de entre dos j¨®venes que fueron criados en medio del monte es su hijo perdido, y cual es hijo del rey al que ¨¦l usurp¨® el trono.
EN LA VIDA TODO ES VERDAD Y TODO MENTIRA
Autor: Calder¨®n
Actores: Carmen del Valle, Ram¨®n Berea, Karina Garantiv¨¢, Jos¨¦ Luis Esteban.
Versi¨®n y direcci¨®n: Ernesto Caballero
Teatro Pav¨®n. Madrid. Hasta el 18 de marzo
En esta comedia repleta de citas de?La vida es sue?o, Calder¨®n contrapone ejemplos de mal y de buen gobierno, muestra que con humildad se llega m¨¢s tarde pero se llega mejor y defiende la presunci¨®n de inocencia: es preferible que un culpable quede libre a que un inocente pague culpas ajenas, nos dice. La escena donde los pr¨ªncipes Heraclio y Le¨®nido (versi¨®n bilocada de Segismundo) conocen cada uno por su lado a Cintia y Libia, recrea por partida doble el primer encuentro entre Segismundo y Rosaura: durante ese cara a cara multiplicado por dos entre la bella y el hombre natural, con una pareja en primer plano y la otra haci¨¦ndole sombra, alcanza el montaje de Ernesto Caballero uno de sus no pocos momentos felices, sostenido a pulm¨®n por el turgente recitado de Carmen del Valle y de I?aki Rikarte.
Con sentido del espect¨¢culo, Caballero? introduce un coro, coreografiado por Mar Navarro, que aviva la acci¨®n, amplifica pasajes del texto (a¨²n a riesgo de distraer) y recrea felizmente la batalla del ¨²ltimo acto. Como todas cuantas comedias Calder¨®n escribiera para palacio, esta da pie a que un director imaginativo se explaye, especialmente durante el pasaje donde los dos pr¨ªncipes, ignorantes de que lo son, amanecen provistos s¨²bitamente de los atributos de su realeza, por un encantamiento que Focas encarga al prosperiano mago Lisipo con objeto de averiguar cual de los dos gobernar¨¢ mejor. En esa larga secuencia confluyen con pleno acierto texto, concepto, puesta en escena y el vibrante trabajo interpretativo de Rikarte, Jorge Mach¨ªn, Jes¨²s Barranco y Ram¨®n Barea, un Focas de espl¨¦ndidas dicci¨®n y presencia, vestido como rey b¨¢rbaro por Curt Allen Wilmer.
En tan airoso edificio dram¨¢tico hay alguna fisura o alguna decisi¨®n mal calibrada (el papel del viejo Astolfo debiera hacerlo un actor crepuscular, que oponga el peso de su edad al formidable empuje de Barea), pero el inter¨¦s del texto redescubierto, los hallazgos de montaje y la labor de conjunto acaban imponi¨¦ndose. Corp¨®reo pero vac¨ªo, el espacio esc¨¦nico de Jos¨¦ Luis Raymond es un estupendo campo para tanto juego barroco.
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