Hombres y mujeres de impulso
El m¨ªtico sello Impulse! cumple medio siglo del mejor jazz. Fue la casa en la que John Coltrane grab¨® sus discos m¨¢s destacados
En la disfuncional familia de los sellos de jazz, Impulse!, de cuyo primer lanzamiento se acaban de cumplir 50 a?os, siempre pareci¨® ese t¨ªo enigm¨¢tico, un tanto intelectual, algo peligroso y condenadamente elegante sin esfuerzo. Con ese nombre acentuado con asombroso acierto (?no lo llamaron Pulse porque estaba en uso!), el logo virtualmente perfecto, las capetas dobles de alto gramaje y una combinaci¨®n ganadora de naranjas y negros podr¨ªa ejemplificar en el mundo de las ideas la perfecta compa?¨ªa independiente. Con una salvedad: este fue el calculado invento de un hombre de la industria, Creed Taylor, a sueldo de una discogr¨¢fica llamada ABC-Paramount y conocida por aquel entonces, inicios de los, en t¨¦rminos jazz¨ªsticos, convulsos a?os 60, por los discos de estrellas adolescentes y las melod¨ªas satinadas de Eydie Gorm¨¦, Paul Anka y ep¨ªgonos.
Taylor ide¨® a la izquierda del espectro un veh¨ªculo para dar salida a sonidos a medio camino entre la respetabilidad cool de Blue Note y la viabilidad comercial bien asimilada de la casa Verve. Para comprobar que logr¨® sus objetivos basta un vistazo a First Impulse, la caja primorosamente editada con cuatro CD con la que Universal (multinacional propietaria del cat¨¢logo) recuerda en la efem¨¦ride los servicios prestados por el productor en los dos a?os escasos en los que figur¨® al frente.
Fue tiempo suficiente para poner el sello en marcha, crear la identidad, fichar a la que ser¨ªa su gran estrella, John Coltrane, producir seis ¨¢lbumes (de Ray Charles a Quincy Jones; de Oliver Nelson a Gil Evans, adem¨¢s del inconmensurable Africa/Brass, de Trane) y partir hacia Verve tras la venta de la compa?¨ªa por su fundador, Norman Granz, a MGM. Ser¨ªa all¨ª, tres a?os despu¨¦s, donde se sacar¨ªa de la chistera el encuentro entre el jazz y la m¨²sica brasile?a con las legendarias sesiones de bossa nova del saxofonista Stan Getz con Joao Gilberto, de las que sali¨® la inmortal Chica de Ipanema. ¡°Aquella jugada me pareci¨® de lo m¨¢s normal¡±, rememoraba recientemente Taylor en una conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S, ¡°yo nunca me consider¨¦ un productor de jazz, sino un proletario de la m¨²sica popular¡±.
Aunque su reinado fue corto e intenso, Impulse! dio con la plenitud de sus potencialidades con la llegada de Bob Thiele y al abrigo de Coltrane --el m¨¢s exhaustivo ensayo sobre la discogr¨¢fica, firmado por Ashley Kahn, se titula, no por capricho, El sello que Coltrane impuls¨® (Global Rhythm)--. El saxofonista estuvo unido por contrato a la compa?¨ªa entre 1961 y 1967, a?o de su muerte, y bajo sus auspicios grab¨® una docena de discos grandiosos y, al menos, dos obras maestras indiscutibles:?A love supreme (1964) y Ascension (1965).
Aquellos fueron a?os dorados en Impulse!, en los que el sello funcion¨® como un intenso cap¨ªtulo de una buena sitcom, con sus tres tramas: el jazz tradicional (a cargo de leyendas de otra ¨¦poca como Benny Carter, Coleman Hawkins, o Pee Wee Russell); las variantes en boga de hard bop y soul jazz (Freddie Hubbard, Shirley Scott o Curtis Fuller); y las hornadas de eso que se dio en llamar free jazz (Archie Shepp, Marion Brown, Albert Ayler, Pharoah Sanders o Roswell Rudd).
En las tres categor¨ªas, Bob Thiele (con la ayuda de sospechosos habituales como el ingeniero Rudy Van Gelder; el fot¨®grafo Chuck Stewart; o el escritor LeRoi Jones) fue capaz , hasta su partida en 1968, de brindar al aficionado con discernimiento decenas de cl¨¢sicos del g¨¦nero. Hay muchos, y estos son solo unos cuantos, escogidos con urgencia entre las 330 referencias publicadas por Impulse! hasta su desaparici¨®n en 1979 (las sugerencias ser¨¢n bienvenidas en la zona de comentarios):
- Charles Mingus: The black saint and the sinner lady
- Roy Haynes: Out of the afternoon
- Yusef Lateef: Live at Pep¡¯s
- Marion Brown: Sweet Earth Flying
- Alice Coltrane: World Galaxy
- Gato Barbieri: Chapter one, Latin America
Pero acaso la contribuci¨®n m¨¢s perdurable llegase por la v¨ªa del jazz libre. Quiz¨¢ porque el sello part¨ªa con ventaja: los discos de la compa?¨ªa nacieron con un eslogan que exclamaba ¡°New wave of jazz is on Impulse!¡± (?La nueva ola del jazz est¨¢ en Impulse!), as¨ª que, dado que los cachorros del libre albedr¨ªo prefer¨ªan la etiqueta New Thing (el nuevo asunto) a la de free jazz, impuesta por la cr¨ªtica, el romance entre el sello y aquellos m¨²sicos pareci¨® irremediable.
Para cuando John Coltrane dej¨® atr¨¢s a su anterior banda (el legendario cuarteto que completaban McCoy Tyner, Elvin Jones y Jimmy Garrison) para alistar a nuevos y m¨¢s furiosos miembros (su mujer Alice, Pharoah Sanders y Rashied Ali), Taylor ya planeaba su siguiente movimiento tras Verve: crear, tras una breve estancia en A&M, su propio sello, llamado CTI (Creed Taylor Incorporated). ?Qu¨¦ opinaba entonces de la deriva que tom¨® su criatura mediada la d¨¦cada de los sesenta? ¡°Observaba con inter¨¦s toda aquella m¨²sica nueva, pero no era lo m¨ªo¡±, recordaba recientemente el productor, que a¨²n sigue en activo. ¡°De todos modos, hablar mal del trabajo del que vino despu¨¦s de uno es la forma en la que solo los est¨²pidos tratan torpemente de engrandecer sus logros¡±.
Con todo, m¨¢s que la salida de Taylor, el verdadero punto de inflexi¨®n en la historia de Impulse! fue la inesperada muerte de John Coltrane en 1967. En sus ¨²ltimos tiempos, el saxofonista hab¨ªa abandonado progresivamente las ataduras del jazz para dejarse llevar por una m¨²sica libre e inspiradora, cargada de espiritualidad. Una m¨²sica tan poderosa que arrastr¨® a toda una generaci¨®n de int¨¦rpretes que, con su desaparici¨®n, se vieron perdidos, desorientados. El sello, sin embargo, sigui¨® cobijando a muchos de ellos, al tiempo que alent¨® experimentos como el disco de un joven Charlie Haden (Liberation Music Orchestra, de 1970), en el que una formaci¨®n compuesta por una docena de improvisadores interpretaba m¨²sica revolucionaria inspirada en canciones tradicionales de la Guerra Civil, como Viva la quince brigada o Los cuatro generales.
En los setenta, el sello se debati¨® entre los mismos desesperados afanes comerciales que gobernaron el jazz (definitivamente desplazado del gusto del p¨²blico por el pop) y heroicos intentos de servir de testimonio a nuevas revoluciones est¨¦ticas, como la del loft jazz, que abander¨® el reci¨¦n fallecido Sam Rivers.
Tras su cierre a finales de los setenta, la compa?¨ªa resucit¨® en 1986. Desde entonces ha producido intermitentemente y con desiguales resultados nuevo material (Michael Brecker, Diana Krall), hasta llegar a su ¨²ltimo lanzamiento: un disco del cantante Jos¨¦ James con el pianista Jeff Neve.
Universal, su actual propietario, se ha volcado, eso s¨ª, con el cumplea?os. Adem¨¢s de venir reeditando desde los 90 con mimo las referencias del sello en diversos formatos del viejo digipack y de la mencionada caja-homenaje a Creed Taylor (que incorpora in¨¦ditos de Coltrane), lanz¨® en oto?o treinta CD, en los que se presentan a bajo precio y por parejas ¨¢lbumes de artistas del sello. Es m¨¢s que la t¨ªpica jugada para volver a vender los mismos grandes ¨¦xitos de nuevo: entre los escogidos hay aut¨¦nticas rarezas y la selecci¨®n casi nunca resulta anodina. Adem¨¢s, est¨¢ prevista la edici¨®n de una caja que incluye tan solo una de las infinitas selecciones posibles con los 50 CD m¨¢s importantes en la historia de un sello fundamental.
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