La necesaria renovaci¨®n de la pasarela madrile?a
Jes¨²s del Pozo y Juan Duyos destacan en la primera jornada de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid
Con un cartel oficial petrificado y un programa alternativo cada vez m¨¢s din¨¢mico, la 55? edici¨®n de la principal cita de la moda en Espa?a abre posibilidades que parec¨ªan imposibles hace unas temporadas. Un dise?ador que viera la repercusi¨®n conseguida por Alvarno el martes por la noche podr¨ªa al fin plantearse organizar un desfile por su cuenta. Por ejemplo, en el llamado Off de la pasarela antes conocida como Cibeles. Un paraguas que en esta edici¨®n cobija hasta 12 firmas. Claro que eso tiene un precio muy por encima de los 5.000 euros que hay que desembolsar para desfilar en la Feria de Madrid (Ifema).
Esa movilidad permitir¨ªa, al tiempo, que en el certamen no solo se hablara del cambio de fechas y de nombre ahora que se ha adelantado dos semanas y se llama Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Tal vez as¨ª, se abrir¨ªan huecos en el calendario para que circulara un necesario aire nuevo. La t¨ªmida incorporaci¨®n de Mar¨ªa Barros y la inclusi¨®n de la marca de joyas Aristocrazy son las pocas novedades en lo que de verdad deber¨ªa importar: lo que se ofrece sobre la pasarela.
En ese sentido, ante algunos desfiles de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, uno no sabe muy bien qu¨¦ decir. La del mi¨¦rcoles ha sido una jornada generosa en propuestas tediosas e irrelevantes. Someter algunas de ellas a un an¨¢lisis m¨ªnimamente riguroso casi se antoja cruel. En el fondo, ?qu¨¦ m¨¢s da? ?Es que acaso alguien comprar¨¢ o dejar¨¢ de comprar la ropa que se ha visto por la innovaci¨®n y creatividad de su discurso? ?Cambiar¨¢n el curso del vestir en alguna medida? Seguramente no, pero la maquinaria est¨¢ perfectamente engrasada para que el certamen ocupe minutos de televisi¨®n y p¨¢ginas impresas y se difunda por la red. Parte de la culpa la tenemos los medios de comunicaci¨®n que radiamos con creciente ansiedad y volumen cada detalle de lo que ocurre en el pabell¨®n 14 de Ifema. Por mucho que esos lectores, que presumimos tan ¨¢vidos, raramente vuelven luego a interesarse por los dise?adores que all¨ª desfilan. O, al menos, no lo suficiente como para querer vestir su ropa. Y no es solo un problema de precio: las grandes cadenas ofrecen versiones accesibles de los dise?os de pasarela¡ pero son otras pasarelas en las que se fijan.
Dicho esto, la jornada inaugural de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid ha tenido tambi¨¦n momentos de inter¨¦s. El de Jes¨²s del Pozo supone un reto para la industria espa?ola: una firma obligada a afrontar su continuidad tras la muerte del fundador. Muchos otros ya han conocido lo dulce y lo amargo de esta situaci¨®n. De Dior a Balmain, pasando por Halston o Versace. No es un camino f¨¢cil y no hay cartas de navegaci¨®n precisas. De momento, en Del Pozo se apuesta por un equipo en lugar de un director creativo y por ¡°mantener y revitalizar las se?as de identidad de la casa¡±, seg¨²n explica Ainhoa Garc¨ªa, directora de la compa?¨ªa. Han acudido al archivo y han imaginado una colecci¨®n que retoma las obsesiones est¨¦ticas del creador madrile?o, fallecido el pasado verano. Se trata de una narraci¨®n sensible y cuidada, inspirada en la cultura cl¨¢sica y los pueblos n¨®madas. ¡°No descartamos buscar un director creativo en el futuro¡±, afirma Garc¨ªa, ¡°pero para esta colecci¨®n, la primera completa sin ¨¦l, cre¨ªamos que era mejor centrarse en su herencia. Y qui¨¦n mejor para hacerlo que el equipo que ¨¦l form¨®¡±.
Otro caso que destaca es el de Juan Duyos. El madrile?o disfruta en las ¨²ltimas temporadas de algunos de los elogios m¨¢s generalizados de la pasarela. Eso da, seg¨²n el dise?ador, ¡°seguridad¡±. Por ejemplo, para acometer una propuesta ¡°menos f¨¢cil¡± que las anteriores. Una mirada al inicio del siglo XX con tejidos tecnol¨®gicos que dibuja una bella colecci¨®n anclada en un tiempo indefinido. A¨²n as¨ª, las buenas cr¨ªticas influyen, sobre todo, en la aparici¨®n de otros proyectos empresariales. Por ejemplo, una l¨ªnea de hogar. ¡°La moda no se termina en un pantal¨®n. Es un estilo de vida¡±, argumenta.
En todo caso, es reconfortante pensar que lo que se haga (bien o mal) sobre la pasarela s¨ª cuenta. Una obviedad f¨¢cil de olvidar ante la complacencia con los sonrojantes ecos de Miuccia Prada que resuenan en la colecci¨®n de Victorio&Lucchino o cuando Francis Montesinos invoca al arte povera. El valenciano ha aparcado a mediod¨ªa su histrionismo, pero uno casi a?oraba el circo ante lo lastimero de su colecci¨®n al desnudo. Hay que tener cuidado con lo que se desea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.