El robot que destripa el 'Guernica'
'Pablito', como algunos llaman al sofisticado artilugio, trabaja por las noches en un exhaustivo barrido digital que permitir¨¢ establecer la 'foto total' de la obra de Picasso
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En esa vida intensa y azarosa que le ha tocado en suerte al Guernica de Picasso solo faltaba un mano a mano con un androide. Pero si existe un mural ic¨®nico capaz de resistir cualquier compa?¨ªa, por moderna y sofisticada que sea, es este. M¨¢s que ning¨²n otro, y pese a su delicado estado de salud, el Guernica parece no tener tiempo ni edad. Por eso la llegada al Museo de Arte Reina Sof¨ªa de Pablito, como algunos se han aventurado en bautizar al robot que ahora estudia el cuadro con una profundidad microsc¨®pica hasta hoy impensable, ni siquiera resulta chocante.
El nuevo inquilino del Reina convivir¨¢ cara a cara con el due?o y se?or de la casa hasta el pr¨®ximo mes de junio, cuando se d¨¦ por concluido el descomunal barrido de im¨¢genes digitales que abrir¨¢ las puertas a toda la informaci¨®n posible de este s¨ªmbolo universal que en sus 27 metros cuadrados de superficie guarda el misterio de incurables heridas.
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El robot, que hace unas mil fotos por cada ocho horas de trabajo, tomar¨¢ hasta 24.000 im¨¢genes para cada macrofotograf¨ªa del mural. "Y haremos un m¨ªnimo de cinco: dos de infrarrojos, una ultravioleta, otra de luz visible, otra multiespectral...", explica Jorge Garc¨ªa G¨®mez-Tejedor, jefe del Departamento de Conservaci¨®n-Restauraci¨®n del museo. "Al final todas esas fotograf¨ªas se solapar¨¢n unas a otras hasta crear una imagen final con la que podremos empezar todos los estudios que queremos llevar a cabo y que nos permitir¨¢n conocer como nunca la historia material del cuadro". Ese "cosido" de im¨¢genes, que durar¨¢ "meses y meses", permitir¨¢ una navegaci¨®n sin precedentes por el mural.
Hasta verano, las jornadas de trabajo ser¨¢n nocturnas y de madrugada para evitar molestar a los visitantes, a quienes un panel explica qu¨¦ pinta en la sala ese bicho que mide casi diez metros de largo y cinco de alto y pesa 1.560 kilos. Aunque la informaci¨®n de la sala no lo facilita, el artefacto naci¨® en Hernani, en una f¨¢brica que prefiere mantener el anonimato. Y lo ha sufragado la Fundaci¨®n Telef¨®nica, que tambi¨¦n quiere mantener oculto el coste, aunque seg¨²n algunas fuentes ronda los 300.000 euros.
Realizado en aluminio, hierro y acero, el robot responde a un sistema mec¨¢nico automatizado que se mueve en los tres ejes espaciales de coordenadas cartesianas X, Y y Z. Dirigido por un software (o manualmente si es necesario), su precisi¨®n de movimiento es de 25 micras para cualquiera de los tres ejes, lo que significa que es uno de los robot-c¨¢mara m¨¢s exactos del mercado. Es un invento del departamento de conservaci¨®n y restauraci¨®n del museo, que desde hace a?os trabaja para crear un dispositivo pensado especialmente para el Guernica. "Se ha fabricado directamente para el cuadro, est¨¢ hecho a su medida y para sus necesidades", explica Humberto Dur¨¢n, restaurador inform¨¢tico y uno de los investigadores que ha tutelado la fabricaci¨®n del sistema operativo.
Cada noche, Pablito se quedar¨¢ solo con el Guernica para recoger al detalle todos los desperfectos: grietas, desgarros, acumulaciones de ceras y resinas que ya se conocen pero que ahora quedar¨¢n registrados en esa imagen descomunal del cuadro que gracias al soporte digital no envejecer¨¢ nunca. "A la menor incidencia nocturna la m¨¢quina se detendr¨ªa", aclara Dur¨¢n. Tambi¨¦n se conocer¨¢n (aunque el cuadro est¨¢ de sobra documentado gracias a las fotograf¨ªas que Dora Maar tom¨® de su proceso de creaci¨®n) todos los arrepentimientos que Picasso vivi¨® en su proceso de creaci¨®n. Gracias al sistema de ejes cartesianos, las c¨¢maras y sensores (de la luz visible al esc¨¢ner 3D) tomar¨¢n esa imagen perfecta y exacta de sus entra?as. El fin, aseguran en el museo, no es la restauraci¨®n ni tampoco demostrar lo que para la mayor¨ªa de los expertos est¨¢ m¨¢s que demostrado: que la fuerza de su valor art¨ªstico es inversamente proporcional a su fragilidad f¨ªsica y que moverle podr¨ªa da?arlo muy seriamente.
En la base de todo est¨¢ la investigaci¨®n que se realiz¨® en 1998 en el museo, cuando su entonces director, Jos¨¦ Guirao, encarg¨® a la jefa del Departamento de Restauraci¨®n, Pilar Sedano Esp¨ªn, un estudio para conocer al detalle el estado del lienzo. Como recuerda Jorge Garc¨ªa G¨®mez-Tejedor, aquel trabajo (en el que ¨¦l tambi¨¦n particip¨® y que estuvo acompa?ado de un simposio de 30 expertos internacionales) dej¨® clara la salud de la obra. "Los que conocemos el cuadro sabemos que cualquier tensi¨®n podr¨ªa rajar perfectamente la tela. Hay que evitar al m¨¢ximo el movimiento. Es algo reconocido por todos los profesionales. Por eso la finalidad de este estudio no es demostrar lo que ya se sabe, sino tratar de conocer m¨¢s y mejor la pintura. Aunque, eso s¨ª, podremos evaluar a la micra los da?os que sufrir¨ªa si se mueve o traslada".
El Guernica viaj¨® 50 veces antes de llegar al Reina Sof¨ªa en 1992. Es decir, se enroll¨® y desenroll¨® en un centenar de ocasiones. A finales de los a?os cincuenta, Picasso pidi¨® al MoMA que el cuadro dejara de viajar. Le preocupaba enormemente su estado. Solo volvi¨® a hacerlo para volver a Espa?a. Las t¨¦cnicas de restauraci¨®n que se le aplicaron en el MoMA a?adieron nuevos problemas a los que ya ten¨ªa el lienzo. La cera con calor que se le aplic¨® detr¨¢s para protegerlo es hoy uno de sus peores enemigos. Entre otros problemas, el Guernica pesa mucho m¨¢s de lo que deber¨ªa por esa cera que ha impregnado la obra hasta asomar por la capa pict¨®rica.
Los que conocemos el cuadro sabemos que cualquier tensi¨®n podr¨ªa rajar perfectamente la tela. Hay que evitar al m¨¢ximo el movimiento
En 1998 las conclusiones fueron rotundas. Konrad Laudenbacher, conservador jefe de la Pinacoteca de M¨²nich, se?al¨® que ni la m¨¢s moderna tecnolog¨ªa evitar¨ªa da?os si se mov¨ªa: ¡°Ser¨ªa una tortura". Enrich Gantzert Castrillo, del museo moderno de Francfort, defendi¨® que frente a la cultura del espect¨¢culo hab¨ªa que proteger la herencia cultural. Y lo importante con el Guernica, en definitiva, era preservarlo para las pr¨®ximas generaciones.
Todas aquellas conclusiones salieron de la labor de, entre otros, Jos¨¦ Loren, que durante semanas estuvo subido a un andamio con una c¨¢mara de diapositivas de 35 mil¨ªmetros. Hoy, este especialista en fotograf¨ªa de restauraci¨®n, mira a la pantalla del ordenador que recoge el trabajo del robot que ha sustituido el pulso de sus manos. "En el 98 hicimos 3.000 fotograf¨ªas en tres semanas", recuerda y, encogiendo los hombros dentro de su bata blanca, a?ade: "Pon¨ªamos y quit¨¢bamos cada d¨ªa el andamio". Habla del cuadro con esa falsa distancia con la que suelen hablar los padres de sus hijos predilectos: "?Un trabajo dif¨ªcil? Bueno, un cuadro con conchas de mejillones sobre lienzo es un trabajo dif¨ªcil. Esto le interesa a todo el mundo, pero no deja de ser solo un ¨®leo sobre lienzo".
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