El deseo vaciado
'Shame', el segundo largometraje de Steve McQueen, representa la adicci¨®n sexual con una imaginer¨ªa que remite a la fotograf¨ªa de Robert Mapplethorpe
A quien todav¨ªa no tenga claro lo que separa al promiscuo del adicto sexual le bastar¨¢n pocos minutos del metraje de Shame para poder apreciarlo. Aunque lo mejor es entender que Shame no es (o, por lo menos, no s¨®lo es) una pel¨ªcula sobre la adicci¨®n sexual: su protagonista, Brando Sullivan ¡ªun poderoso Michael Fassbender en el punto equidistante entre la seducci¨®n y la grima¡ª, es la forma extrema de todos nosotros, sujetos asomados al v¨¦rtigo del vac¨ªo que aguarda en el ¨²ltimo tramo de la l¨®gica del consumo, de la satisfacci¨®n perpetua del deseo. Que Brandon sea adicto sexual es una decisi¨®n estrat¨¦gica: deja clara la naturaleza libidinal de ese capitalismo que vac¨ªa de placer una mec¨¢nica basada en la satisfacci¨®n del placer.
SHAME
Direcci¨®n: Steve McQueen.
Int¨¦rpretes: Michael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge Dale, Nicole Beharie, Alex Manette.
G¨¦nero: drama.
Reino Unido, 2011.
Duraci¨®n: 101 minutos.
En la obra de Steve McQueen como videocreador coexist¨ªa una indagaci¨®n sobre la huella del cine en el imaginario colectivo y un inter¨¦s por el cuerpo, que hab¨ªa llevado a algunos cr¨ªticos a establecer v¨ªnculos con la obra de Mapplethorpe. Resulta, pues, consecuente que su cine sea, esencialmente, un cine del cuerpo. O del cuerpo y sus fantasmas. Como subraya el cineasta, mientras su ¨®pera prima, Hunger (2008), hablaba del cuerpo como instrumento de resistencia y libertad en el contexto de una prisi¨®n, Shame habla del cuerpo como prisi¨®n en el entorno de una ilusoria libertad, espejismo generado por un capitalismo terminal que vampiriza a sus peones en la compulsi¨®n del consumo de otros cuerpos.
El t¨ªtulo de la pel¨ªcula alude al sentimiento que activa sobre el adicto la mirada ¡ªno necesariamente reprobatoria¡ª del otro: en este caso, la hermana del protagonista ¡ªCarey Mulligan, sensacional en su encarnaci¨®n de una fragilidad autodestructiva, una figura que suplica afecto y protecci¨®n en casi cada gesto¡ª es el resorte que precipita el drama, el ojo frente al que Brandon se rebelar¨¢ en algunas de las secuencias m¨¢s dolorosas de la pel¨ªcula ¡ªesa conversaci¨®n con dibujos animados difuminados al fondo¡ª y bajo cuyo influjo se revelar¨¢ (como figura vulnerable) en la secuencia m¨¢s recordada de la funci¨®n ¡ªesa interpretaci¨®n de New York, New York que abrir¨¢ fisuras y pinzar¨¢ lacrimales¡ª.
A la pel¨ªcula se le puede reprochar un exceso de intensidad dram¨¢tica en su desenlace, alguna decisi¨®n sospechosa de moralismo ¡ªla secuencia del club gay¡ª y una l¨ªnea de di¨¢logo innecesaria ¡ªla que alude al pasado familiar de los personajes¡ª, pero su sofisticado estilo ¡ªun vaciado del cuerpo sobre fondos abstractos¡ª y su capacidad para aislar y analizar un arquetipo estrictamente contempor¨¢neo la convierten en una obra verdaderamente importante, esencial.
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