La mascota de Mortier
El montaje de los Herrmann ofrece toda la importancia a los personajes y sus dudas El director musical Thomas Hengelbrock hace una lectura entre lo suave y lo agreste
Hace ya 30 a?os que la producci¨®n del matrimonio Herrmann para La clemenza di Tito anda corriendo la chancla por esos mundos de Dios. La aventura comenz¨® en Bruselas, donde se represent¨® tres temporadas en la d¨¦cada de los ochenta del siglo pasado, continu¨® en el Festival de Salzburgo durante tres veranos en los noventa y se reafirm¨® en la ?pera de Par¨ªs en un par de ocasiones en la ¨²ltima d¨¦cada. Supon¨ªa el deb¨² en el g¨¦nero l¨ªrico de Karl-Ernst y Ursel Herrmann. ?l trabaj¨® desde 1971 a 1982 como escen¨®grafo y figurinista en la m¨ªtica Schaubuhne de Berl¨ªn. La ¨®pera era un mundo por descubrir. Despu¨¦s de este montaje la dedicaci¨®n mozartiana de los Herrmann se volcar¨ªa, por ejemplo, en Don Giovanni, La flauta m¨¢gica, El rapto en el serrallo, La finta giardiniera, Idomeneo o Cos¨ª fan tutte. Aunque La finta giardiniera es, probablemente, su espect¨¢culo m¨¢s imaginativo ¡ªse repuso hace una a?o en Bruselas con gran ¨¦xito¡ª La clemenza es el m¨¢s simb¨®lico. Gerard Mortier lo ha llegado a considerar su ¡°mascota¡±. All¨¢ donde ha ido lo ha programado. Incluso fue sonada la discusi¨®n de Mortier con Muti a prop¨®sito de este montaje cuando dirig¨ªa el Festival de Salzburgo. Ahora est¨¢n los dos a partir un pi?¨®n. La clemencia de ambos ha hecho sus efectos.
Sucede con esta lectura esc¨¦nica de La clemenza algo en cierto modo similar a lo que ocurre cuando se repone Las bodas de Figaro en la concepci¨®n de Giorgio Strehler, con su dominio del claroscuro o el viento sobre las cortinas. En La Scala de Mil¨¢n, por ejemplo, fue un triunfo clamoroso hace unos a?os. Mozart reclama teatro en estado puro y tanto Strehler como los Herrmann son directores fundamentalmente teatrales. En La clemenza de los Herrmann son los cantantes-actores los protagonistas indiscutibles. La escenograf¨ªa crea una atm¨®sfera, en parte de universalidad de tiempo y espacio, en parte de transparencia, en parte de libertad. Pero lo que verdaderamente importa son los personajes con sus dudas, sus sentimientos de venganza o de fidelidad, sus celos o su amistad, sus amores y desdichas, su dolor y su ef¨ªmera gloria. Esto no pasa de moda. Mozart lo sab¨ªa y lo subraya. Es curioso. En las dos ¨®peras finales de su vida reivindica la iniciaci¨®n a la sabidur¨ªa ¡ªen La flauta m¨¢gica¡ª y la clemencia del poderoso.
LA CLEMENZA DI TITO
De Mozart. Director musical: Thomas Hengelbrock. Directores de escena: Ursel y Karl-Ernst Herrmann. Con Yann Beuron, Kate Aldrich, Amanda Majeski, Maria Savastano, Serena Malfi y Guido Loconsolo. Sinf¨®nica de Madrid, Coro Intermezzo. Teatro Real, 14 de febrero.
El motor de la representaci¨®n del Real es el director musical Thomas Hengelbrock con una lectura a medio camino entre lo suave y lo agreste, entre la placidez de cierta tradici¨®n moderna y la articulaci¨®n que conlleva el estilo de ¨¦poca. Es una lectura agresiva, sobre todo al comienzo, pero conceptualmente equilibrada, y mantiene la tensi¨®n teatral en todo momento. Me parece m¨¢s conseguida estil¨ªsticamente su versi¨®n que la que hizo de Wagner en la inauguraci¨®n del ¨²ltimo Festival de Bayreuth. La orquesta se comporta con pulcritud en todo momento y, en particular, Luis Miguel Mendes logra niveles de excelencia con el clarinete y el corno di bassetto en las dos arias de Sesto y Vitellia m¨¢s populares de la ¨®pera.
El elenco vocal, sin llegar a cotas excepcionales, logra en su conjunto una buena prestaci¨®n. A Yann Beuron la falta una pizca de intencionalidad dram¨¢tica en los fundamentales recitativos acompa?ados. Kate Aldrich es un Sesto a falta de un poquito de hervor en la intensidad expresiva. Amanda Majeski, la mala de la pel¨ªcula, es irregular pero va hacia arriba conforme la funci¨®n discurre. Malfi, Savansalo y Loconsolo est¨¢n francamente bien en sus cometidos secundarios aunque igual de importantes. El ¨¦xito un¨¢nime acompa?¨® a la representaci¨®n. Y ya van cinco esta temporada. Mortier ha cumplido en la primera parte de la estaci¨®n l¨ªrica madrile?a. A partir de ahora viene lo m¨¢s arriesgado. Como dicen los taurinos, ¡°que Dios reparta suerte¡±.
Babelia
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