Bernarda Alba se cubre con un chador
Londres acoge una versi¨®n de la rompedora obra de Garc¨ªa Lorca ambientada en Ir¨¢n En esta adaptaci¨®n el tradicionalismo islamista sustituye al cat¨®lico
Bernarda Alba, la matriarca dominante, reprimida y a la vez represora, que concibi¨® el teatro de Federico Garc¨ªa Lorca, regresa del funeral de su marido ataviada con el chador. El sonido de fondo del canto del muec¨ªn le acompa?a hacia el encierro que se ha impuesto a s¨ª misma y a sus hijas dentro de las cuatro paredes de una casa, ocho a?os de luto riguroso en nombre del honor y de una religi¨®n trastocada en fanatismo. La primera escena de la obra no se desarrolla en aquella Andaluc¨ªa de los a?os treinta cuyas fuerzas ultracat¨®licas y fascistas tanto odiaban al autor granadino. La Bernarda que protagoniza la presente temporada londinense da un salto en la geograf¨ªa y en el tiempo para trasladar un ¡°drama de mujeres en los pueblos de Espa?a¡± (subt¨ªtulo de la pieza) hasta un rinc¨®n del Ir¨¢n rural de nuestros d¨ªas, regido por la autocracia de los ayatoll¨¢s.
Un reparto impecable de actrices brit¨¢nicas arropa una pieza que orientaliza los nombres de las protagonistas
El personaje titular de la obra cobra sobre las tablas del teatro Almeida los rasgos de la actriz persa Shohreh Aghdashloo, presencia imponente y de ¨¢spera voz que otorga aplomo a una tirana obsesionada sobre todo por la reputaci¨®n, pero tambi¨¦n el dinero y la clase. Nacida en Teher¨¢n hace 59 a?os, emigrada al Reino Unido tras la revoluci¨®n isl¨¢mica (1978) y finalmente asentada en California, Aghdashloo puede resultar familiar entre el p¨²blico espa?ol por su participaci¨®n en la serie televisiva ¡°24¡± y su papel de reparto en la pel¨ªcula ¡°Casa de arena y niebla¡±, que le mereci¨® una nominaci¨®n al Oscar. Algunos cr¨ªticos han visto un exceso de ¡°glamour¡± en su Bernarda, una mujer que bajo la f¨¦rrea determinaci¨®n debe translucir muchas inseguridades, pero el resto de colegas considera que precisamente ese atractivo oto?al resalta la tragedia de un personaje dispuesto a marchitarse en su cerraz¨®n, y quiz¨¢ tambi¨¦n los celos hacia la juventud de esas cinco hijas a las que quiere subyugar.
Graduada en relaciones internacionales durante su etapa brit¨¢nica, Aghdashloo ha huido de cualquier declaraci¨®n p¨²blica sobre el estado de las cosas en su Ir¨¢n natal a ra¨ªz del estreno de The House of Bernarda Alba. En la misma t¨®nica que la responsable de la adaptaci¨®n, Emily Mann, porque la producci¨®n deja en manos del espectador el barruntar sobre sus implicaciones pol¨ªticas para centrarse en la intensidad emocional de la obra de Lorca. Un reparto impecable de actrices brit¨¢nicas arropa una pieza que orientaliza los nombres de las protagonistas ¨Ccon excepci¨®n de la propia Bernarda y de su hija menor, Adela-, transformando por ejemplo el nombre de La Poncia, personaje entra?able del ama de llaves, en el de Darya.
El papel de la mujer, relegado no s¨®lo en la Espa?a de la preguerra civil ni en la sociedad iran¨ª contempor¨¢nea, la religi¨®n como arma de la opresi¨®n, la dicotom¨ªa entre un concepto del honor y los instintos m¨¢s humanos¡.Las claves universales de La Casa de Bernarda Alba han convertido esta obra de Lorca ¨Cla ¨²ltima que complet¨® semanas antes de su asesinato, en 1936- en objeto de sucesivas puestas en escena en la capital brit¨¢nica. Desde la adaptaci¨®n que el prestigioso dramaturgo David Hare presentaba hace siete a?os en el Teatro Nacional (National Theatre), hasta la reciente propuesta de la compa?¨ªa asi¨¢tico-brit¨¢nica Tamasha y su versi¨®n muy libre de una trama ubicada en el Punjab pakistan¨ª (The House of Bilquis Bibi). Los aromas persas envuelven ahora esa historia de represi¨®n y pasiones que acaban destruyendo a una familia, en uno de los teatros de referencia de la cartelera de Londres.
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