Examen de conciencia
John Gerassi en conversaci¨®n con Sartre, Alain Minc, Evelyn Juers y Paul Berman analizan la p¨¦rdida de peso pol¨ªtico y social de los hombres de letras en las ¨²ltimas d¨¦cadas
Alain Minc ha tratado de responder a la pregunta de d¨®nde est¨¢n los intelectuales, reiterada con regularidad desde el inicio de la crisis econ¨®mica y su progresiva transformaci¨®n en crisis pol¨ªtica y social. Lo ha hecho dando por descontada la respuesta, en el entendimiento de que la pregunta no traduce un verdadero interrogante sino una exclamaci¨®n a medias furiosa y a medias decepcionada. En realidad, nadie espera que se le diga d¨®nde est¨¢n cuando, v¨ªctima del temor, pregunta por los intelectuales; lo que espera, por el contrario, es que se le confirme que no est¨¢n. Pero, ?no est¨¢n porque han desertado o porque han dejado de existir?
En Una historia pol¨ªtica de los intelectuales, Minc se inclina por esto ¨²ltimo y, aunque circunscribe el fen¨®meno a Francia, el hecho de que fuera Francia el pa¨ªs donde naci¨® la figura del escritor que aspira a convertirse en conciencia moral de su ¨¦poca invita a generalizar el diagn¨®stico de que hoy no es posible encontrar ¡°hombres de letras ¡ªfil¨®sofos, novelistas, historiadores¡ª que utilicen su fama para tener peso sobre los grandes temas pol¨ªticos¡±. Y si no a generalizarlo, s¨ª al menos a considerarlo como un signo precursor: si ¡°la sociedad francesa ya no fabrica intelectuales a la antigua¡±, seg¨²n afirma Minc, el tiempo en el que otras sociedades dejen de ¡°fabricarlos¡± no debe de estar lejos. Entre otras razones porque las causas a las que apunta Minc no se circunscriben a la sociedad francesa sino que afectan a todas las sociedades, con mayor o menor intensidad.
¡°Ante desaf¨ªos dispersos¡±, escribe Minc refiri¨¦ndose, entre otras, a la defensa del medio ambiente, los derechos humanos o la regulaci¨®n del capitalismo, ¡°los combatientes se dispersan tambi¨¦n. Los apasionados de una causa no son autom¨¢ticamente los de otra causa, pues no existe ya ideolog¨ªa unificadora¡±. A ello habr¨ªa que a?adir, siempre seg¨²n Minc, los efectos de las nuevas tecnolog¨ªas y de la web, que describe como ¡°un universo trepidante¡± en el que ¡°no existe ya la primac¨ªa de la palabra famosa, ni canal vertical de difusi¨®n, ni autoridad impl¨ªcita¡±. Minc no lo lamenta: ¡°?Qu¨¦ felicidad! Una pizca de anarqu¨ªa en el mundo de los grandes pensadores¡±. Como tampoco lamenta la ausencia de ¡°una ideolog¨ªa unificadora¡±, causa ¨²ltima de una de las m¨¢s flagrantes paradojas del siglo XX. Minc la formula entre signos de interrogaci¨®n: ¡°?Por qu¨¦ tantas mentes superiores acumularon tantos errores?¡±.
Como pormenorizado compendio de los errores a los que se refiere Minc cabr¨ªa interpretar Conversaciones con Sartre, una sucesi¨®n cronol¨®gica de entrevistas con el fil¨®sofo mantenidas por John Gerassi entre 1970 y 1974. Gerassi, profesor, periodista y escritor comprometido en el estilo sartreano, salta en sus preguntas de los asuntos privados a las grandes cuestiones pol¨ªticas, pasando por la literatura y el arte. El Sartre que se perfila en estas Conversaciones no es el hombre de letras y el activista revolucionario, sino el intelectual en sus circunstancias, en todas sus circunstancias.
Sartre habla en todo momento como si estuviese a la espera de que triunfe su fe ¨²nica e indestructible
Gerassi pregunta a Sartre por su infancia, su horario de trabajo, su trato con las ¡°amantes contingentes¡± como sat¨¦lites alrededor de la ¡°relaci¨®n necesaria¡± encarnada por Beauvoir. En el Sartre que va perfilando Gerassi, el intelectual se confunde con el escol¨¢stico que reinterpreta una y otra vez su fe ¨²nica e indestructible para ponerla a salvo de las exigencias m¨¢s elementales de la moral y tambi¨¦n de los categ¨®ricos desmentidos de la realidad, tanto en su vida privada como en sus juicios sobre los acontecimientos colectivos.
Sartre habla en todo momento como si estuviese a la espera de que triunfe su fe ¨²nica e indestructible, como si el suyo fuera un tiempo de pr¨®rroga en el que lo viejo agoniza y lo nuevo lanza destellos en puntos alejados del mundo y a trav¨¦s de fen¨®menos que no parecen guardar relaci¨®n entre s¨ª. Si el inteletual sirve para algo, parece decir Sartre, es para trazar el dibujo que esconden esos puntos aislados y para recordar que ese dibujo coincide con el que propone, c¨®mo no, su fe ¨²nica e indestructible. Para record¨¢rselo, por ejemplo, a los alemanes de la Rep¨²blica Federal que ve¨ªan con espanto los cr¨ªmenes de la banda Baader-Meinhof, una ¡°organizaci¨®n revolucionaria violenta¡± que, para Sartre, ¡°no ha matado ni a un solo inocente¡± y que ¡°¨²nicamente acorralaba a los cerdos viciosos de su sociedad, y a los coroneles estadounidenses que los adulaban¡±.
Evelyn Juers y Paul Berman ofrecen una respuesta distinta de la de Minc y la de John Gerassi a la pregunta de d¨®nde est¨¢n los intelectuales. De las Conversaciones con Sartre podr¨ªa extraerse la conclusi¨®n de que los intelectuales, algunos intelectuales, legitimaron la barbarie sin llegar a padecerla. A trav¨¦s de la peripecia pol¨ªtica y biogr¨¢fica de Heinrich Mann y Nelly Kr?ger, Juers ofrece en La casa del exilio un panorama de los escritores perseguidos que encontraron refugio en Estados Unidos mientras Europa se desangraba. Las dificultades materiales a las que se enfrentan son las de cualquier exiliado, solo que, en su caso, el desamparo se ve multiplicado al perder el p¨²blico que entiende la lengua en la que se expresan.
En cuanto a Berman, no cree como Minc que los intelectuales hayan dejado de existir; para Berman, han desertado, han huido, como sostiene desde el t¨ªtulo. Han desertado al menos a la hora de luchar contra el terrorismo islamista, y por eso Berman los acusa de condescender irresponsablemente con un nuevo fascismo. Berman no advierte, sin embargo, que su aproximaci¨®n podr¨ªa estar reiterando los errores de quienes levantaron por ¨²nica bandera la del antifascismo; es decir, los mismos errores de los que dan cuenta los ensayos de Minc y de Gerassi.
Una historia pol¨ªtica de los intelectuales. Alain Minc. Traducci¨®n de M¨®nica Rubio. Duomo Per¨ªmetro. Barcelona, 2012. 487 p¨¢ginas. 24 euros. Conversaciones con Sartre. John Gerassi. Traducci¨®n de Palmira Feixas. Sexto Piso. Madrid, 2012. 508 p¨¢ginas. 26 euros. La casa del exilio. Evelyn Juers. Traducci¨®n de Ver¨®nica Fern¨¢ndez-Muro. Circe. Barcelona, 2012. 416 p¨¢ginas. 22 euros. La huida de los intelectuales. Paul Berman. Traducci¨®n de Juanjo Estrella. Duomo. Barcelona, 2012. 284 p¨¢ginas (sale el 9 de abril).
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