¡°El espa?ol est¨¢ estigmatizado y contaminado en Estados Unidos¡±

Perseguido por los vericuetos y las batallas p¨²blicas de la lengua, V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha no ha podido refugiarse tampoco en la paz de la propia lengua. Entre el estudio, la ense?anza y la pol¨ªtica de la misma se ha movido toda la vida. Como profesor en varios institutos, en diversas universidades y, despu¨¦s, como impulsor de la expansi¨®n universal del castellano al frente de la Real Academia Espa?ola (RAE).

A los 78 a?os, cre¨ªa haber cumplido con creces su labor p¨²blica y deseaba adentrarse en el estudio profundo de un canon literario propio. Pero de nuevo recibi¨® una llamada para ponerse al frente del Instituto Cervantes despu¨¦s de que Mario Vargas Llosa rechazara el ofrecimiento. Le cortaron la retirada. ?La raz¨®n? Impulsar lo que ser¨¢ la gran m¨¢quina de la cultura con el Gobierno del PP. Atraer a los pa¨ªses hispanoamericanos en un frente com¨²n que coloque al espa?ol en su posici¨®n de dominio ling¨¹¨ªstico global junto al ingl¨¦s.

No pod¨ªa decir que no. Si alguien ha impulsado las alianzas con los pa¨ªses de habla com¨²n, en lo que defini¨® como la acci¨®n panhisp¨¢nica, ha sido ¨¦l. Ahora debe encargarse de aunar esfuerzos y no crear fricciones. Nadie como un hombre de concilio que presume de conocer y aplicar a fondo en la pol¨ªtica y en la vida la diplomacia vaticana.

Ha llegado usted a lo que denominan el buque insignia de la cultura y resulta que tiene que cambiar el rumbo. Virar hacia el mundo hispano, ese al que se le ha dado tanto la espalda desde el propio Cervantes. Hay que virar, pero eso no implica que lo que se haya hecho hasta ahora estuviera mal. Me alegr¨¦ de que al d¨ªa de mi toma de posesi¨®n acudieran los cinco directores precedentes y quiero que figuren en el patronato. Cada uno ha trabajado bien y ha hecho su labor. Aqu¨ª hay mucha gente que cumple su cometido sin medios y vocacionalmente. Esta instituci¨®n ha crecido a base de entusiasmo, ech¨¢ndose a la aventura, y esto no se puede perder. Si nos limit¨¢ramos a dar clase, estar¨ªamos haciendo un pan como unas tortas. Lo que ha logrado el Cervantes en 20 a?os, comparado con otras instituciones que llevan 100 o 70 a?os en activo, como el Instituto Franc¨¦s o el British Council, es mucho.

Hay gente que dice que empleo la diplomacia vaticana. No me disgusta

Aun as¨ª, hay que virar. Bueno, ligeramente.

No, bastante, mucho incluso. Bien, pero sin desatender lo que tenemos y sin perder de vista que el tiempo no nos deja.

?Por qu¨¦? Pues para expandirnos a determinadas zonas como ?frica, sobre todo el sur del continente, o India.

Pero no hay dinero. Hay que pensar en una presencia que a lo mejor no requiera centros, medios como el centro virtual Cervantes, aulas de nuestra marca en las universidades. Por eso urge pensar, ser imaginativos y apoyarnos en lo que tengamos, en empresas tambi¨¦n, porque esa carrera no consiente aplazamientos. Si tardamos 15 a?os en llegar, el campo estar¨¢ tomado.

No se hab¨ªa contemplado hasta ahora el mundo hisp¨¢nico dentro del Cervantes como una sinergia, m¨¢s bien se le ha visto como una competencia. La palabra competencia en ese sentido es absurda.

Pero as¨ª se hab¨ªa visto. Bueno, no creo que se haya concebido as¨ª del todo. Veamos un frente com¨²n: Estados Unidos. Nosotros tenemos all¨ª tres centros y medio. M¨¦xico tiene varios. Lo que debemos hacer es establecer una alianza con ellos por una raz¨®n muy sencilla. El espa?ol all¨ª tiene un problema com¨²n. Est¨¢ contaminado, estigmatizado por consider¨¢rsele vinculado a una lengua de inmigrantes que plantean problemas. Debemos emprender una labor de cambio de mentalidad en ese sentido.

Para empezar, en el reparto euroc¨¦ntrico a lo largo de sus 20 a?os, ?no hubiese sido mejor centrarse en lugares donde exist¨ªa una demanda real acelerada, como Estados Unidos? ?No es tarde? Europa y el norte de ?frica ya est¨¢n b¨¢sicamente atendidos. Porque se ha hecho eso podemos pensar en otros frentes. Me dec¨ªan que si se abrieran 50 centros en Estados Unidos, se llenar¨ªan. Ahora no hay capacidad econ¨®mica, en la ¨¦poca de Moratinos se habl¨® de 10. ?Por qu¨¦ no nos unimos con M¨¦xico? Es lo que yo propongo. Hay disposici¨®n de ellos para colaborar. En el Gobierno y la Academia Mexicana. Me han trasladado su intenci¨®n de hacerlo, de empezar a hablar de eso. Consuelo Saizar, ministra de Cultura, y Jaime Labastida, director de la Academia, llamaron el d¨ªa que se conoci¨® mi nombramiento. Urge porque el problema de esa estigmatizaci¨®n en la sociedad de Estados Unidos hay que abordarlo juntos, no podemos hacerlo solos.

La acci¨®n cultural, en ese sentido, ayuda a limpiar. S¨ª, y m¨¢s si se realiza de la mano. Llevamos 20 a?os, no es cuesti¨®n de flagelarse, pero es necesario buscar esas nuevas alianzas, sobre todo ahora que ellos tienen econom¨ªas emergentes.

De todas formas, esa visi¨®n del pasado que tiene usted sobre el Cervantes resulta leal con la instituci¨®n, pero la realidad, en comparaci¨®n con sus competidores que cuentan con presupuestos en ocasiones 10 veces mayores, es que esto era un hijo pobre del Estado. Nadie ten¨ªa fe en su potencial. Yo no lo creo.

Usted, cuando era director de la Real Academia, ?no ten¨ªa la pesada sensaci¨®n de que era necesario convencer a los Gobiernos para que creyeran con m¨¢s fuerza en las posibilidades del espa?ol? Voy a ser sincero. Desde el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez hasta ahora, no. La Academia fue muy pobre en ¨¦pocas anteriores. No s¨¦ c¨®mo pudo sobrevivir. A Fernando L¨¢zaro Carreter le toc¨®, para empezar, reconstruir el edificio. Desde esos tiempos, cada vez que la RAE ha pedido algo, dentro de las posibilidades pudimos ir viviendo. Pero por encima de todo eso, hay que decir, estaba y est¨¢ el apoyo del Rey, que eso lo tiene m¨¢s que claro. Ha cruzado con nosotros el oc¨¦ano para asistir a congresos y reuniones, y en eso est¨¢ m¨¢s que volcado.

?Cu¨¢ntas veces ha sobrevolado usted el Atl¨¢ntico? 50 veces. Y cada una de ellas he visitado al menos dos o tres pa¨ªses. Pero no solo fui yo, sino que desde entonces empezaron a venir ellos. No hay nada como entrar a casa del interesado, todo empieza y termina en personas. He hecho amigos fraternos. Como reza el dicho asturiano: Dios y el cuchu, pueden muchu. Pero sobre todo el cuchu. Lo personal, tocarse, es importante.

?Y cu¨¢ntos le quedan por hacer? Tiene usted un aspecto envidiable, ya ha cumplido 78 a?os y eso se notar¨¢. Yo se lo dije honradamente al ministro Wert cuando me llam¨®: ¡°Vamos a ver, yo ya tengo 78 a?os¡­¡±. ¡°Pero muy bien llevados¡±, dijo. ¡°Bueno, de momento¡­¡±.

Se hab¨ªa reorganizado la vida. Hab¨ªa terminado mi mandato acad¨¦mico. Yo tengo la gran suerte de dedicarme a algo que me gusta tanto que para m¨ª no es trabajo. Hab¨ªa recuperado el espacio de la escritura, de la reflexi¨®n, salir a caminar, cosa que sigo haciendo todos los d¨ªas. En fin, me llam¨® el ministro y le dije lo primero lo de la edad y acept¨¦ sin tener en cuenta los comentarios de los que me alertan: ?C¨®mo has aceptado! ?Te nos vas a quedar en un aeropuerto!¡±.

?Hombre, por Dios! Toquemos madera. Lo que es cierto es que esa vida que usted hab¨ªa recuperado ha saltado por los aires. Ni me planteo arrepentirme. Los amigos me aconsejan dedicarme a la filolog¨ªa primera, a las academias literarias renacentistas desde las que pretend¨ªamos aprender el renacimiento de otra manera. Explic¨¢ndolo desde la perspectiva de los autores que ten¨ªan el Epithetorum opus, de Ravisius Textor, un diccionario de ep¨ªtetos en los que se encontraban referencias a los cl¨¢sicos y que usaban Fray Luis, Lope de Vega¡­

Para copiar¡­ Para asimilar. Era la labor de la abeja para ellos. Pero, en fin, en lo que yo me estaba ocupando ahora es en realizar mi canon de la literatura. Y consiste en volver a leer ciertas obras con apoyo en la bibliograf¨ªa ¨²ltima, que yo ya no alcanc¨¦ a estudiar a fondo. ?Lo feliz que yo he sido estos meses! Con esa relectura apoyada en estudios que han hecho alumnos nuestros. He prometido a mis amigos que no iba a dejar eso. Que voy a organizarme de manera que reservar¨¦ unas horas para mi canon.

Dif¨ªcil lo veo. Bueno, como habr¨¢ un secretario general en el que se pueda descargar buena parte del trabajo y eso viene bien para la causa, aprovechar¨¦.

Lo que ocurre es que, como usted est¨¢ acostumbrado a meterse a fondo en las cosas que hace, me da la sensaci¨®n de que delegar le es complicado. No, no. Precisamente porque me conozco, en el cambio de reglamento aplaud¨ª la idea de especificar las acciones que corresponden al secretario general. No se imagina con qu¨¦ detalle hemos puntualizado todo.

Aun as¨ª, tendr¨¢ tentaciones. ?Las controlar¨¢? ?Por qu¨¦? ?Porque tengo fama de presidencialista?

Bueno, lo ha sido en la Real Academia. Lo fui, cierto. Y me confesaba en las juntas de Gobierno y en las comisiones. Les dec¨ªa: ¡°Vosotros sab¨¦is que yo soy un director presidencialista¡±. Y me contestaban: ¡°Por eso te hemos elegido¡±.

Eso tranquiliza bastante a quienes est¨¢n debajo. A m¨ª me lo contagi¨® Fernando L¨¢zaro Carreter. ?l ten¨ªa un temperamento fuerte. Cuando le afect¨® un ictus, me dijo que ten¨ªa que dejarlo, y yo le convenc¨ª de que no pod¨ªa porque sin esa labor ser¨ªa peor para ¨¦l. Me compromet¨ª a ayudarlo a fondo y le asegur¨¦ que no har¨ªa nada sin consultarle. ?l me contagi¨® ese presidencialismo. Pero ahora no, ahora esto tiene que ser distinto, en primer lugar porque el Cervantes cuenta con una estructura distinta, con unos jefes de ¨¢rea m¨¢s que competentes. Ah¨ª va a estar el secretario general, y yo me dedicar¨¦ a fondo a la labor institucional.

De lo que no cabe duda es de que usted forja lealtades, porque era impactante observar a sus compa?eros de la Academia en la toma de posesi¨®n haci¨¦ndole de guardia pretoriana. ?Qu¨¦ les da? ?Miedo o cari?o? Mucho cari?o. Miedo no, nunca. En la Academia aprend¨ª que la instituci¨®n era m¨¢s fuerte cuanto m¨¢s nos trat¨¢bamos con cari?o. Con la cortes¨ªa acad¨¦mica, que es fundamental. Yo siempre cuid¨¦ mucho a los acad¨¦micos mayores, a quienes ca¨ªan enfermos. Curiosamente, a medida que se hac¨ªan mayores, acud¨ªan m¨¢s: Pedro La¨ªn Entralgo, Rafael Lapesa, ?ngel Gonz¨¢lez, Areilza, Rosales¡­ Yo he querido mucho a los acad¨¦micos. Ahora tengo que encargarme de los directores y profesores de centros, son gente que est¨¢ por ah¨ª, por el mundo, necesitada de apoyo.

La tarea de misi¨®n que ve¨ªa L¨¢zaro Carreter en el Cervantes¡­ Pero es que ah¨ª damos con otro rasgo de su personalidad porque usted ha trabajado tambi¨¦n como sacerdote. S¨ª. Hace ya casi medio siglo de ello y fue por poco tiempo. Pero guardo un gran respeto a esa etapa, a la que debo mucho de mi formaci¨®n. No estuve en el tipo de misi¨®n a la que se refer¨ªa L¨¢zaro. Trabaj¨¦ en la informaci¨®n de la Iglesia y fund¨¦, siendo arzobispo Taranc¨®n, con quien tuve una relaci¨®n cercana, el semanario Esta Hora. Pero b¨¢sicamente era profesor y si tuve alguna notoriedad fue porque escrib¨ªa en La Nueva Espa?a. Guardo grandes amigos de entonces. Desde cardenales hasta curas de aldea. Hay gente que dice que empleo la diplomacia vaticana. No me disgusta¡­

No me corresponde decir si he sido visionario. So?ador s¨ª fui siempre

Como vocaci¨®n, queda, construye. Mucho va en la pasta, en la manera de ser. Hay gente conflictiva por naturaleza, que parecen salamandras, que no viven a gusto m¨¢s que en el fuego, y luego hay gente de paz. Yo lo soy. Pero no por haber dedicado pocos a?os de mi vida a eso. Yo me recuerdo de ni?o como un muchacho pac¨ªfico, eso va en la manera de ser, en el car¨¢cter.

Todo construye una vida. Desde luego. Un hombre es muchos hombres. Eso lo cuenta Mario Vargas Llosa en su ¨²ltima novela, El sue?o del celta. Aun la persona que nos parece m¨¢s anodina es muchas a la vez.

Tambi¨¦n tiene su etapa como profesor de instituto. Eso fue muy importante. Lo que yo soy ahora es el final de una etapa que ha durado 50 a?os. Una carrera de letras. Tuve la suerte de disfrutar a grandes maestros. Fui disc¨ªpulo amado de Emilio Alarcos, nada menos. De Jos¨¦ Mar¨ªa Cachero, Jos¨¦ Caso, verdaderos maestros. Y a poco de terminar comenc¨¦ la carrera docente con oposiciones sucesivas, de abajo arriba: primero fui adjunto y luego catedr¨¢tico de instituto; en Valladolid, penene de universidad, despu¨¦s agregado, m¨¢s tarde catedr¨¢tico¡­ Ha sido una carrera muy variada en la universidad, en Zaragoza, en Salamanca¡­ All¨ª mov¨ª muchas iniciativas, incluso me hice cargo de los cursos internacionales de ense?anza de espa?ol a extranjeros, qu¨¦ cosas.

Ya dicen muchos que usted tiene algo de visionario en esto del idioma. No me corresponde a m¨ª decir eso. So?ador s¨ª fui siempre. Pero visionario¡­

Lo digo por el concepto panhisp¨¢nico que impuls¨® usted en la Real Academia y cambi¨® la manera de percibir la ense?anza y el poder sobre el idioma. Pas¨® de ser castellano dictado por normas castellanas a espa?ol global, en el que Am¨¦rica ten¨ªa tanto o m¨¢s que decir sobre el idioma que Espa?a misma. Bueno, pero ah¨ª tengo que pagar peajes. ?Por qu¨¦ yo me interes¨¦ por Am¨¦rica? Tiene su deuda. Yo era un gran europe¨ªsta. Por mis a?os de estudio en Roma, algunas estancias en Alemania y porque mi padre, que era juez, se sent¨ªa muy ligado a lo franc¨¦s. Cuando Fernando L¨¢zaro me propuso ser secretario de la Academia, habl¨¦ mucho con Alonso Zamora Vicente. Fue ¨¦l quien me dijo: ¡°V¨ªctor, por favor, oc¨²pate de Am¨¦rica, estamos ciegos¡±. Tambi¨¦n me pidieron lo mismo Francisco Ayala y Gregorio Salvador. Fueron dos referencias que me hicieron reflexionar hondamente. Surgi¨® la idea del panhispanismo despu¨¦s de ser alertado por ellos. Cuando hicimos la nueva gram¨¢tica, nos planteamos la colaboraci¨®n con el resto de las academias, y as¨ª ha sido con el resto de lo que se ha hecho despu¨¦s. Pero eso ya estaba planteado desde el principio.

?Con antecedentes? Las academias se constituyeron como organismos correspondientes de la espa?ola, precisamente para atajar los conatos de independentismo ling¨¹¨ªstico gracias sobre todo a Andr¨¦s Bello. Se revela y dice: ¡°?De qu¨¦ est¨¢is hablando? La lengua es nuestra¡±. Fueron academias formadas por gente de gran representatividad e influencia en los pa¨ªses nacientes. Algo que ocurre ahora tambi¨¦n, son miembros de mucho peso. Estaba claro que deb¨ªamos trabajar en conjunto, y as¨ª ha sido. Mi mejor aportaci¨®n a esa etapa ha sido favorecer que los tres grandes c¨®digos puestos al d¨ªa durante mis mandatos ¨Cel gramatical, el ortogr¨¢fico y el l¨¦xico se hicieran como obra de todas las academias sobre el espa?ol de todo el mundo. Hoy eso es una realidad. Y nos va a servir en la labor que ahora nos toca al frente del Cervantes.

Por eso dice usted mismo que le han llamado. Por algo que resume, a mi juicio, en una carta Alfredo Matos, el director de la Academia Chilena: ¡°Tu concepci¨®n y convicci¨®n panhisp¨¢nicas ahora en perspectiva transhisp¨¢nica universal¡±.

Eso puede ser un eje de su mandato. As¨ª es.

Pero antes debe limar las asperezas eternas entre los Ministerios de Educaci¨®n y Cultura y Exteriores para hacerse fuertes en esta instituci¨®n. ?C¨®mo va la lucha? Hay varios organismos de la cultura espa?ola que van por su parte. Existe una dispersi¨®n de esfuerzos que sumados producir¨ªan una sinergia considerable. Hace falta ponernos a remediarlo. Cada entidad tiene su normativa, pero con un poco de buena voluntad por parte de todos El Cervantes est¨¢ ausente de Am¨¦rica Latina, pero los centros culturales espa?oles que existen all¨ª pueden servir de palestra para organizar cosas en conjunto. A eso llegaremos pronto porque es tan obvio que resulta dif¨ªcil encontrar quien est¨¦ en contra de eso. Se ha se?alado que en la toma de posesi¨®n, el ministro de Exteriores dej¨® claro que esto era suyo y lo hizo en presencia del responsable de Educaci¨®n y Cultura. Pero yo puedo decir que se han dado pasos para clarificar todo eso. Lo primero que hemos hecho es modificar el reglamento. Ha sido f¨¢cil, y por eso mismo pienso que cuando llame a las puertas para unir sinergias, estoy muy confiado en que se va a conseguir y ser¨¢ un paso importante.

?El reto de lo digital nos desborda para el idioma tambi¨¦n? S¨ª, y eso exige investigaci¨®n, negociaci¨®n comercial con las grandes firmas, es un momento en que urge pensar, por muchas razones, y urge superar los compartimentos peque?os y unirse en sinergia no solo a nivel del Estado, sino con relaciones estrechas con las industrias culturales y con las empresas a las que interese la promoci¨®n de sus labores. No solo la cultura, tambi¨¦n la ciencia, la tecnolog¨ªa. Todo eso est¨¢ por pensar y por definir. Vendr¨¢ el mecenazgo y la ayuda, pero no porque pidamos, sino para ofrecerles.

?Por qu¨¦? ?Se acab¨® ir de pedig¨¹e?os? ?Es a ellas a las que se debe convencer de que pueden sacar id¨¦ntico partido? Efectivamente. Hay que venderles a las empresas el valor de sus posibilidades abiertas al espa?ol para hacer cosas conjuntas. Es un problema de apertura y de vuelo. Aunque solo sea por la rentabilidad econ¨®mica que les supone a las empresas. En Estados Unidos, dos de cada tres estudiantes la eligen como segunda lengua. ?Por qu¨¦? Porque dicen que es ¨²til. Para ganarse la vida. Ese cambio de mentalidad no lo podemos hacer solos, sino con los protagonistas de todo ese fen¨®meno, que son los pa¨ªses hispanoamericanos.