Luck

Dustin Hoffman sal¨ªa p¨¢lido y desmejorado de un hotel de alta alcurnia en el Madrid del ¨²ltimo verano. Iba acompa?ado de su mujer, una dama delicada y blanca, y ¨¦l mismo iba vestido de colores claros pero c¨¢lidos como si fuera el Gran Gatsby pero ya en la decadencia. Claro, nosotros lo mir¨¢bamos como si todav¨ªa tuviera que tener el aspecto de aquel muchacho insolente que se llev¨® a la chica m¨¢s codiciada de la clase. Eran los tiempos de El Graduado, la pel¨ªcula que inaugur¨® una manera de ver a Am¨¦rica.

Aquella epopeya sentimental convirti¨® a Hoffman en el estandarte de una Am¨¦rica distinta, que ya no era solo la de la guerra de Vietnam. Pasaron muchos, por nosotros tambi¨¦n, y este Dustin que paseaba melanc¨®lico por el barrio de Chamber¨ª ya no era, ni de lejos, aquel muchacho que primero sedujo a la madre y despu¨¦s a la hija en la pel¨ªcula m¨¢s famosa de su filmograf¨ªa.

Tan disminuida se hallaba su autoestima que entonces declar¨® que se hallaba en expectativa de destino y que ya nadie se acordaba de ¨¦l para papeles de alguna sustancia. Ya me ve aqu¨ª, nos dijo, poniendo voz a los dibujos animados, pues en ese momento estaba por aqu¨ª promoviendo un filme de esas caracter¨ªsticas. Pues se ve que entonces el Dustin Hoffman que andaba como si viniera de una enfermedad molesta que le hac¨ªa caminar como si estuviera recuper¨¢ndose de un largo rato en la c¨¢rcel, se estaba preparando para una resurrecci¨®n que tiene en la pantalla chica su testigo. ?l no hab¨ªa hecho jam¨¢s una serie y ha esperado hasta ahora para asumir un papel protagonista en el m¨¢s resbaladizo de los medios. Dijo entonces, cuando andaba p¨¢lido por Madrid, que nadie le encontraba un papel para su edad ni para sus condiciones. Pero ya se estaba preparando para ser ese espl¨¦ndido g¨¢ngster que ahora se asoma a la pantalla en Canal + para ama?ar carreras de caballos con un estilo que solo puede ser suyo pero que ahora se emparenta con los m¨¢s malvados mafiosos.

Te gusten o no te gusten las carreras de caballos, esta serie, que se llama Luck justifica aquella palidez, aquella sensaci¨®n de que ya estaba acabado. Claro, se estaba entrenando para ser el mafioso que se resiste a que le ganen los otros mafiosos de las carreras. Suerte que haya actores como ¨¦l todav¨ªa para esta pantalla chica.