De viaje por 'La Dimensi¨®n Desconocida'
Seleccionamos cinco episodiodios clave de la etapa cl¨¢sica del programa.
La publicaci¨®n de The Twilight Zone, editado por Scifiworld en colaboraci¨®n con el Festival Internacional de Cinema Fant¨¤stic de Sitges, supone la primera obra de referencia en castellano sobre la m¨ªtica serie televisiva. A lo largo de m¨¢s de cuatrocientas p¨¢ginas, se lleva a cabo un exhaustivo an¨¢lisis de la serie creada por Rod Serling, reivindicando la labor de aquellos guionistas y realizadores que hicieron de ella un cl¨¢sico de referencia dentro del g¨¦nero fant¨¢stico.
Tres cuartos de hora antes de la emisi¨®n en directo de un dram¨¢tico televisivo sobre el holocausto nazi, el guionista Rod Serling es abordado por el productor del programa para comunicarle un cambio de ¨²ltima hora. Las presiones del patrocinador del espacio (una compa?¨ªa de gas) obligaban a eliminar una de las escenas cumbre, en la que varios jud¨ªos son enviados a las duchas para ser gaseados. De no ser as¨ª, la empresa retirar¨ªa la financiaci¨®n para evitar posibles perjuicios comerciales y el programa ser¨ªa cancelado.
La an¨¦cdota puede sonar a broma (de hecho, Martin Ritt la aprovech¨® para su pel¨ªcula La tapadera) pero no era la primera vez que Serling se ve¨ªa obligado a reescribir una de sus obras por las imposiciones de la mercadotecnia. Tampoco ser¨ªa la ¨²ltima, pero para Serling esa fue la gota que colm¨® el vaso. A pesar del prestigio profesional de R¨¦quiem por un peso pesado (todav¨ªa considerado por muchos como el mejor gui¨®n televisivo de la historia), las constantes injerencias externas le imped¨ªan realizarse plenamente como artista. Sus vivencias como ex-boxeador y veterano de guerra modelaron su car¨¢cter, haci¨¦ndole proclive al relato pesimista y los dramas de trasfondo social, siempre dentro los estrictos l¨ªmites impuestos por las cadenas de televisi¨®n de la ¨¦poca. As¨ª nace The Twilight Zone: como un subterfugio de autor para abordar temas espinosos de la actualidad de la ¨¦poca como la lucha por los derechos civiles, la caza de brujas o la amenaza at¨®mica, esquivando las tijeras de la censura bajo el amparo del g¨¦nero fant¨¢stico. Aprovechando la coartada de los viajes en el tiempo, los visitantes extraterrestres o los pactos demon¨ªacos, cada gui¨®n es susceptible al comentario social y la cuesti¨®n ¨¦tica.
Durante la gestaci¨®n de la serie, Serling lleg¨® a trabajar hasta 18 horas diarias y escribir guiones en menos de 40 horas. Se reserv¨® el papel estelar de presentador a lo Alfred Hitchcock y acert¨® a la hora de rodarse de los mejores escritores (Richard Matheson, Charles Beaumont, Ray Bradbury) y a pesar de lo escaso de su presupuesto, consigui¨® reunir a grandes talentos delante (Burgess Meredith, Charles Bronson, Lee Marvin, Mickey Rooney, Robert Redford) y detr¨¢s de las c¨¢maras (Don Siegel, Stuart Rosenberg, Richard Donner, Jacques Tourneur, John Brahm y Mitchell Leisen).
La serie se mantuvo seis a?os en antena, superando en calidad a sus imitadoras (The Outer Limits, Cuentos Asombrosos) y reencarnaciones posteriores, que no supieron (o no pudieron) estar a la altura de su referente cl¨¢sico. En 1986, John Landis, Steven Spielberg, Joe Dante y George Miller sumar¨ªan esfuerzos para llevar al cine algunos de los episodios originales a modo de homenaje. El actor Vic Morrow (padre de Jeniffer Jason Leigh) falleci¨® en un tr¨¢gico accidente durante el rodaje del segmento dirigido por Landis, comprometiendo el futuro comercial del largometraje, que conocer¨ªa un ¨¦xito m¨¢s bien discreto en nuestro pa¨ªs bajo el t¨ªtulo de En los l¨ªmites de la realidad.
La influencia de la serie en el posterior devenir del g¨¦nero fant¨¢stico trasciende la muerte de su creador en 1975, anticipando los logros de Richard Kelly, J.J. Abrams y Charlie Brooker. Sin ir m¨¢s lejos, cap¨ªtulos como A World of Difference (1960) y Little Girl Lost (1962) prefiguran El show de Truman (Peter Weir, 1998) y Poltergeist (Tobe Hopper, 1982).
Cinco cl¨¢sicos de La Dimensi¨®n Desconocida
- Nightmare at 20,000 feet (1963) encabeza esta lista por varias razones. Pero la m¨¢s importante de todas, al margen de sus incuestionables m¨¦ritos art¨ªsticos, es su enorme popularidad. Con el paso del tiempo, el recuerdo de William Shatner aterrorizado por un monstruo en pleno vuelo se ha convertido en uno de los iconos m¨¢s emblem¨¢ticos de la serie, siendo objeto de innumerables homenajes, dentro y fuera de la peque?a pantalla, incluyendo su correspondiente adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica con un extraordinario John Lithgow.
Partiendo de un antol¨®gico relato de cosecha propia, el libreto de Richard Matheson lleva al paroxismo el miedo a volar y le regala uno de los papeles de su vida a Shatner, a?os antes de enfundarse el pijama espacial del Capit¨¢n Kirk. El actor ya hab¨ªa protagonizado otra de sus inquietantes ficciones para la serie (Nick of Time) y ambos repetir¨ªan alianza en un cap¨ªtulo de culto de Star Trek, The Enemy Within. Matheson elogi¨® tanto la labor del actor como del director (un jovenc¨ªsimo Richard Donner) pero se mostr¨® decepcionado por el dise?o de la criatura. En su opini¨®n "se ve¨ªa algo rid¨ªculo; parec¨ªa un hura?o osito de peluche".
- It's a good life (1961). ¡°Este es el monstruo. Se llama Anthony Freemont. Tiene seis a?os de edad, un dulce rostro infantil y hermosos ojos azules¡¡±. Stephen King nunca ha tenido reparos en describirse a s¨ª mismo como ¡°un producto de La Dimensi¨®n Desconocida¡±. Como la mayor¨ªa de chavales de su generaci¨®n creci¨® fascinado con la serie, que acabar¨ªa ejerciendo una poderosa influencia en su posterior carrera como escritor. Tal vez por eso el eco de este cap¨ªtulo resuene poderosamente en Los chicos del ma¨ªz (Fritz Kiersch, 1984), del mismo modo que esta adaptaci¨®n de Serling del relato original de Jerome Bixby evidencia su deuda con El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960).
Convertir los caprichos de un mocoso en una par¨¢bola sobre la represi¨®n de la vida en provincias no est¨¢ al alcance de cualquiera, como se encargar¨ªa de confirmar el remake cinematogr¨¢fico de Joe Dante. La resoluci¨®n del original es mucho m¨¢s oscura y terrible, sin necesidad de recurrir al gui?o nost¨¢lgico ni a la cultura popular para aliviar el mal trago. El episodio conocer¨ªa una secuela en su revival de 2002, titulado It's Still a Good Life, con Bill Mummy (el ni?o protagonista) y Cloris Leachman (su aterrorizada madre) repitiendo sus respectivos papeles cuarenta a?os m¨¢s tarde. Como curiosidad, se?alar que la propia hija de Mummy, Liliana, interpreta en la ficci¨®n a la peque?a Audrey, perpetuando as¨ª la tradici¨®n familiar.
- Eye of the beholder (1960). Si existe un cap¨ªtulo que resuma las constantes del estilo de Rod Serling, sin duda es ¨¦ste. El espectador asume un planteamiento cotidiano y realista: en un hospital, una mujer espera el resultado de su operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica. Pero a medida que avanza el metraje la incertidumbre de la protagonista comienza a adquirir visos m¨¢s grotescos. El brillante golpe de efecto propuesto por Serling se sostiene gracias al esfuerzo de planificaci¨®n de Douglas Heyes: todo un prodigio de austeridad, ritmo y rigor narrativo, que insin¨²a m¨¢s de lo que muestra mediante una puesta en escena casi expresionista.
La inversi¨®n final del punto de vista nos invita a reflexionar sobre el distorsionado ideal de belleza de una sociedad v¨ªctima de las apariencias. Por m¨¢s que los la excelente banda sonora del gran Bernard Herrmann contribuya a dotar al episodio de una atm¨®sfera de ciencia-ficci¨®n, su mensaje sigue tan vigente como el primer d¨ªa. Y eso es lo m¨¢s inquietante de todo.
- The invaders (1961). En nuestro recorrido resulta inevitable volver una y otra vez sobre Richard Matheson. Ya s¨®lo como guionista de la serie, el autor de Soy Leyenda (1954) y El incre¨ªble hombre menguante (1957) merecer¨ªa un cap¨ªtulo aparte; bien sea adaptando material propio (v¨¦ase Night Call, magistralmente dirigido por Jacques Tourneur) o firmando libretos originales como el que nos ocupa.
Siguiendo con la m¨¢xima de "menos es m¨¢s", Douglas Heyes vuelve a obrar el milagro. Los rigores de la producci¨®n obligaron a desarrollar la historia en un ¨²nico escenario, reciclando maquetas y atrezzo de Planeta Prohibido (Fred McLeod Wilcox, 1956) sin que el resultado se resintiese lo m¨¢s m¨ªnimo. La soberbia interpretaci¨®n de Agnes Moorehead en el papel de una granjera acosada en la intimidad de su hogar por unos extra?os invasores, se convierte en la principal atracci¨®n de un cap¨ªtulo que prescinde de los di¨¢logos, en favor de la sensacional partitura de Jerry Goldsmith. Eso por no hablar de la sorpresa final, sencillamente memorable.
- Shadow Play (1961) es un ejemplo de la impronta visionaria del malogrado guionista Charles Beaumont. A pesar de su temprana muerte, v¨ªctima de una extra?a enfermedad degenerativa, nos leg¨® una fecunda obra que clama por una inmediata reivindicaci¨®n. Esta historia, sobre la pesadilla recurrente de un reo condenado a muerte, ofrece una visi¨®n de la realidad conceciba como "un sue?o dentro de otro sue?o". Los paralelismos metaling¨¹¨ªsticos con Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) y Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993) no son casuales y se prolongan -si me apuran- hasta Abre los ojos (Alejando Amen¨¢bar, 1997) y Or¨ªgen (Christopher Nolan, 2010).
A caballo entre el cine negro y la alegor¨ªa siniestra, el realizador John Brahm orquesta una pieza de c¨¢mara basada en el montaje fragmentado y los planos subjetivos, de una postmodernidad inintencionada pero aplastante. Y lo consigue sin abandonar la econom¨ªa de medios, haciendo gala de un sombr¨ªo tono on¨ªrico que sintoniza con el David Lynch de Carretera perdida (1997) y alecciona sobre los l¨ªmites de la ficci¨®n y la vida misma, concebida como un sue?o dentro de un sue?o. Ese territorio sin mapas que todav¨ªa conocemos como La Dimensi¨®n Desconocida.
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