L¨®pez Sim¨®n corta la ¨²nica oreja

La primera de las dos novilladas anunciadas en el abono fallero pas¨® sin pena ni gloria. No fue insalvable el lote de Javier Molina, aunque tampoco dio motivos para brillar con ¨¦l. Muy justa de presencia, aparecieron por el ruedo novillotes con hechuras de erales: poca cara y sin remate, como a medio hacer. Tercero, engatillado, y quinto, cornidelantero, fueron m¨¢s ofensivos. M¨¢s toros, en definitiva. Ninguno se dej¨® la piel en el caballo, m¨¢s bien pasaron de puntillas. El cuarto protest¨® y el quinto se march¨® distra¨ªdo. No aprobaron la primera asignatura de la lidia.

Tampoco en la muleta pasaron el control. Muy forzados a embestir, no tuvieron entrega y renegaron por mala costumbre. Una cosa buena para apuntar: aunque parecieron rendir sus fuerzas al salir del primer tercio, aguantaron m¨¢s que bien en el ¨²ltimo. Embistieron sin compostura, alg¨²n conato de violencia, pero resistieron a pesar de que algunas faenas se pasaron de rosca.

L¨®pez Sim¨®n fue el mejor parado de los tres espadas, por lo menos a efectos del marcador. Cort¨® la ¨²nica oreja del festejo en el tercero al que salud¨® con la muleta con las dos rodillas en tierra, en el platillo. Ya de pie, la faena fue una especie de lucha incruenta con un animoso Sim¨®n y un novillo forzado a embestir, que aguant¨® como pudo y result¨® de cuerda m¨¢s larga de lo que se esperaba. Alg¨²n apurillo y alg¨²n barullo se mezcl¨® en L¨®pez Sim¨®n, que al acertar con la espada tuvo premio. Con el sexto intent¨® forzar la situaci¨®n. No ayud¨® el novillo, que reneg¨® siempre. Volvi¨® Sim¨®n a provocar un pulso, aunque su actitud no result¨®. Las cercan¨ªas del final y un desarme, por puro af¨¢n de atacar a la desesperada, dejaron en tablas la batalla.

Muy firme y dispuesto Pascual Javier, pero se estrell¨® contra el muro que fueron sus dos novillos. A su primero lo mal picaron, casi le dejan hecho unos zorros para llegar a la muleta sin resuello. Javier le oblig¨® con cites a la voz. Arranc¨® uno a uno los muletazos, pero pec¨® de alargar mucho un trabajo que a la postre no tuvo compensaci¨®n. El cuarto le puso en el trance de soltar el capote y echarse casi de cabeza al callej¨®n, al ven¨ªrsele sesgado y sorprenderle. De cabeceo inc¨®modo y un punto descompuesto, el novillo le puso a prueba. Trato de ligar sin perder terreno y no dej¨® que el de Javier Molina le tropezara la tela. Aguant¨® bien Pascual. Con valor. Pero no se acord¨® de la penitencia del primero y volvi¨® a caer en la trampa con otra faena de metraje excesivo.

Al espigado Sergio Flores le vino peque?o el segundo de la tarde, de tipo y cara de eralote. Adem¨¢s de feucho. Flores despleg¨® repertorio con el capote, cual fidelidad a su patria mexicana, aunque un poco amontonado y ligero. Luego ech¨® de oficio y combin¨® momentos interesantes. El novillo respondi¨® sin clase ni emoci¨®n, pero no le complic¨® la vida al azteca. Pena fue que le hiciera guardia con la espada y se derrumbara un reconocimiento mayor. El quinto manse¨® en varas y lleg¨® a la muleta descompuesto, con un cabeceo para mosquear. Con el ambiente muy fr¨ªo, Flores, que busc¨® por aqu¨ª y por all¨¢, ni encontr¨® soluciones ni termin¨® de aclararse.