Hipertrofias, envidias y carencias varias
El libro siempre ha gozado en Francia de m¨¢s respetuosa consideraci¨®n, lo que revela espectacularmente la incoherente hipertrofia de nuestra producci¨®n libresca
En 2011 se publicaron en Francia 64.000 t¨ªtulos, casi 40.000 menos que en Espa?a. Los franceses son bastantes m¨¢s que nosotros y, no nos enga?emos, el libro siempre ha gozado entre ellos de m¨¢s respetuosa consideraci¨®n, de modo que esa diferencia revela espectacularmente la incoherente hipertrofia de nuestra producci¨®n libresca. Ya s¨¦ que nuestra sobreproducci¨®n (con su secuela de tiradas casi homeop¨¢ticas) concierne a las empresas privadas, pero se supone que, en t¨¦rminos generales, el Estado tiene algo que decir en los problemas de los diferentes sectores econ¨®micos (si no, mejor abolirlo, como deseaba el viejo Bakunin). En todo caso, si me refiero sobre todo a Francia se debe a que, en lo que respecta a las pol¨ªticas del libro, las de nuestros vecinos han sido tradicionalmente inspiraci¨®n para las nuestras. Y, sin embargo, si consultan la p¨¢gina del centrenationaldulivre.fr, apreciar¨¢n algunas diferencias. All¨ª ¡ªincluso con un Gobierno conservador¡ª no tienen ning¨²n remilgo neoliberal en ayudar y subvencionar cuando consideran que hay que hacerlo, con y sin crisis. El a?o pasado, sin ir m¨¢s lejos, el CNL apoy¨® activamente o subvencion¨® m¨¢s de 3.000 proyectos diferentes: desde ferias, encuentros y manifestaciones literarias, a editores, autores, traductores, libreros, bibliotecas, revistas culturales, etc¨¦tera. No es que aqu¨ª no se haga nada de eso, entend¨¢monos, pero lo de all¨ª (donde, insisto, se publican bastantes menos t¨ªtulos que aqu¨ª) da un poco de envidia (como tambi¨¦n la da, en el ¨¢mbito de la empresa privada, el hecho de que los editores franceses se gastaran 158 millones de euros en publicidad para promocionar sus productos). Sobre el papel, las funciones del CNL (un organismo vinculado al Minist¨¨re de la Culture et la Communication) son muy semejantes a las de la Direcci¨®n General de Pol¨ªticas e Industrias Culturales y del Libro, pero no me importar¨ªa que en las prioridades, objetivos, logros y comunicaci¨®n tambi¨¦n nos hici¨¦ramos m¨¢s afrancesados. Ya s¨¦ que las competencias han sido transferidas, pero eso no exime de desarrollar una pol¨ªtica de Estado sin complejos en el ¨¢rea de la cultura escrita, teniendo en cuenta nuestro ordenamiento institucional y siempre en contacto con las Administraciones auton¨®micas. Aqu¨ª parece que ahora solo nos interese la proyecci¨®n exterior, algo para lo que ya est¨¢ el Instituto Cervantes, que depende de varios ministerios. Con la que est¨¢ cayendo (?hace la se?ora Lizaranzu suficiente trabajo de campo en las librer¨ªas?) ser¨ªa bueno que la DGPICL, si es que las siglas son las correctas, se abriera m¨¢s a los problemas reales (y de ahora mismo) del sector. Al fin y al cabo, y como expres¨® magistralmente el sabio Montaigne (en Ensayos, libro III, cap¨ªtulo 3), el libro es ¡°la mejor munici¨®n que he encontrado para el humano viaje¡±. Y en cualquier soporte, por cierto.
Traducciones
Hace algunas semanas me refer¨ªa a una editorial que hab¨ªa rescatado, para una colecci¨®n de cl¨¢sicos destinada al gran p¨²blico, determinadas traducciones ¡°hist¨®ricas¡± (libres de derechos), a pesar de sus carencias o su falta de rigor. Nada que ver, desde luego, con la nueva Biblioteca de traductores, un proyecto de Alianza que pretende publicar ¡°nuevas o primeras traducciones¡±, realizadas ex profeso por grandes profesionales, de obras en derecho p¨²blico. Los dos primeros vol¨²menes (en librer¨ªas a partir de la pr¨®xima semana) son Silas Marner (1861), tercera novela de George Eliot (seud¨®nimo de Mary Ann Evans), en versi¨®n de Jos¨¦ Luis L¨®pez Mu?oz, y Meaulnes, el Grande (1913), la ¨²nica que lleg¨® a publicar Alain-Fournier (seud¨®nimo de Henri Alban-Fournier), en versi¨®n de Ram¨®n Buenaventura: la primera, una obra maestra del realismo brit¨¢nico; la segunda, publicada el mismo a?o que la primera entrega de ? la recherche du temps perdu, una obra fundamental del canon franc¨¦s del siglo XX. La idea impl¨ªcita en la colecci¨®n es, adem¨¢s de ofrecer al p¨²blico de nuestro tiempo impecables traducciones de obras imprescindibles del canon literario, reivindicar la coautor¨ªa de las obras en la lengua de llegada, un viejo anhelo del asendereado gremio de traductores. Sean m¨¢s o menos partidarios de la traducci¨®n ¡°palabra a palabra¡± o ¡°sentido a sentido¡± (Borges lleg¨® a afirmar, refiri¨¦ndose a su propia traducci¨®n del Vathek, de William Beckford, que a veces ¡°el original es infiel a la traducci¨®n¡±), esta colecci¨®n podr¨ªa llegar a constituir una especie de monumento vivo al trabajo de los (buenos) traductores, especialmente si mantiene el nivel de excelencia y se les invita a que sean ellos mismos quienes elijan el libro. Por cierto, si desean conocer las l¨²cidas reflexiones acerca de su trabajo de una excelente traductora norteamericana (de autores como Garc¨ªa M¨¢rquez, Mu?oz Molina, Vargas Llosa o Cervantes), no se pierdan Por qu¨¦ la traducci¨®n importa, de Edith Grossman, publicado recientemente por Katz.
Argelia
Ma?ana se conmemora el cincuentenario de los Acuerdos de Evian, que establecieron oficialmente el fin de la de la Guerra de Argelia, un cruel conflicto que provoc¨® el m¨¢s grave enfrentamiento entre franceses desde el final de la Segunda Guerra Mundial. All¨ª fueron enviados entre 1954 y 1962 m¨¢s de dos millones de soldados, incluyendo a los harkis, argelinos que apoyaban una Argelia francesa. De la parte m¨¢s sucia de aquella guerra terrible trataba La batalla de Argel (1965), de Gillo Pontecorvo, prohibida en Francia hasta 1971 y en Espa?a hasta despu¨¦s de la muerte de Franco. La edici¨®n francesa celebra el aniversario con la publicaci¨®n una avalancha de novedades y reediciones de m¨¢s de cien libros, incluyendo, adem¨¢s de ensayos hist¨®ricos o sociol¨®gicos, novelas y c¨®mics. Entre estos ¨²ltimos recomiendo Retour ¨¤ Saint-Laurent des-arabes (Delcourt), un ¨¢lbum realista y luminoso de Daniel Blancou que pone en vi?etas las experiencias de sus padres como institutores en un campo de refugiados harkis.
Berenguela
Lo bueno de las grandes biograf¨ªas hist¨®ricas (y en eso son maestros los angloparlantes) es que logran trascender a su sujeto, por poderoso y carism¨¢tico que sea, para ofrecer al lector lo m¨¢s parecido a una panor¨¢mica vivida de su ¨¦poca. Eso es lo que tambi¨¦n ha conseguido Salvador Mart¨ªnez, profesor jubilado de la New York University, con Berenguela la Grande y su ¨¦poca (1180-1246), una monumental (900 p¨¢ginas) biograf¨ªa, de la que fue madre de Fernando III y abuela de Alfonso X, y que rigi¨® la pol¨ªtica castellano-leonesa durante casi medio siglo: una gobernante excepcional (y partidaria de los pactos) presidiendo una ¨¦poca turbulenta y dif¨ªcil, cuando la Edad Media se abre al primer renacimiento del siglo XII, la reconquista entra en su fase final, y las relaciones de parentesco entre las monarqu¨ªas occidentales trazan (y modifican) una tupida y compleja red de alianzas europeas. Una biograf¨ªa apasionante de un personaje irrepetible. La ha publicado Polifemo, un sello al que no parece arredrar nuestro deca¨ªdo Zeitgeist.?
Babelia
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