Siempre se rompen cosas en las mudanzas
MIGUEL S?ENZ
¡°Nunca jam¨¢s¡±
?En su libro ?Por qu¨¦ lleva un pez en la oreja?, David Bellos inventa una par¨¢bola: el capit¨¢n de un veh¨ªculo espacial regresa de un planeta lejano y declara que ha conseguido establecer contacto con sus habitantes. Al preguntarle qu¨¦ le han dicho responde que no puede decirlo porque el idioma es absolutamente intraducible. Los traductores nos pasamos la vida visitando planetas lejanos. No nos importa, sabiendo que toda traducci¨®n es un traslado y que ¡°siempre se rompen cosas en las mudanzas¡±. Adem¨¢s, desde hace siglos todos los libros son traducciones: nuestro planeta ha sido invadido por ¡°replicantes¡±. Algunos se han refugiado ahora en la selva amaz¨®nica; otros hacen apariciones fugaces en garitos cibern¨¦ticos, otros, obesos, se amontonan en grandes almacenes¡ Probablemente, las traducciones, como todos los seres queridos, seguir¨¢n viviendo mientras alguien las recuerde y pueda citar, aunque sea imprecisamente, alguna frase de Guillermo Brown.
ISABEL GARC?A AD?NEZ
La boina m¨¢gica
Cuando la coqueta Madame Chauchat vuelve al sanatorio tras una larga estancia en el Pirineo catal¨¢n, sorprende a su enamorado Hans Castorp con ¡°un peque?o bonete azul¡± que ¡°se parece mucho a un fez, una boina¡± (La monta?a m¨¢gica, 819). Si a m¨ª me causaba cierto apuro esta visi¨®n de que ?frica empieza en los Pirineos, en la editorial de Barcelona se llevaron literalmente las manos a la cabeza. Si acaso, ser¨ªa una barretina, pero¡ ?azul? Pasamos semanas investigando sobre barretinas, txapelas y toda suerte de tocados peninsulares y lo cambiamos cien veces. Al final, mantuvimos la ¨²nica palabra espa?ola que Mann empleara jam¨¢s (de hecho, su relaci¨®n con Espa?a es muy poco relevante), un fant¨¢stico extranjerismo en el original: die Boina. Si tama?a confusi¨®n de conceptos ha escandalizado a alg¨²n lector, sepa que no es un error de la traductora (madrile?a). Sin duda, se trata de una boina m¨¢gica.
JES?S ZULAIKA
Azar e inconsciencia
A la traducci¨®n literaria se llega por v¨ªas varias. Los profesionales m¨¢s acreditados llegaron a ella por azar, si bien no fue el azar lo que les hizo quedarse, sino la inconsciencia. Dedicaci¨®n altruista donde las haya, puede abordarse desde dos ¨®pticas: la pragm¨¢tica (diccionarios, amigo americano) y la m¨¢gica (mirada zen sobre vocablo esquivo hasta que el sentido se te ofrece como una fruta madura). (Aunque una vez me qued¨¦ mirando ¡°black hole¡± y por poco desaparezco: tuvo que tirar de m¨ª Jordan Elgrably, mi amigo americano). Hoy el amigo americano es Internet. Sin Internet los frenop¨¢ticos estar¨ªan llenos de traductores literarios. Mucho ojo con estos sujetos. Mi hermano Jaime acept¨® mi sugerencia de dedicarse a esto, y a¨²n hoy le sorprendo a veces una mirada torva (yo disimulo). Porque la traducci¨®n literaria ¡°engancha¡±. Y acaba siendo un oficio hermoso en el que te sientes libre como los p¨¢jaros.
CLARA JAN?S
Una labor triple
Cuando el poeta Fazil H¨¹sn¨¹ Daglarca, en el encuentro Poesium de Estambul (1991), dijo: ¡°Poes¨ªa es lo que queda cuando desaparecen las palabras¡±, en oposici¨®n a la frase: ¡°La poes¨ªa se hace con palabras¡±, abr¨ªa la puerta al traductor de la l¨ªrica. No obstante, las palabras est¨¢n ah¨ª, con su materialidad y su concepto. Por ello traducir poes¨ªa es una labor triple; incluye las palabras en sus dos aspectos, su valor en el poema y, con frecuencia, situarse en la mente del poeta antes de formularlas. Genial, en este sentido, se mostr¨® Octavio Paz, enfrentado al ¡®Soneto en ix¡¯ de Mallarm¨¦, al convertir ¡°aboli bibelot¡± en ¡°espiral espirada¡±, sustituyendo la curva sonora de las vocales aoi-ieo por una curva conceptual, dando una primera palabra que claramente se abre y una segunda ambigua que remite a apertura, ¡°exhalar¡±, pero a la vez nos recuerda a otra que significa apagamiento, muerte: ¡°expirar¡±.?
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