?Qu¨¦ hiciste en la guerra, Adolf?
Ni cabo ni soldado de primera l¨ªnea: el historiador Thomas Weber desmonta los lugares comunes sobre la participaci¨®n de Hitler en la I Guerra Mundial
Ese anodino hombre gris de uniforme que cruza una calle adoquinada fusil al hombro, embutido en un largo abrigo militar y tocado con el pickelhaube, el caracter¨ªstico casco alem¨¢n de la Gran Guerra coronado por un pincho, ser¨¢ con el tiempo el causante de la mayor hecatombe de la historia. Se llama Adolf Hitler. El joven historiador alem¨¢n Thomas Weber (1974), doctorado en Oxford y profesor de Historia de Europa e Internacional en la Universidad de Aberdeen (Escocia), se ha asomado a la vieja fotograf¨ªa desenfocada en la que destaca, c¨®mo no, un bigote, para investigar cu¨¢l fue en realidad la experiencia b¨¦lica del futuro l¨ªder nazi en la I Guerra Mundial, y si fue tan decisiva (opina que no).
El resultado es un libro revelador y apasionante, La primera guerra de Hitler (Taurus, 2012), en la que Weber, mediante un concienzudo estudio de los registros del regimiento en el que luch¨® ¡ªel 16 ? Regimiento B¨¢varo de Infanter¨ªa de Reserva, RIR 16 o Regimiento List, por su comandante¡ª desmonta lugares comunes, t¨®picos y clich¨¦s. De entrada, y esto sorprender¨¢ a muchos, apunta que en realidad Hitler no fue cabo.
Weber es taxativo al asegurar que Hitler no fue desde luego ning¨²n h¨¦roe
"No, no es que yo lo haya degradado. Su ¨²nico ascenso fue a Gefreiter, soldado de primera. Nunca tuvo mando de tropa, ni de un solo soldado. No se de d¨®nde viene lo de atribuirle el rango de cabo. En Alemania se conoce perfectamente el t¨¦rmino, probablemente es un problema de traducci¨®n a otras lenguas que ha persistido a lo largo del tiempo". Tampoco fue su experiencia la de un soldado de primera l¨ªnea, como el propio Hitler sostuvo luego, sino que se mantuvo casi toda la guerra en un servicio menos arriesgado. Vamos que desde luego no fue un J¨¹nger. Once d¨ªas despu¨¦s de su llegada al frente y tras participar el 29 de octubre de 1914 en la primera batalla de Ypr¨¦s, bautismo de fuego de su regimiento, Hitler fue nombrado correo y destinado al puesto de mando de la unidad, un destino mucho m¨¢s c¨®modo y menos peligroso que las trincheras. "Me han acusado de sugerir que Hitler fue un cobarde, lo que ha provocado que se irriten mucho conmigo los neonazis y que en alguna conferencia en Alemania tuviera que estar presente la polic¨ªa, pero yo no digo eso. Fue un buen soldado, diligente, concienzudo. Hizo lo que le mandaron, lo que se esperaba, y lo hizo bien. Sin embargo, lo que hizo no fue lo que luego cont¨®. Es un hecho que minti¨® sobre su experiencia b¨¦lica sobredimension¨¢ndola, que se reinvent¨® por razones pol¨ªticas".
Weber es taxativo al asegurar que Hitler no fue desde luego ning¨²n h¨¦roe. "No hizo nada excepcional, el hero¨ªsmo requiere m¨¢s iniciativa, riesgo. ?Valiente? Eso es m¨¢s dif¨ªcil de decir. Yo creo que s¨ª. Mostr¨® valor en su cometido. Pero hab¨ªa una distancia entre el hombre de las trincheras y ¨¦l. No era el t¨ªpico producto del regimiento, de hecho sus camaradas del frente lo evitaban, le ve¨ªan como un Etappenschweine, un cerdo de la retaguardia. Pensaban que hac¨ªa un trabajo f¨¢cil, en la plana mayor. Hitler no es un soldado t¨ªpico de la I Guerra Mundial, no conoc¨ªa la vida de las trincheras, ni la hermandad de las armas como luego trat¨® de hacer creer. Muchos viejos camaradas le criticaron luego por eso, por haber dicho que era uno de ellos".
Se ha dicho que el momento fundacional de Hitler fue una visi¨®n hist¨¦rica tras ser v¨ªctima de un ataque con gas mostaza
Weber no discute que Hitler gan¨® la Cruz de Hierro de Primera Clase. "Es cierto, y era algo muy raro para un soldado. No obstante, se la concedieron en un momento en que se abri¨® la mano para hacerla m¨¢s accesible a la tropa y subir la moral. Se benefici¨® de esa nueva pol¨ªtica. Y en su caso fue decisiva su sumisa intimidad con los oficiales, sus conexiones; como enlace estaba cerca de la gente que era la que propon¨ªa a los candidatos para las condecoraciones. Es verdad que solo cuatro o cinco soldados del regimiento lograron la Cruz de Hierro de Primera Clase, pero significativamente solo uno era soldado de primera l¨ªnea".
Para Weber lo esencial es desmontar la idea de que el Hitler que conocemos es resultado de la I Guerra Mundial, que aquella experiencia fue lo que cre¨® a Hitler, lo que hizo que un pintor de postales se convirtiera en el mayor criminal de la historia. "No fue la deshumanizaci¨®n de la guerra lo que lo radicaliz¨®, fue despu¨¦s cuando vemos surgir al Hitler de las convicciones".
Se ha dicho que el momento fundacional de Hitler fue una visi¨®n hist¨¦rica tras ser v¨ªctima de un ataque con gas mostaza en el r¨ªo Lys en octubre de 1918. "Su ceguera no era f¨ªsica sino psicosom¨¢tica y se le trat¨® de histeria de guerra en psiquiatr¨ªa y no en oftalmolog¨ªa, pero no est¨¢ claro que ese trauma cambiara a Hitler, modificara su personalidad. Su antisemitismo, por ejemplo, no va entonces m¨¢s all¨¢ de los clich¨¦s religiosos, no es para nada todav¨ªa el antisemitismo racial y radical nazi".
Lo que si es seguro para Weber es que la idea de las c¨¢maras de gas no procede de las vivencias deI viejo enlace en la I Guerra Mundial. "Hitler no decidi¨® exterminar a los jud¨ªos hasta entrada la II Guerra Mundial, cuando echarlos ya no era posible. Y gasearlos es una idea que vino de otras instancias y ¨¦l aprob¨®, claro; a Hitler probablemente no se le hubiera ocurrido, precisamente por conocer el tema. De hecho nunca quiso usar armas qu¨ªmicas en la II Guerra Mundial".
Es curioso pensar que el hombre que caus¨® la muerte de tantos millones de personas pudiera no haber matado con su propia mano a nadie
?Mat¨® Hitler a alguien en la guerra? "Los m¨¢s probable es que no; ser¨ªa raro. Excepto en esos d¨ªas del principio en Ypr¨¦s no tuvo oportunidad. No podemos excluir la posibilidad pero nunca lo reivindic¨® y dada su absoluta falta de preparaci¨®n al llegar al frente y la entidad profesional del enemigo al que se enfrent¨® aquella ¨²nica vez ¡ªregimientos brit¨¢nicos como los Highlanders¡ª es extremadamente improbable. Durante el resto de la guerra se mov¨ªa en patrullas que precisamente deb¨ªan evitar al enemigo".
Es curioso pensar que el hombre que caus¨® la muerte de tantos millones de personas pudiera no haber matado con su propia mano a nadie. Excepto a s¨ª mismo. "Despu¨¦s de la guerra tambi¨¦n parece dif¨ªcil que haya matado a nadie. En el putsch no dispar¨®. Se ha dicho que pudo haber matado ¨¦l a su sobrina Geli Raubal, pero lo dudo".
Lo que s¨ª hizo la I Guerra Mundial fue influir en el comportamiento y las decisiones de Hitler en la Segunda. "Trat¨® de aprender de aquella experiencia. Su desconfianza de los generales, por ejemplo. Y el mencionado descarte de las armar qu¨ªmicas".
Al acabar la conversaci¨®n, le digo a Thomas Weber que no hemos hablado de sexo. "Siempre hay tiempo para eso", dice tomando asiento otra vez. Del de Hitler. "Es dif¨ªcil decir. Sus camaradas lo consideraban asexuado. Ten¨ªa un bajo nivel de actividad, en todo caso. O alternaba etapas de mucha libido con otras de inapetencia. Era un obseso de la higiene y tem¨ªa mucho contraer la s¨ªfilis, lo que no es coherente con el no practicar el sexo, si bien se piensa". El historiador desmiente que Hitler perdiera un test¨ªculo cuando lo hirieron en el Somme y que, como se ha sugerido, hubiera procreado un v¨¢stago durante la guerra en Francia.
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