Cuando 'rodar' un filme era girar una manivela
Una exposici¨®n re¨²ne los artilugios que acercaron al ser humano a la invenci¨®n del cinemat¨®grafo Los objetos pertenecen a la colecci¨®n personal del t¨¦cnico catal¨¢n Josep Mar¨ªa Queralt¨®
Francia est¨¢ de fiesta. El emperador Napole¨®n III acaba de casarse con Eugenia de Montijo. Es el 30 de enero de 1853 y un desfile de soldados revienta la calle arbolada por la que se pasea la pareja real. Hay militares que tocan la flauta y un gendarme a caballo; otros dos llevan el tricolor franc¨¦s. Hasta el arco de triunfo que se entrev¨¦ al fondo felicita al soberano: Vive l¡¯ empereur.
Todo este espect¨¢culo cabe en una caja de unos pocos cent¨ªmetros c¨²bicos. Tanto mide el interior del diorama que muestra una representaci¨®n de cart¨®n del enlace real al espectador que acerque su ojo al cristal. Eso s¨ª, antes el asistente ha de acercarse tambi¨¦n a la madrile?a sede de la Academia de Cine, donde hasta el 15 de mayo el diorama y otros antepasados de la gran pantalla protagonizan la exposici¨®n gratuita Ilusi¨®n y movimiento: los or¨ªgenes del cinemat¨®grafo.
De la kinora al praxitoscopio, de la c¨¢mara oscura a la linterna m¨¢gica, la peque?a muestra explora las m¨¢s y menos conocidas ramas del ¨¢rbol geneal¨®gico del cinemat¨®grafo. Es un viaje que empieza cuando rodar significaba girar una manivela para cambiar r¨¢pidamente la imagen dentro de una cajita y acaba en ese instrumento con el que los hermanos Lumi¨¨re asombraron al mundo. ¡°Todo comenz¨® como un juguete. Pero en un momento dado el deseo del ser humano de mover las im¨¢genes se convirti¨® en necesidad¡±, explica Josep Mar¨ªa Queralt¨®, el t¨¦cnico de cine y coleccionista a quien pertenecen todos los artilugios expuestos.
El propio Queralt¨®, cual pater familias, se acerca a cada uno de sus hijos y descifra la f¨®rmula que esconde su complicado nombre. As¨ª, se ve c¨®mo dentro de un megaletoscopio una foto de Venecia pasa del d¨ªa a la noche cada pocos segundos y se descubre que un visor estereosc¨®pico m¨²ltiple es, en palabras del coleccionista, ni m¨¢s ni menos que un ¡°3D ante litteram¡±.
En realidad Queralt¨® tan solo ha llevado a la Academia una quincena de piezas de su enorme y personal antolog¨ªa del ¡°precine¡±, como lo bautiza el comisario de la exposici¨®n, Luis Alonso. Han pasado 22 a?os desde que este catal¨¢n par¨® a unas excavadoras a punto de derribar una sala de cine y se llev¨® los proyectores que dar¨ªan comienzo a su colecci¨®n. Tras tantos inviernos, a la hormiga Queralt¨® le ha dado tiempo a almacenar unas 20.000 piezas. ¡°La ¨²ltima es un proyector que me lleg¨® el otro d¨ªa y que pasa pel¨ªculas con 22 cent¨ªmetros de ancho¡±, cuenta el t¨¦cnico, que aprovecha para lanzar un apelo a los presentes: ¡°Si ten¨¦is alg¨²n objeto relacionado con el cine que vay¨¢is a tirar, ?tra¨¦dmelo a m¨ª!¡±.
¡°Es una exposici¨®n que provoca sobre todo envidia y complejo de inferioridad¡±, sonr¨ªe el presidente de la Academia de Cine y coleccionista aficionado, Enrique Gonz¨¢lez Macho. Y es una exposici¨®n que, seg¨²n su comisario, aterriza en un terreno que coleccionistas e historiadores de cine se disputan. ¡°Algunos estudiosos dir¨ªan que estos artilugios no tienen que ver estrictamente con la t¨¦cnica del cine. Pero s¨ª reflejan su idea original¡±, defiende Luis Alonso.
Que cada asistente escoja su bando. Queralt¨® ya lo eligi¨® y ahora sue?a con convertir su colecci¨®n en un museo del cine y de las t¨¦cnicas audiovisuales ¡°que explique c¨®mo se lleg¨® hasta el s¨¦ptimo arte¡±. Como afirma un Groucho Marx que aparece en medio del acto, ser¨ªa ¡°una historia fant¨¢stica¡±. Como las que se esconden tras el cristal de un diorama.
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