Objetivo: aniquilar la cultura 'emo'
Irak vive una oleada de asesinatos de j¨®venes con est¨¦tica de ¨¦xitos como la saga ¡®Millennium¡¯ Estos hechos se sumas a casos parecidos en otros pa¨ªses
Muchas de las revoluciones o cambios pol¨ªticos se supone que han de llevar aparejados una liberaci¨®n al menos en lo que a la cultura se refiere. Se podr¨ªa haber pensado que despu¨¦s de la muerte de miles de personas en la guerra de Irak una vez ajusticiado el dictador Sadam Hussein, las cosas tendr¨ªan que haber ido a mejor en el pa¨ªs en todos los sentidos. Incluidas las manifestaciones culturales. Sin embargo la realidad es muy distinta. Esta semana la BBC y m¨¢s tarde la agencia Reuters advert¨ªan de una matanza creciente de j¨®venes en Bagdad. En concreto en el ¨²ltimo mes, seg¨²n denunciaron activistas por la libertad al diario liban¨¦s Al-Akhbar, al menos 90 j¨®venes habr¨ªan sido apedreados hasta la muerte en todo el pa¨ªs simplemente por mostrar un aspecto determinado, por pertenecer a una tribu urbana llamada emo originada en una vertiente de la m¨²sica rock.
La Enciclopedia Brit¨¢nica sit¨²a el nacimiento de la cultura emo en un ¡°subg¨¦nero del punk ¨Crock que surgi¨® en Washington D.C. (Estados Unidos) a mediados de los 80¡±. Guy Picciotto y su banda Rites of Spring fueron los pioneros de esta nueva tribu urbana cuando hartos abandonaron la escena punk que favorec¨ªa ¡°la actitud sobre la sustancia y decidieron centrar su oferta musical en las letras de las canciones poniendo el acento en las experiencias personales de dolor y sufrimiento¡±, de ah¨ª su nombre: emo (abreviatura de la palabra emocional). Con el tiempo muchas otras bandas cercanas a la radio f¨®rmula fueron consideradas emo, por ejemplo, grupos como Weezer o Get up kids. Pero la llegada al mainstream del movimiento ocurri¨® a principios de 2000 de la mano de bandas superventas como Dashboard Confessional o Jimmy Eat World, momento en el que la cr¨ªtica musical especializada comenz¨® a utilizar el calificativo emo como una de las mejores armas peyorativas en sus textos. M¨¢s tarde llegar¨ªan nombres como My Chemical Romance y 30 Seconds to Mars.
Como antes hab¨ªa ocurrido con el punk, la cultura emo salt¨® inevitablemente al mundo de la moda, el estilo y a actitudes que poco tienen que ver con la facci¨®n musical en la que se centra su origen. El prototipo est¨¦tico del emo podr¨ªa resumirse en lo siguiente: ¡°Est¨¢n a medio camino entre el glam y lo g¨®tico. La actitud del look emo est¨¢ en el peinado negro y desfilado que tapa parte de la cara, algunos con mechas de colores. Maquillaje de ojos negro sobre piel blanca y piercings. Fundamental los vaqueros pitillos, los estampados ajedrez en blanco y negro con toques de color fucsia y azules. Y para rematar zapatillas Converse, Vans y accesorios tachuelados o con cadenas plateadas¡±, explica Beatriz Moreno de la Cova, estilista de moda.
Todos esos ingredientes en Irak constituyen una sentencia de muerte. Y una sentencia que viene directamente desde el Gobierno. Seg¨²n periodistas de los medios citados anteriormente, los ministerios de Educaci¨®n y del Interior de Irak consideran que los emos ¡°son sat¨¢nicos, depravados sexuales, vampiros que chupan la sangre de sus hermanos, y homosexuales¡±. Por su parte, el Coronel Mushtaq Talib Mohammadawi, jefe de la polic¨ªa de Bagdad, ha asegurado que ¡°el fen¨®meno emo ha sido descubierto por grupos de las fuerzas del orden de la capital que lo han estudiado y han elaborado informes que se han elevado a los ministerios de Educaci¨®n e Interior. ?stos se han tomado la cosa en serio y ahora tenemos un plan para erradicarlos. Yo liderar¨¦ este proyecto personalmente y ahora tenemos los permisos suficientes para acceder a todas las escuelas de la capital¡±. Escalofriante.
Carles Feixa, catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa en la Universidad de Lleida, explica: ¡°En los pa¨ªses ¨¢rabes, el campo de la subcultura estaba totalmente escondido, era un movimiento underground que resurge y comienza a salir a la luz probablemente con m¨¢s fuerza tras la primavera ¨¢rabe. Es imposible concebir las revueltas de la plaza Tahrir en El Cairo si no se piensa en j¨®venes pertenecientes a grupos subculturales como protagonistas¡±. Feixa es autor del estudio Global Youth (Juventud global) en el que se analizan las tendencias juveniles en todo el globo. En ese libro participa tambi¨¦n el soci¨®logo iran¨ª Mahmood Shahabi que habla de ¡°la presencia constante del movimiento punk en Ir¨¢n, movimiento que todav¨ªa est¨¢ vigente¡±. De hecho, en 2009 el director de cine iran¨ª Bahman Ghobadi llev¨® al Festival Internacional de Cine de San Sebasti¨¢n su pel¨ªcula (casi) documental Nadie sabe nada sobre gatos persas en la que sit¨²a el foco sobre la realidad y las dificultades de varias bandas de rock y pop reales y activas en Ir¨¢n y que tienen que construirse aut¨¦nticos b¨²nkeres bajo tierra para poder montar sus locales de ensayo en un pa¨ªs donde la m¨²sica occidental con letra est¨¢ prohibida.
Feixa insiste: ¡°Tendemos a pensar que en los pa¨ªses ¨¢rabes las manifestaciones culturales que est¨¢n globalizadas en el mundo occidental no existen, y eso es un error. Est¨¢n ah¨ª desde hace d¨¦cadas, pero son invisibles. La subcultura juvenil puede que comience con un determinado tipo de m¨²sica, pero el grupo luego la transformar¨¢ en una cultura plena, llena de distintas manifestaciones culturales en la que el lenguaje del propio cuerpo tiene un protagonismo claro¡±. Se trata de rebeld¨ªa juvenil y si algo tiene la rebeld¨ªa es la necesidad de ser visible. Esta visibilidad deviene en muy peligrosa en lugares donde los fundamentalismos militares y religiosos est¨¢n en auge. As¨ª cuenta el ministerio del Interior irak¨ª lo que m¨¢s le molesta de la indumentaria de la cultura emo: ¡°Visten ropas ajustadas en las que exhiben calaveras pintadas. Dibujan tambi¨¦n calaveras en su material escolar y se ponen aros en la nariz y la lengua, as¨ª como todo tipo de apariencia rara y extravagante¡±.
Pero no hace falta irse tan lejos, ni pensar en fundamentalismos isl¨¢micos, para constatar el miedo de la sociedad global a lo culturalmente diferente. A la cultura de la rebeld¨ªa. En la pasada edici¨®n de los Oscar, El para¨ªso perdido: Purgatorio fue uno de los documentales nominados. Se trata de la tercera parte de una trilog¨ªa que narra c¨®mo tres chavales de West Memphis (Arkansas) son condenados en 1993 por el salvaje asesinato de tres ni?os. Para incriminarlos esgrimieron la inclinaci¨®n de los tres adolescentes por el rock duro, (especialmente por Metallica); su inter¨¦s por el ocultismo, las ropas oscuras, las novelas de Stephen King y las pel¨ªculas de terror. Esas fueron las "pruebas concluyentes" para que una Corte de Arkansas los declarara culpables. Uno de ellos fue condenado a muerte por una inyecci¨®n letal y los otros dos a cadena perpetua y 40 a?os respectivamente. Finalmente tuvieron que ser puestos en libertad al constatarse por las pruebas de ADN ¡ªinexistentes 20 a?os atr¨¢s¡ª que ellos no hab¨ªan cometido m¨¢s ¡®delito¡¯ que profesar un gusto diferente en cuanto a ropa y m¨²sica se refiere.
En marzo de 2008 fue M¨¦xico el escenario de la intolerancia contra los emos. La revista Time se hac¨ªa eco de disturbios y ataques repetidos contra miembros de esta tribu urbana. Seg¨²n se dec¨ªa entonces, los atacantes ¡°se hac¨ªan llamar anti-emos y en ellos se inclu¨ªan miembros de tribus urbanas como punks y amantes del metal rock, pero tambi¨¦n j¨®venes y adolescentes de clase baja que acusaban a los emo de robar m¨²sica de otros estilos y de provocar con su afeminamiento al ¡®M¨¦xico macho¡¯¡±. Ahora, parece que la ¨²ltima tendencia juvenil femenina consiste en copiar el aspecto de la mis¨¢ntropa Lisbeth Salander, encarnada por la actriz Rooney Mara, en la pel¨ªcula Los hombres que no amaban a las mujeres, ¨²ltima entrega cinematogr¨¢fica basada en la trilog¨ªa Millenium del sueco Stieg Larsson. Ellas son las nuevas emo. Feixa tiene un mensaje tranquilizador para los padres y madres occidentales: ¡°Los comportamientos de estos j¨®venes responden al rol ambiguo del adolescente que tiene dificultades de acceso al mundo adulto y demuestran su malestar con determinados signos externos e internos que los diferencien¡±. Nada menos. Y nada m¨¢s.
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