Defensa del reportero no alineado
La labor period¨ªstica de Albert Camus ha cobrado una inesperada actualidad durante los ¨²ltimos a?os, coincidiendo con la puesta en cuesti¨®n de la funci¨®n del periodismo y del futuro de los peri¨®dicos. La raz¨®n tal vez habr¨ªa que buscarla en la creciente sensaci¨®n de que las profec¨ªas sobre la influencia de las nuevas tecnolog¨ªas en los diarios impresos est¨¢n ocultando un problema m¨¢s grave: la destrucci¨®n de las reglas a las que se aten¨ªa el periodismo y la renuncia a compromisos como la b¨²squeda insobornable de la verdad y la expresi¨®n libre y desinteresada de las opiniones.
La imagen del periodista y de la persona que escribe en los peri¨®dicos que se ha impuesto en estos d¨ªas no es la del Camus celoso de su independencia, que rechaza tanto los halagos como las amenazas de las gentes de poder, sino la del personaje de mundo que mantiene hilo directo y trato amistoso con sus fuentes.
Como editorialista, Camus no siempre tuvo raz¨®n aunque siempre estuvo dispuesto a reconocerlo, como sucedi¨® en su pol¨¦mica con Fran?ois Mauriac acerca de la pena de muerte para los colaboracionistas. Pero cuando la tuvo, fue sobre asuntos cruciales y defendiendo en solitario las posiciones contrarias a las de la opini¨®n mayoritaria. En mayo de 1945 no celebr¨® la victoria sobre Jap¨®n tras el lanzamiento de dos bombas at¨®micas, sino que advirti¨® de la locura en la que se precipitar¨ªa un mundo donde las grandes potencias rivalizasen para obtener la superioridad nuclear. Durante la guerra de Argelia promovi¨® una ¡°tregua para los civiles¡±, incapaz de alinearse con los independentistas que recurr¨ªan a la violencia ni con los nacionalistas franceses que los combat¨ªan, empleando similares si no id¨¦nticos medios.
Tambi¨¦n en el texto censurado y que acaba de ser encontrado en los Archivos Nacionales de Ultramar aparece ese Camus a contracorriente: la guerra acaba de comenzar y los peri¨®dicos y los periodistas no deben llamar al odio ni al cierre de filas patri¨®tico, sino al ejercicio de los deberes por parte de cada ciudadano.
El de los peri¨®dicos y el de los periodistas es el ejercicio de la libertad de expresi¨®n, como parte de la libertad general. La honestidad y la hondura de este llamamiento nada tiene que ver con el medio en el que deb¨ªa haberse publicado, una humilde hoja impresa del derecho y del rev¨¦s, sino con la insobornable conciencia de un hombre libre al realizar su trabajo.
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