El Cid aprovecha la nobleza de sus dos toros

Sorpresa: el cartel del d¨ªa de San Jos¨¦ no llen¨®. M¨¢s de media entrada pero sin llegar a los tres cuartos: primer pinchazo. De los tres hierros propiedad de Pedro El Capea se lidiaron seis dijes de toros. De bonitas hechuras y puntas finas. Los tres primeros, m¨¢s justos de presentaci¨®n; los de la segunda parte, de mayor apariencia. Pero la corrida tuvo las fuerzas justas. Pasaron por el primer tercio como simple tr¨¢mite burocr¨¢tico y derrocharon bondad en el ¨²ltimo tercio. Unos duraron m¨¢s, otros menos, y el sexto apenas lleg¨® con resuello a la muleta. Gotearon todos calidad, pero, al fin y al cabo, un goteo. Les falt¨® la chispa necesaria para emocionar.

De los seis toros, el lote de El Cid tuvo el plus de brillo que le falt¨® al resto. El segundo, muy abanto de salida como el resto, destap¨® sus encantos por el pit¨®n izquierdo. Por ah¨ª lo vio claro El Cid. De las cuatro series con la zurda, la tercera fue la m¨¢s redonda y lograda. Muy toreado el toro por ese pit¨®n. Sobre la diestra, El Cid blanque¨® la faena a base de circulares y detalles de mayor galer¨ªa. Y siempre qued¨® la impresi¨®n de una aplastante superioridad del torero.

El quinto plante¨® su juego al rev¨¦s: m¨¢s entregado por el lado derecho y muy corto por el otro. La faena de El Cid cambi¨® de planteamiento. Ahora fue sobre la mano diestra por donde m¨¢s influy¨®. No hubo serie completa al natural, por donde el toro levantaba la mirada. Otra vez dominio absoluto del torero, que se gast¨® sus concesiones en unos rodillazos m¨¢s de desprecio que de reto y ya con el toro muy agotado.

La primera faena de Ponce no cont¨® por la escasa emoci¨®n del toro, que adem¨¢s ten¨ªa muy poca fuerza. Enorme superioridad de Ponce, que dio la impresi¨®n de acabar hasta aburrido. El cuarto no descolg¨® pero tuvo cierto aire para la muleta. Toro m¨¢s aprovechable, en fin. Ponce lo apabull¨® y sac¨® el partido que ten¨ªa el toro, que no termin¨® de entregarse por el pit¨®n izquierdo. Quiso adornar la faena con el pase de las flores y los dos primeros intentos no resultaron: a la tercera, s¨ª. La ¨²ltima serie con la derecha, de mayor ajuste, cerr¨® el asunto. El toro, nunca forzado por Ponce, dur¨® m¨¢s de lo previsto.

Daniel Luque ni entendi¨® al bondadoso tercero ni se le vio claro de ideas en el sexto. En aqu¨¦l compuso postura. Mucho oropel. Perdido lo fundamental de la faena, se movi¨® entre los pitones del toro. Ni conmovi¨® ni arranc¨® un ol¨¦. El sexto fue toro de nada por aqu¨ª y nada por all¨¢. Luque no encontr¨® soluciones y se perdi¨® en una absurda b¨²squeda de la nada.