'Love is in the air'
'Amor es un sentimiento desordenado' es el nuevo libro del autor alem¨¢n Richard David Precht Analiza la peculiar l¨®gica del proceso amoroso y los costos que sufren sus protagonistas
Incluso al lector menos versado en sociolog¨ªa de las ideas se le hace evidente que el tema del amor ha cobrado ¨²ltimamente una destacada actualidad editorial, siendo notable el n¨²mero de t¨ªtulos al respecto que se vienen publicando de un tiempo a esta parte, tanto en nuestro pa¨ªs como en otros de nuestro entorno cultural. Quien no se conforme con esta sola constataci¨®n y le apetezca preguntarse por la causa del fen¨®meno, puede seguir reflexionando en dos direcciones. Una, la m¨¢s c¨®moda, ser¨ªa la de considerar a ¨¦ste como una mera moda en parte orquestada desde departamentos editoriales en busca de temas susceptibles de interesar a un m¨¢ximo de lectores y en parte producida como efecto bola de nieve a la vista del aparente buen rendimiento de alguno de los primeros t¨ªtulos sobre tem¨¢tica amorosa.
Habr¨ªa una segunda v¨ªa, tal vez menos c¨®moda pero ciertamente m¨¢s interesante, que ser¨ªa la de, sin cuestionar lo que pudiera haber de v¨¢lido en la primera, plantearse las razones de dicha moda o, mejor dicho, las razones por las que lo que pudo ser dise?ado como mera estrategia de reclamo para atraer a las librer¨ªas al mayor n¨²mero posible de compradores ha conseguido su objetivo (a la vista de que ¨¦sta parece ser una moda que est¨¢ lejos de haber cesado). No voy a decir que plantearse tales razones equivalga a abrir la caja de los truenos, pero s¨ª que al menos obliga a empezar a hablar de la cosa misma, esto es, a preguntarse qu¨¦ est¨¢ pasando hoy con el amor que hace que los libros sobre ¨¦l conciten tanto inter¨¦s.
A dicha tarea se aplica Richard David Precht ¡ªfil¨®sofo, periodista y escritor alem¨¢n, cuyo libro ?Qui¨¦n soy y¡ cu¨¢ntos? Un viaje filos¨®fico obtuvo un enorme ¨¦xito en su pa¨ªs natal¡ª en un libro brillante e inteligente que, aunque en su t¨ªtulo pueda evocar el de Bruckner y Finkielkraut (El nuevo desorden amoroso), aborda la cuesti¨®n desde un enfoque bien diferente del de los fil¨®sofos franceses. Para nuestro autor, precisamente porque estamos, seg¨²n su propia expresi¨®n, ante un sentimiento desordenado, se impone aproximarse a ¨¦l con una mirada en gran angular, intentando que quede fuera de nuestra percepci¨®n el m¨ªnimo de elementos, procurando incorporar al an¨¢lisis las aportaciones de cualesquiera discursos que nos puedan resultar de utilidad.
'Amor. Un sentimiento desordenado'
'Amor. Un sentimiento desordenado'
Richard David Precht
Traducci¨®n de Isidoro Reguera
Madrid. Siruela, 2012
392 p¨¢ginas. 24,95 euros (electr¨®nico: 13,99)
De ah¨ª que su recorrido transite por los territorios de la biolog¨ªa, la sociolog¨ªa y la filosof¨ªa, en busca de los materiales y los criterios que permitan introducir un poco de orden en lo que sin duda los protagonistas de la experiencia amorosa tienden a registrar como acontecimiento ciego, ca¨®tico y sinsentido. Pero que nadie se llame a enga?o a este respecto. Los cap¨ªtulos dedicados a tal b¨²squeda (que ocupan las dos primeras partes del volumen, tituladas ¡®Mujer y hombre¡¯ y ¡®El amor¡¯, estando dedicada la tercera a ¡®El amor hoy¡¯) huyen de la habitual ret¨®rica cientificista, que acostumbra a representar, pr¨¢cticamente siempre, una burda reedici¨®n del m¨¢s rancio determinismo al servicio del rechazo de cualquier cosa que suene a incontrolable. La opci¨®n escogida aqu¨ª es la de adentrarse en la reflexi¨®n sobre la experiencia amorosa a trav¨¦s de algunas de las cuestiones que inevitablemente se plantea cualquiera que se ponga a pensar sobre ella. Cuestiones como la de la base gen¨¦tica de nuestro ego¨ªsmo, las diferencias en la forma de pensar entre hombres y mujeres, la separaci¨®n del amor y el sexo, o el car¨¢cter (libre o necesario) del amor, por mencionar solo algunas de las abordadas.
El prop¨®sito final del texto resulta inequ¨ªvoco a este respecto: en ning¨²n caso se persigue enfriar ninguna pasi¨®n, ni menos a¨²n, domesticar una de las intensidades m¨¢s perturbadoras que puede llegar a vivir el ser humano. El autor, por otra parte, tampoco se suma al clamor de tantos criptomoralistas que, con excusas diversas (por ejemplo, la de distinguir metodol¨®gicamente enamoramiento y amor), s¨®lo buscan reintroducir categor¨ªas y planteamientos con inequ¨ªvoco olor a naftalina. En este aspecto Precht se encuentra m¨¢s c¨®modo bajo el cobijo de citas como las del gran Woody Allen: ¡°?Es sucio el sexo? S¨ª, cuando se hace bien¡±. En definitiva, no se trata de embridar nada, sino de ser capaz de evaluar la peculiar l¨®gica (irreductible a otras) que subyace al proceso amoroso y, desde luego, los costos que tiene para sus protagonistas.
Esta dimensi¨®n del asunto, planteada en la tercera y ¨²ltima parte, resulta una de las m¨¢s sugestivas del libro. Porque si algo parece estar poniendo en peligro el futuro del amor en nuestra sociedad no es su manifiesta ineficacia, su obsolescencia, sino, por el contrario, su desmesurado atractivo (y la consiguiente dificultad para materializarlo). En la experiencia amorosa, tal y como ha ido cobrando forma en los ¨²ltimos tiempos, alcanza su culminaci¨®n un proceso de b¨²squeda de la autorrealizaci¨®n largamente perseguido por los seres humanos. El problema, como dej¨® se?alado el fil¨®sofo italiano Umberto Galimberti y recoge Precht, es en qu¨¦ medida en esa autorrealizaci¨®n mediante el otro que se da en el amor el t¨² se convierte en el medio para el yo. O, como dec¨ªa con mucha m¨¢s gracia y rotundidad aquel grafito urbano, ¡°no es tu media naranja: es tu exprimidor¡±. O
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.