La guapa es la bruja

Los cuentos infantiles cl¨¢sicos, nacidos la mayor¨ªa hace siglos, han ido experimentando cambios seg¨²n la ¨¦poca y/o el lugar donde se relataban hasta llegar a una versi¨®n m¨¢s o menos homog¨¦nea que, en buena parte de los m¨¢s famosos, qued¨® marcada por la versi¨®n que la Disney dio de ellos en sus fabulosas pel¨ªculas de animaci¨®n. Cosas de la mercadotecnia. Cosas, tambi¨¦n, de la calidad. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, les ha dado por experimentar con versiones menos conocidas o por, directamente, la contaminaci¨®n a trav¨¦s de episodios m¨¢s o menos inventados.

Es el caso de Blancanieves (mirror, mirror), acercamiento de Tarsem Singh en el que los enanitos dejan de ser mineros para ser bandoleros, donde la madrastra parece la reina de Corazones de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas y donde ha desaparecido la pregunta: ¡°Espejito, espejito, ?qui¨¦n es la m¨¢s guapa del reino?¡±. Algo, de todos modos, nada extra?o si la respuesta deb¨ªa ser "Blancanieves" y para interpretar a esta han elegido a una belleza cuestionable como Lily Collins (busquen fotos, por favor), mientras la madrastra es Julia Roberts.

Una decisi¨®n que, en todo caso, ser¨ªa lo de menos si el resto de la pel¨ªcula funcionara. Y no es as¨ª. El tema de los enanitos asaltantes en el bosque solo da pie a un par de secuencias de acci¨®n sin br¨ªo; el ritmo es cansino; la potencia visual de Tarsem, inexistente, y ver al pr¨ªncipe como un simple perrito faldero (no es una met¨¢fora, es literal) solo produce estupefacci¨®n.