'Mad men' recobra el pulso

Matthew Weiner, el cerebro creador de Mad men, nos ha hecho apreciar en las ¨²ltimas cuatro temporadas de la serie el valor de lo que no se dice. "Esos momentos, esas conversaciones que se quedan en el aire y piensas lo que podr¨ªas haber dicho", pondera el autor estadounidense de 46 a?os. Weiner lleva su estilo a la pr¨¢ctica no solo en la quinta temporada que comienza hoy domingo en EE UU tras 17 meses de espera, sino en la ausencia de respuestas que revelen las claves de esta nueva etapa en la vida de Don Draper o de quienes trabajan en la agencia de publicidad Sterling Cooper Draper Pryce. "No decir nada es m¨¢s interesante. Pica tu curiosidad por saber lo que est¨¢ pasando", resume a modo de aclaraci¨®n.

Mad men comienza con un tir¨®n hacia adelante, un lapso indefinido de tiempo que lanza al espectador de cabeza dentro de la serie, como si pillara el episodio empezado. Una "muleta narrativa", dice, con la que desea crear intriga inmediata, "como cuando un amigo te abre la puerta de su casa y tienes que hacerte idea de la situaci¨®n mientras te integras". Un momento indeterminado de la d¨¦cada de los sesenta donde "la m¨²sica jugar¨¢ un papel importante". "Ser¨¢ imposible obviarla pero no dar¨¦ m¨¢s datos", a?ade su c¨®mplice y estrella en la pantalla, Jon Hamm (que encarna a Don Draper). Tampoco hay que buscar significado en la fecha de arranque porque por muy bien que recree este Estados Unidos de un tiempo no tan remoto, Mad men no es una serie hist¨®rica: ha hecho Historia.

A Weiner no le importa lo que ocurri¨® sino la gente que lo vivi¨®, mientras se preguntaba cosas m¨¢s vitales como qu¨¦ le espera a uno en la vida o cu¨¢l es la diferencia entre los veinte y los cuarenta. "Mostrar que las decisiones que tomamos tienen consecuencias, sean elecciones rom¨¢nticas o laborales", explica.

Hamm no dice m¨¢s. Ni quiere que los que ya han visto el episodio revelen m¨¢s sobre una agencia publicitaria que el espectador dej¨® sumida en la crisis y con el l¨ªder del grupo sorprendiendo a todos con una imprevista petici¨®n de mano a su secretaria. "Don es un hombre con un pasado y queda mucho por explorar de ese pasado", anticipa para esta temporada. Como, por ejemplo, si es capaz de ser mon¨®gamo. "Digamos que lo explorar¨¢ en lo que pueda", sonr¨ªe con un aire que solo Hamm le sabe dar a Draper. Pero la nueva temporada (que podr¨¢ verse en Canal + a partir del 20 de mayo) est¨¢ lejos de ser un lecho de rosas, asegura el actor sobre su personaje, un publicista que no hace m¨¢s que "vender felicidad pero nunca est¨¢ satisfecho".

Don seguir¨¢ siendo el centro de atenci¨®n en sus cuarenta reci¨¦n cumplidos. "M¨¢s cerca de la muerte, un detalle que no pienso pasar por alto en un hombre que siempre vi como un h¨¦roe existencial", detalla Weiner. Sin embargo, sus compa?eros de oficina avanzar¨¢n con ¨¦l. O por encima suyo, como es el caso del siempre ambicioso Pete (Vincent Kartheiser) o de Peggy (Elisabeth Moss), cada vez m¨¢s segura de s¨ª misma. "Los sesenta son ¨¦poca de cambio y a Don el cambio le pilla al otro lado de la madurez de los 40", avanza Hamm. Otros personajes vendr¨¢n acompa?ados como Joan (Christina Hendricks), tras dar a luz al hijo de Roger (John Slattery), y algunos ser¨¢n menos visibles como Betty (January Jones).

Su escasa presencia se debe al embarazo de la actriz y no a las disputas entre Weiner y los productores de la serie que motivaron el retraso de la nueva temporada. Seg¨²n Weiner, la cadena AMC quer¨ªa acortar los episodios, recortar el presupuesto en algo m¨¢s de mill¨®n y medio de euros y que rodara alguna cabeza del reparto. Weiner triunf¨® firmando un contrato por tres temporadas ("Si fuera m¨¢s disciplinado y menos supersticioso habr¨ªa hecho un arco dram¨¢tico de 39 episodios; en cambio, escrib¨ª un a?o, como siempre", se disculpa) valorado en 22,72 millones de euros con episodios de 47 minutos donde est¨¢n todos los del reparto. ?Y despu¨¦s? "?Quieres saber c¨®mo acabar¨¢ la serie? Don tendr¨ªa ahora qu¨¦, ?85 a?os? Hay series que han hecho eso, traerlo hasta nuestros d¨ªas. No ser¨¦ yo y, sobre todo, no ser¨¦ yo quien te lo diga", remata.