Chillidos
La cita no es literal, pero mi memoria lo recuerda as¨ª. Ocurre en Drugstore cowboy, una de las pel¨ªculas que mejor ha retratado el muy complejo universo de las drogas. Matt Dillon asegura que la gente normal jam¨¢s sabe cu¨¢l va a ser su estado de ¨¢nimo 15 minutos m¨¢s tarde, mientras que un enganchado solo tiene que elegir entre diversos estupefacientes para saber c¨®mo va a sentirse en el momento que esa droga hace efecto. En mi caso, habiendo frecuentado variadas toxicoman¨ªas, solo he mantenido fidelidad ancestral e inquebrantable hacia una que siempre me ha otorgado entretenimiento y enso?aci¨®n, placer e identificaci¨®n emocional, hipnosis y sentimiento. No provoca resaca. Se llama cine. La lectura ser¨ªa la otra, aunque en alguna y desdichada ¨¦poca leer me exig¨ªa una concentraci¨®n y un esfuerzo de los que no era capaz. Veo pel¨ªculas o series casi todas las noches, independientemente de que el estado de ¨¢nimo sea pl¨¢cido o tormentoso. Y el efecto de esa droga nunca me defrauda. Por ello, temo como un poseso al mono cuando se me estropean los aparatos que me transmiten ese coloc¨®n.
Cuando ocurre esa tragedia, a veces pongo la televisi¨®n intentando averiguar en qu¨¦ consiste la droga de gran parte del pr¨®jimo. De gente que por sus condiciones vitales, psicol¨®gicas, econ¨®micas o ambientales conviven permanentemente con ese mueble parlante. Y veo y escucho en S¨¢lvame a personajes grotescos, deslenguados, huecos, que chillan, se maldicen, insultan, interpretan un teatro tan rancio como pretendidamente realista, se reivindican a s¨ª mismos y sus cochambrosas vivencias con un surrealista "que toda Espa?a lo sepa" (ser¨ªa pavoroso que esa idiotizante mugre concentrara el inter¨¦s de los deprimidos espa?oles), se entrevistan entre ellos o a seres cuyo inter¨¦s art¨ªstico o humano es inexistente. En Hermano mayor, psic¨®patas juveniles y anfetam¨ªnicos braman y agreden a sus madres mientras que un exyonqui adulto se propone redimirlos. Cambiar al telediario de la impresentable Telemadrid supone alucinar con el gore y el esperpento aplicado a la informaci¨®n pol¨ªtica. Y me pregunto por el estado nervioso de los que se drogan todo esto al acostarse. Y que le ocurrir¨ªa a su existencia si se fundieran sus televisores. Y a que se dedicar¨ªan los inventores y traficantes de droga tan inmunda.
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