Voluntarios espa?oles en Vietnam
Un documental recrea la expedici¨®n m¨¦dica secreta enviada por Franco a la guerra
Canal Historia emite a las 16.30 de hoy un documental sobre una expedici¨®n secreta de un centenar de voluntarios sanitarios del Ej¨¦rcito espa?ol que prestaron ayuda a Vietnam del Sur, en un terrible conflicto b¨¦lico en el que murieron m¨¢s de tres millones de personas y hubo m¨¢s de un mill¨®n de heridos entre 1964 y 1975.
¡°La expedici¨®n se mantuvo oculta porque Franco no quer¨ªa lazos con Estados Unidos y menos con Vietnam¡±. As¨ª de rotundo se muestra el general Antonio Vel¨¢zquez Rivera, uno de los m¨¦dicos que particip¨® en aquella expedici¨®n con solo 25 a?os y reci¨¦n casado. ¡°Vietnam fue la primera guerra televisada y maldita por todos¡±, recuerda.
En 1965, el entonces presidente norteamericano Lyndon B. Johnson solicit¨® al general Franco el env¨ªo de tropas espa?olas a la guerra de Vietnam. Johnson deseaba, ¡°como Bush con Irak¡±, que su guerra fuera glorificada internacionalmente, seg¨²n Vel¨¢zquez. Franco, despu¨¦s de largos d¨ªas de debate, se neg¨®. Algunos de sus consejeros, principalmente el teniente general Agust¨ªn Mu?oz Grandes, recomendaban vivamente al jefe de Estado que Espa?a participase en esa guerra porque la bandera roja y gualda deb¨ªa ondear al lado de la de Estados Unidos, la australiana con sus 15.000 soldados o la de Corea del Sur con unos 20.000. Pero el ¡°general¨ªsimo¡± ten¨ªa muy claro que Espa?a no contribuir¨ªa a la victoria propagand¨ªstica de los americanos y decidi¨® en ¨²ltima instancia enviar de forma secreta a una misi¨®n m¨¦dica militar en 1965.
Nos daba igual de d¨®nde ven¨ªan. Eran nuestros pacientes y ten¨ªamos que salvarles la vida
La decisi¨®n se tradujo en un documento confidencial del 26 de abril de 1966, del Estado Mayor Central dirigida a la Jefatura de Sanidad para reclutar a m¨¦dicos y ATS voluntarios. Solo se alistaron 12 personas (cuatro m¨¦dicos, siete enfermeros y un oficial de Intendencia, rama de mec¨¢nica).
Algunos de aquellos veteranos han fallecido, pero otros como el capit¨¢n Ram¨®n Guti¨¦rrez de Ter¨¢n recuerdan c¨®mo fue su salida de Espa?a rumbo a Saig¨®n. ¡°Salimos vestidos de paisano en un vuelo regular. Ni siquiera un alto mando nos despidi¨®. Sab¨ªamos m¨¢s o menos d¨®nde estaba Vietnam, pero no Go-Gong¡±. Tanto este como el general se apuntaron a Vietnam para ayudar al pr¨®jimo y, adem¨¢s conocer mundo y vivir una aventura.
La llegada de los militares espa?oles no fue nada f¨¢cil. Cuando aterrizaron en Saig¨®n fueron traslados en un veh¨ªculo estadounidense fuertemente blindado al que seria su lugar de trabajo durante los pr¨®ximos cinco a?os: al hospital Truong-C?ng-Dinn, en Go-Gong, a 45 kil¨®metros de la capital, no muy lejos de la ruta Ho Chi Min. ¡°All¨ª nos dimos cuenta de d¨®nde nos hab¨ªamos metido. Aspas de helic¨®pteros, alambradas y un horrible olor a napalm impregnado en el ambiente¡±, recuerda Guti¨¦rrez de Ter¨¢n.
M¨¢ximo Cajal, diplom¨¢tico a cargo de la Embajada en Tailandia durante aquellos a?os, recuerda su primer contacto con aquellos voluntarios que fueron reclutados en varios lugares en secreto, como el Sahara Occidental. ¡°Pasaron de ver la aridez y sequedad del desierto a la espesura verde, h¨²meda y el peligro del delta del Mekong¡±.
Salieron de Espa?a al igual que volvieron, sepultados en el silencio
¡°Las dos veces que tuve que ir a ver al equipo m¨¦dico espa?ol en Go-Gong, tuve que hacerlo en helic¨®ptero porque las carreteras estaban controladas por guerrilleros del Vietcong¡±, declara Cajal.
El general en la reserva Antonio Vel¨¢zquez, uno de los m¨¦dicos, rememora. ¡°El hospital era un antiguo edificio colonial, que se ca¨ªa, sin condiciones sanitarias. Se hacinaban 150 camas y hasta 400 enfermos. No ten¨ªamos material m¨¦dico. Nos lo ten¨ªan que dar los americanos o los guerrilleros¡±.
Los supervivientes de esta historia afirman que no hac¨ªan diferencias a la hora de atender a los heridos: sudvietnamitas con el cr¨¢neo abierto, americanos con heridas de metralla, ni?os enfermos de paludismo o embarazadas con fiebres tifoideas...
El equipo espa?ol convivi¨® sin problema con la poblaci¨®n civil. ¡°Eran encantadores con nosotros y reconoc¨ªan nuestra ayuda¡±, recuerda Guti¨¦rrez de Ter¨¢n. ¡°Incluso nos dedicaron un puente¡±.
A lo largo de los cinco a?os que dur¨® la misi¨®n humanitaria se sucedieron otros grupos m¨¦dico-militares. Casi un centenar participaron en ella. A su vuelta a casa esperaban el reconocimiento p¨²blico del pueblo espa?ol. Pero la realidad fue la misma que cuando se fueron: silencio absoluto. Tal como les ordenaron.
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