Berl¨ªn subvenciona el ¡®techno¡¯
Las autoridades de la ciudad destinan un mill¨®n para frenar el cierre de clubes
El Klub der Republik (KDR) cerr¨® el pasado enero con una pancarta en su famosa fachada racionalista: ¡°Cuando hay¨¢is construido la ¨²ltima vivienda, derruido el ¨²ltimo club y destruido el ¨²ltimo espacio libre os dar¨¦is cuenta de que Prenzlauer Berg se ha convertido en la ciudad provinciana de la que un d¨ªa escapasteis¡±. El local de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) deja paso a un edificio de 35 viviendas. Con el KDR ca¨ªa uno de los ¨²ltimos clubes del barrio de Prenzlauer Berg. Se daba as¨ª un paso m¨¢s en la larga marcha que separa el barrio alternativo y juvenil del amuermado distrito para la pujante clase media.
Pero la historia da ahora un giro desconcertante. La gran coalici¨®n regional entre el socialdem¨®crata SPD y el centro-derecha democristiano (CDU) conceder¨¢ un mill¨®n de euros a un Consejo Musical para proteger la m¨²sica popular en la capital alemana. Esto incluye la legendaria red de clubes berlinesa. A fin de cuentas, la ciudad depende cada d¨ªa m¨¢s del turismo y uno de los principales atractivos de Berl¨ªn son sus locales de m¨²sica electr¨®nica, que dieron lugar a la llamada easyjet set. Turistas que vienen de toda Europa o incluso de Estados Unidos solo para escuchar la m¨²sica de dj¡¯s c¨¦lebres y participar en fiestas que no terminan nunca. Los clubes alternativos como Tresor, Berghain o Watergate, que crecieron en los noventa como hongos en los h¨²medos s¨®tanos y edificios industriales son hoy famosos en todo el mundo.
El caso de Prenzlauer Berg es paradigm¨¢tico: tras la ca¨ªda del Muro llegaron los okupas para aprovechar el enorme contingente de viviendas vac¨ªas. Atra¨ªdos por los cambios urbanos en la zona, les siguieron multitud de m¨²sicos o artistas. Ten¨ªan m¨¢s dinero o estaban dispuestos a ganarlo. Subieron los alquileres y los precios. Los m¨¢s pobres se vieron obligados a irse, expulsados por los inversores que compraron los edificios. Cambi¨® la estructura demogr¨¢fica. Los no tan j¨®venes formaron familias y se lleg¨® al Prenzlauer Berg actual: en el que los bares y clubes que le dieron fama y contribuyeron a aumentar su atractivo tienen que cerrar. Demasiado ruido y suciedad. Demasiadas posibilidades de negocio en sus solares y edificios.
Las autoridades a¨²n no han concretado c¨®mo se dispondr¨¢ el dinero ni c¨®mo se proteger¨¢ los clubes. Richard Meng, del Gobierno regional, ha recordado que ¡°la protecci¨®n de locales no debe desplazar otros aspectos de la promoci¨®n de la m¨²sica¡± en el debate p¨²blico. Tampoco se puede prever c¨®mo cambiar¨¢n ¨¦stos cuando una vez sean club ¡°rescatados¡±.
Un ejemplo es Schockoladen, un local alternativo en una vieja casa okupa en la Ackerstrasse, una calle del centro de Berl¨ªn poblada de j¨®venes familias de clase media procedentes de medio mundo. Dise?adores gr¨¢ficos, arquitectos o periodistas que representan el definitivo aburguesamiento de la zona empujando cochecitos de beb¨¦. El 29 de marzo se alcanz¨® un acuerdo que salvar¨¢ el Schockoladen del cierre. Buena parte del acomodado vecindario es favorable a su conservaci¨®n¡ eso s¨ª, siempre que se limite el ruido. Los altavoces m¨¢s potentes se apagar¨¢n a las diez de la noche. Sin duda, un problema para un club de m¨²sica. Pero los vecinos de la bohemia burguesa dormir¨¢n con los o¨ªdos tan tranquilos como la conciencia.
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