El mito que se niega a dejar de crecer
Nuevos libros sobre Peter Pan y un ciclo de pel¨ªculas indagan en la perenne influencia de un arquetipo que ha servido para definir un s¨ªndrome
J. M. Barrie escribi¨® que todos los ni?os, excepto uno, crec¨ªan. Pero m¨¢s de un siglo despu¨¦s del nacimiento de Peter Pan, su famoso ni?o perdido, sobra decir que el escritor escoc¨¦s se equivocaba. El peterpanismo, esa tozuda y narcisista resistencia al mundo adulto, es uno de los grandes temas que acecha al hombre contempor¨¢neo. Luces y sombras de Nunca Jam¨¢s, polimorfos perversos e infantes p¨®stumos es el ciclo de pel¨ªculas, documentales y conferencias que desde el pr¨®ximo lunes y hasta el verano organiza La Casa Encendida de Madrid con la inmadurez como tema central.
El ciclo coincide con la publicaci¨®n de The annotated Peter Pan, de la profesora de Harvard Maria Tatar que, seg¨²n escribe en The New York Review of Books la novelista Alison Lurie, ya forma parte de la bibliograf¨ªa fundamental sobre Barrie y su demon¨ªaca criatura. Y coincide, adem¨¢s, con el aniversario del suicido de Peter Llewelyn-Davies, uno de los hermanos que inspir¨® al personaje. Tras arrojarse en abril de 1960 al metro de Londres lastrado por el peso de un fama que se torn¨® en mal¨¦fica para ¨¦l y sus hermanos, se llev¨® a la tumba los titulares de los que hu¨ªa: ¡°Peter Pan se suicida¡± o ¡°Muere el ni?o que nunca quiso crecer¡±.
Peter Pan aparece por primera vez en 1902 como personaje secundario en la novela El pajarito blanco (recientemente rescatada por Barataria). En 1904 se public¨® la famosa obra teatral y, en 1911, la novela Peter and Wendy. Para Alison Lurie, pocos personajes han sufrido tanto el ¡°secuestro¡± de escritores, dramaturgos y cineastas como ¨¦l. ¡°Hasta cambiarle la edad, la apariencia e incluso su significado¡±. Es en ese proceso de mutaci¨®n por el que discurre el ciclo de La Casa Encedida, comisariado por el cr¨ªtico Jordi Costa.
En un programa doble que pretende hacer un gui?o a una experiencia infantil ya perdida, se propone un recorrido por uno de los grandes temas de nuestro tiempo y por los diferentes tipos en los que ha degenerado. Del Ferdydurke de Witold Gombrowicz (¡°Frente a la juventud, los adultos son cobardes, serviles, sin energ¨ªa¡±, dijo en una ocasi¨®n el escritor polaco) a la provocadora Los idiotas, de Lars von Trier, ejercicio agresivo de la inmadurez, o al ¡°tonto¡± Jerry Lewis de C¨®micos en Par¨ªs. Del sue?o de Nunca Jam¨¢s a las puertas de Disneylandia o a la crepuscular casa deshabitada de Michael Jackson. ¡°Hablamos de la inmadurez como resistencia pero tambi¨¦n como patolog¨ªa¡±, explica Costa, que ilustra esa enfermedad del ni?o que se niega a crecer con una imagen de la casa del rey del pop muerto: ¡°Con esas estanter¨ªas repletas de juguetes junto a otras llenas de f¨¢rmacos¡±.
La inmadurez, como tema literario, cinematogr¨¢fico o art¨ªstico tiene para el fil¨®sofo Jos¨¦ Luis Pardo un nombre propio: ¡°Creo que uno de los que mejor retrat¨® este tema en la cultura contempor¨¢nea, y ha dejado profundas huellas en la tradici¨®n art¨ªstica actual, fue F. Scott Fitzgerald, ¨¦l mismo incapaz de alcanzar la madurez, prematuro en todas las cosas, incluso en el ¨¦xito literario, en el fracaso personal y en la muerte. Sus personajes suelen estar atravesados por una extra?a herida, por una debilidad que les impide alcanzar una personalidad de una pieza y llegar a hacerse cargo de s¨ª mismos¡±. Para Pardo, ¡°Fitzgerald alcanz¨® a dibujar un rasgo de la subjetividad contempor¨¢nea ¡ªla fragilidad no de tal o cual sujeto, sino de la subjetividad en cuanto tal¡ª que todav¨ªa describe nuestra situaci¨®n¡±.
Costa sit¨²a a su primer ¡°polimorfo perverso¡± en 1927, dos a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de El gran Gatsby. Est¨¢ encarnado en la primera pel¨ªcula de Frank Capra, Sus primeros pantalones, en la figura del c¨®mico Harry Langdon. El personaje (un ni?o grande al que sus padres regalan unos pantalones largos y que en su negaci¨®n de la madurez intenta matar a su novia) fascin¨® a la Generaci¨®n del 27. Su reencarnaci¨®n en clave pop, apunta el comisario, ser¨ªa Pee Wee Herman, ni?o eterno que acab¨® detenido en un cine porno de Florida.
¡°Soy circo, lirismo, poes¨ªa, horror, alboroto, juego...¡±, dec¨ªa Gombrowicz. En 1991 Jerzy Skolimowsky realiz¨® la versi¨®n cinematogr¨¢fica imposible de Ferdydurke. Seg¨²n Costa, esta obra es la ¡°fuente transgresora de la que surgi¨® uno de los temas arquet¨ªpicos de la comedia americana: la vuelta a la escuela¡±. Billy madison, con un Adam Sandler ¡°cruzando las ¨²ltimas fronteras de lo irritante¡±, demuestra que ¡°el cine palomitero quiz¨¢ no ha le¨ªdo a Gombrowicz pero, en el fondo, ha asimilado parte de su lecci¨®n magistral¡±.
¡°Siempre me acuerdo de esa serie televisiva que se llama Smallville, en donde Superman ha dejado de ser adulto para devenir adolescente inmaduro¡±, contin¨²a Jos¨¦ Luis Pardo. ¡°La idea de estar constantemente en fase de reciclaje, transici¨®n y reestructuraci¨®n (como lo est¨¢ el dinero) es la idea-fuerza de nuestro tiempo, para las personas como para las cosas, y ay de aquel que llegue a la madurez (o sea, que no sea capaz de reciclarse, de cambiar de trabajo, de pa¨ªs, de pareja o incluso de sexo si es preciso) porque se habr¨¢ convertido en obsoleto¡±.
Como patolog¨ªa, la inmadurez es eminentemente masculina. Solo Pipi Calzalargas podr¨ªa formar parte de la pandilla. ¡°En la screwball comedy, donde hay una figura masculina anclada en la inmadurez, surge el lado femenino de la inmadurez¡±, explica Costa. ¡°Ella llega no para dominar al hombre sino para jugar con ¨¦l. Son Cary Grant y Katherine Hepburn. Pero el drama surge, siempre llega ese d¨ªa en el que ella ya no quiere seguir jugando¡±.
Babelia
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