Las siete vidas de Nuria Espert
Su entrega y el gusto por el riesgo han marcado la carrera de esta actriz, que pisar¨¢ de nuevo los escenarios con 'La loba'
No hay en nuestra escena otra mujer de teatro (actriz, directora, empresaria) con la trayectoria, el vuelo, el gusto por el riesgo, la entrega y la generosidad de Nuria Espert. De su larga carrera, que todav¨ªa parece lejos de terminar, hemos seleccionado siete funciones. Siete rostros, siete puntos de inflexi¨®n. Siete saltos. O, si prefieren, siete vidas.
1 Medea (1954)
La joven Espert, 19 a?os, en el escenario del teatro Griego de Barcelona, recibe, ojos entrecerrados, la oleada de aplausos que remata el estreno de Medea. La ovaci¨®n, como un vendaval sobre su rostro, parece no acabarse nunca. Si esto fuera una pel¨ªcula insertar¨ªamos sobre esa imagen un mosaico de flashbacks. Espert ni?a, con coletas, recitando la Sonatina de Rub¨¦n Dar¨ªo en un nido de arte. P¨²blico arrobado, rostros ext¨¢ticos de sus padres. Espert adolescente, en el Romea, vestida de gato, vestida de criadita, vestida de vampiresa. Tras las cortinas del teatro, entre cajas, observando, bebiendo casi, la interpretaci¨®n de la veterana Emilia Bar¨®, su primer faro. Espert y Julieta Serrano, tambi¨¦n adolescente, contemplando, maravilladas, al joven Paco Rabal en el Edipo de Tamayo. Una p¨¢gina de diario gira velozmente sobre s¨ª misma y queda fija: ¡°La gran Elvira Noriega protagonizar¨¢ Medea a las ¨®rdenes de Antonio de Cabo y Rafael Richart¡±. La Espert, ensayando con el coro tr¨¢gico, en el Sal¨®n del Tinell. S¨²bito revuelo de los directores, que se llevan las manos a la cabeza, mientras vemos otro inserto de peri¨®dico: ¡°Elvira Noriega, indispuesta, suspende¡±. Una farola. Travelling descendente hasta la Espert ensayando, de madrugada, en los jardines del hospital de la Santa Cruz con Juan Germ¨¢n Schroeder, autor de la versi¨®n y su principal valedor en la compa?¨ªa. Ella: ¡°Oh, dioses conyugales, que hab¨¦is sido custodios de mi t¨¢lamo nupcial¡¡±. ?l: ¡°M¨¢s alto, Nuria, m¨¢s alto. Vete al fondo y repite, que no se te oye¡±. Volvemos al plano de la noche del estreno. Contraplano: el p¨²blico del Griego, puesto en pie. Sucesi¨®n de insertos de cr¨ªticas: ¡°Maravillosa¡±, ¡°Revelaci¨®n¡±, ¡°Extraordinaria¡±, ¡°Ha nacido una actriz¡±. Un autocar, con la compa?¨ªa De Cabo-Richart, recorre Espa?a. En sobreimpresi¨®n, los nombres de las ciudades (salvo Madrid, la m¨¢s codiciada). La actriz recuerda: ¡°A la vuelta, con el dinero de aquella gira, mi madre y yo instalamos el tel¨¦fono, para contestar el aluvi¨®n de llamadas ofreciendo grandes papeles. Tel¨¦fono que no son¨® ni una sola vez durante todo el a?o siguiente: primera lecci¨®n aprendida sobre los altibajos de esta bendita profesi¨®n¡±.
2 Las criadas (1969)
¡°Una noche, una se?ora de la alta burgues¨ªa catalana me tir¨® un bolso a la cara. Sin dinero,por cierto¡±, dice la actriz sobre ¡®Las criadas¡¯ (1969)
Han pasado 15 a?os. Armando Moreno, su marido, su director, el empresario de su compa?¨ªa, le ha dicho: ¡°Yo ya te he ense?ado todo lo que s¨¦. Ahora, para crecer, has de buscar a los mejores¡±. Arrabal les ha hablado de un tal V¨ªctor Garc¨ªa, ¡°un joven genio argentino que acaba de ganar el premio a la mejor direcci¨®n en el Festival de Belgrado¡±. Flechazo absoluto. Deciden hacer, en programa doble, Los dos verdugos, de Arrabal, y Las criadas, de Genet. Los dos verdugos son Carlos Ballesteros y Gerardo Malla. Las criadas son Nuria Espert y Julieta Serrano; la se?ora es Mayrata O¡¯Wisiedo. Ocho horas diarias de ensayos. V¨ªctor Garc¨ªa no hace lecturas, no analiza el texto, no da indicaciones psicol¨®gicas. ¡°Era¡±, dice la Espert, ¡°un core¨®grafo emocional. Nos mov¨ªa, nos sacud¨ªa, nos hac¨ªa aullar, agotar todas las posibilidades del texto¡±.
Los dos verdugos no pasa la censura: Robles Piquer, mandam¨¢s de Cultura, se enfurece al ver que el decorado es un tanque, y les acusa de subversivos. Lusarreta, el empresario del Reina Victoria, manda sacar el tanque a la calle, bajo la lluvia. La profesi¨®n despide el duelo desde el Buffet Italiano.Malos tiempos: en enero de 1969 se decreta el estado de excepci¨®n. Como protesta, Peter Weiss, el autor de Marat-Sade, decide suspender las representaciones del espect¨¢culo de Marsillach, el gran ¨¦xito del momento, en el Poliorama barcelon¨¦s. El empresario Bala?¨¢ les llama por si tienen algo para llenar el hueco. Armando Moreno cae en la cuenta: ¡°?No han prohibido Las criadas!¡±. El estreno tiene lugar a principios de febrero, sin apenas publicidad. Catorce paneles verticales de aluminio, una rampa inclinada, un lecho central cubierto de sat¨¦n negro. Las actrices calzan alt¨ªsimos coturnos. La cr¨ªtica las machaca. ¡°No nos hicieron¡±, cuenta, ¡°ni una entrevista. No ven¨ªa nadie al teatro. Y los que ven¨ªan nos abucheaban. Una noche, una se?ora de la alta burgues¨ªa catalana me tir¨® un bolso a la cara. Sin dinero, por cierto¡±. De repente, un telegrama: les invitan a presentar el espect¨¢culo en Belgrado. Acogida apote¨®sica, p¨²blico puesto en pie, Gran Premio del jurado. A la vuelta estrenan en el F¨ªgaro, el 9 de octubre. Se repite el ¨¦xito de Belgrado y, al rev¨¦s que en Barcelona, llenan el teatro durante meses, aunque luego les prohibir¨¢n la gira por Espa?a. ¡°Las criadas fue el mejor espect¨¢culo de V¨ªctor Garc¨ªa y el mejor que he hecho nunca. Redondo, perfecto, terriblemente arriesgado. Aquella funci¨®n me cambi¨® la carrera y la vida¡±.
3 Yerma (1971)
Imposible resumir la aventura de Yerma, el espect¨¢culo que consagra a Nuria Espert y la propulsa internacionalmente a lo largo de una gira mundial (Estados Unidos, Rusia, Sudam¨¦rica, Jap¨®n) de cuatro a?os y m¨¢s de dos mil representaciones, que se dice pronto. Para Peter Brook, Yerma supuso un antes y un despu¨¦s en el teatro europeo. Y, desde luego, nunca hubo nada igual en el teatro espa?ol. ¡°Pudimos hacerla¡±, cuenta, ¡°porque en los sesenta la hab¨ªa hecho Aurora Bautista con Luis Escobar. Pero, desde luego, los censores no esperaban aquel estallido de los sentidos, aquella ceremonia pagana de sexo y muerte en que la convirti¨® V¨ªctor¡±.Destellos, como im¨¢genes vistas desde un tren a toda velocidad: la primera intuici¨®n de la lona en una servilleta con la que V¨ªctor Garc¨ªa juega e imagina el espect¨¢culo, en un bar de Granada; el llanto emocionado de la compa?¨ªa cuando la lona (de 120 metros cuadrados, que deb¨ªa soportar el peso de 15 actores hasta una altura de 18 metros) subi¨® por primera vez, en la Alian?a del Poble Nou; las prohibiciones, funci¨®n tras funci¨®n, durante todo un a?o; el estreno en la Comedia, el 30 de noviembre de 1971, en medio de un apabullante despliegue policial que rode¨® el teatro desde dos horas antes. Y de las mil historias rese?ables, un recuerdo c¨®mico que pudo ser tr¨¢gico: ¡°En Nueva York, en la Brooklyn Academy of Music, se solt¨® un tensor en plena funci¨®n. Cuatro actores salieron disparados como por un tirachinas. Yo me qued¨¦ muda. Por suerte, solo fueron unos ara?azos. Entra Dino de Laurentiis en el camerino y dice: ¡°?Qu¨¦ pasi¨®n, qu¨¦ fuerza, c¨®mo se nota que sois latinos! Aqu¨ª, los sindicatos nunca permitir¨ªan esa escena maravillosa en la que los chicos salen volando¡±. Con nuevos repartos, Nuria Espert seguir¨ªa representando Yerma durante los 15 a?os siguientes, que tambi¨¦n se dice pronto.
4 The houseof Bernarda Alba (Londres, 1985)
Su debut como directora, y adem¨¢s en ingl¨¦s, ¡°que aprend¨ª en cuatro meses, a raz¨®n de cuatro horas diarias¡±. Una propuesta del Lyric Theatre de Hammersmith, en Londres. Una puesta muy concreta, muy realista, en las ant¨ªpodas de la Yerma de V¨ªctor Garc¨ªa. Escenograf¨ªa y vestuario de sus eternos c¨®mplices Ezio Frigerio y Franca Squarziapino: espacio desnudo, como el patio de un reformatorio o un pozo de paredes blancas. Siete semanas de ensayos. Estelar cabecera de cartel: Glenda Jackson como Bernarda, Joan Plowright como Poncia. ¡°Estuvieron grandiosas¡±, cuenta, ¡°pero todas las miradas se concentraron en Amanda Roth, una Adela extraordinaria y casi debutante: aquel trabajo dispar¨® su carrera¡±. Premio Olivier al mejor espect¨¢culo del a?o, premio del Evening Standard a la mejor direcci¨®n. A los tres meses, The house of Bernarda Alba pas¨® al West End: Gielgud Theatre, en Shaftesbury Avenue. Michael Billington, el cr¨ªtico de The Guardian, escribi¨®: ¡°Nuria Espert le ha abierto a Lorca de par en par las puertas de la escena brit¨¢nica¡±. (Y, de paso, le abri¨® a ella, curiosa carambola, las puertas de la escena oper¨ªstica, desde el Covent Garden hasta la English National Opera).
¡°Era la primera vez que hac¨ªa un mon¨®logo, y aquella hora y media resultaba agotadora¡±,recuerda sobre la obra ¡®Maquillaje¡¯ (1990)
5 Maquillaje (1990)
Una funci¨®n de dif¨ªcil gestaci¨®n y duro recuerdo. Maquillaje era un texto de Hisashi Inoue que Espert descubri¨® en Jap¨®n a finales de los ochenta: el mon¨®logo de una vieja actriz que se dispone a dar su ¨²ltima representaci¨®n antes de que derriben su teatro. Comenz¨® a ensayarla con el director Koichi Kimura. En mitad, en Londres, la abati¨® una fort¨ªsima depresi¨®n, nacida de encadenar un proyecto tras otro. En 1990 volvi¨® a Tokio para trabajar de nuevo con Kimura, que viajar¨ªa luego a Valencia hasta completar el trabajo, respaldado por el Centro Dram¨¢tico de la Generalitat Valenciana. Maquillaje se estren¨® en el Rialto y se present¨® luego en el Lliure y en la madrile?a Sala Olimpia. ¡°Era la primera vez que hac¨ªa un mon¨®logo¡±, cuenta, ¡°y aquella hora y media en el escenario resultaba agotadora. Es de los trabajos m¨¢s desnudos y extenuantes que he hecho: hablaba a una velocidad desmesurada mientras realizaba cientos de acciones. El cuerpo hac¨ªa unas cosas y la boca dec¨ªa otras. Contra todo pron¨®stico, por la dureza del texto y lo extremo de la propuesta, gust¨® mucho al p¨²blico. Me la pidieron de toda Espa?a. Me presentaba casi como una c¨®mica de la legua, con solo dos t¨¦cnicos que montaban decorado y luces. Prefiero hacer veinte Medeas que volver a hacer Maquillaje, pero vali¨® la pena¡±.
6 La gaviota (1997)
En 1995, Nuria Espert propone a Jos¨¦ Mar¨ªa Flotats protagonizar La gaviota, de Ch¨¦jov. El actor y director le ofrece montarla, en catal¨¢n (La gavina), en el futuro TNC. Los ensayos comienzan en la primavera de 1997, mientras arrecia una campa?a contra Flotats, que ser¨¢ destituido de su cargo poco antes del estreno. ¡°Estrenamos a mediados de octubre, en pleno vendaval, firmando notas de apoyo, con el teatro a rebosar y con una sorprendente ausencia de la clase pol¨ªtica catalana. El espect¨¢culo, que ten¨ªa que reponerse y entrar en repertorio la temporada siguiente, muri¨®, por decreto, al poco tiempo¡±. En la memoria, un montaje bell¨ªsimo, con un gran reparto en el que figuraban el propio Flotats, Ariadna Gil, Pere Arquillu¨¦, Jos¨¦ Mar¨ªa Pou, Merc¨¦ Pons, y un largo y espl¨¦ndido etc¨¦tera, y un extraordinario trabajo de Nuria Espert, de regreso a su lengua materna: una Arkadina que sab¨ªa ser vulgar y sublime, tierna y devoradora, sensual y dur¨ªsima, alquimia que volver¨ªa a asomar en trabajos posteriores como ?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf?, dirigida por Marsillach, o La Celestina, con Lepage.
7 La violaci¨®n de Lucrecia (2010)
A finales de los setenta, Nuria Espert decidi¨® ponerse en manos de Llu¨ªs Pasqual para que le dirigiera Otra Fedra, por favor, tras ver Leoncio y Lena, uno de sus primeros montajes en el Lliure. Treinta y tantos a?os despu¨¦s, la historia se repite: despu¨¦s de ver La funci¨®n por hacer, en el Lara, le pide a Miguel del Arco que la dirija en La violaci¨®n de Lucrecia, el intens¨ªsimo poema dram¨¢tico de Shakespeare, donde encarnar¨¢ a todos los personajes y que girar¨¢ ¡ªm¨¢s de cien funciones¡ª por toda Espa?a con un ¨¦xito creciente. Miguel del Arco dijo: ¡°No tiene miedo a nada. Puede dudar de algo que le propones, pero siempre dice: ¡®Vamos a probarlo¡¯, y se lanza de cabeza¡±. El poema, en espl¨¦ndida traducci¨®n de Jos¨¦ Luis Rivas, llega transparente, sin gota de ret¨®rica: a caballo de una dicci¨®n cristalina, el verso parece iluminarse por los rel¨¢mpagos que Coleridge percibi¨® al escuchar a Kean. La actriz atrapa todos los matices como si fueran p¨¢jaros y los echa a volar de nuevo: la villan¨ªa, la duda, la ferocidad, la desesperaci¨®n de Tarquino; la inocencia de Lucrecia, el dolor invivible, la fuerza ¨²ltima. El espect¨¢culo es una culminaci¨®n y una suma: en su voz, en su mirada, en su gesto, vemos desfilar toda su carrera, todas sus hero¨ªnas tr¨¢gicas.
Y el viaje contin¨²a: el 20 de abril pisar¨¢ de nuevo el escenario del Mar¨ªa Guerrero para interpretar a la implacable Regina Giddens de La loba (The Little Foxes), el cl¨¢sico melodrama de Lillian Hellman, rodeada por H¨¦ctor Colom¨¦, Carmen Conesa, Jos¨¦ Luis Pellicena y Jeaninne Mestre, entre otros, a las ¨®rdenes de Gerardo Vera, que as¨ª cierra su trayectoria al frente del Centro Dram¨¢tico Nacional.
La loba, de Lillian Hellman. Versi¨®n de Ernesto Caballero. Dramaturgia y direcci¨®n de Gerardo Vera. Centro Dram¨¢tico Nacional. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid. Del 20 de abril al 10 de junio. cdn.mcu.es.
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