M¨¦tafora y desgarro, po¨¦ticas divergentes
La pregunta queda en el aire: ?c¨®mo va a cambiar esta experiencia el futuro trabajo de Abramovic?
Esper¨¢bamos con curiosidad el estreno. La conjunci¨®n de nombres no pod¨ªa ser m¨¢s prometedora: Robert Wilson, Antony, Willem Dafoe y la propia Abramovic, performer de origen serbio. Emocionaba ver a una artista tan radical en el teatro de la ¨®pera madrile?o que, gracias a su director, Gerard Mortier, est¨¢ empezando a tener un papel en el circuito internacional y a atraer a un p¨²blico que antes jam¨¢s se habr¨ªa acercado all¨ª. Sin localidades disponibles desde antes del estreno, los seguidores de Abramovic han querido ver esta puesta en escena sobre la vida de la artista.
No es la primera vez que el trabajo de Abramovic gira en torno a la propia biograf¨ªa: a menudo sus piezas dan incluso la impresi¨®n de tener un componente terap¨¦utico o hasta m¨¢gico. En esta ocasi¨®n le ha entregado su historia de vida, sus cartas, sus secretos... a Robert Wilson, quien junto a ella ha formulado, siempre intuitivo, una biograf¨ªa po¨¦tica en la cual se combinan el humor, la farsa, la tragedia, el absurdo, las obsesiones, los desencuentros... narrados por Dafoe y Antony, ambos deslumbrantes.
En esta uni¨®n de dos po¨¦ticas tan divergentes ¡ªla de Wilson y Abramovic¡ª radicaba una de las mayores inc¨®gnitas: ?c¨®mo conjugar la est¨¦tica metaf¨®rica y elegante del primero con el desgarro y hasta el realismo de la segunda? El resultado no est¨¢ nada mal ¡ªlo prueba la combinaci¨®n de las iluminaciones precisas con los v¨ªdeos documentales¡ª. M¨¢s a¨²n: una intuici¨®n prodigiosa ha sabido captar esa franja dif¨ªcil de definir en la producci¨®n de Abramovic ¡ªque yo antes llamaba magia¡ª y la ha puesto a funcionar en unos efectos escenogr¨¢ficos eficaces siempre y sublimes en algunos momentos, sobre todo en la primera parte. Es impresionante el comienzo en el cual las tres tumbas ¡ªpara que nadie sepa en cu¨¢l yace, dice Abramovic¡ª son rodeadas por tres perros, imagen escalofriante de la muerte. Se dir¨ªa que, para el espectador atento, las alusiones a la obra de Abramovic son sutiles pero constantes a lo largo de la pieza, donde se completan ciertas lecturas, incluidos la farsa y el absurdo, no tan claras a primera vista en otros trabajos.
Luego baja el tel¨®n y la sala se enciende ¡ªla de un teatro cl¨¢sico que nada tiene que ver con los circuitos a los cuales nos tiene acostumbrados Abramovic, al fin y al cabo una performer que en esta ocasi¨®n ha debido adecuarse a las exigencias de su sabio director de escena¡ª. La pregunta queda inevitable en el aire, sobre todo tras esta muerte terap¨¦utica con declaraci¨®n de intenciones por parte de Marina Abramovic, quien en un momento de la pieza se despide del pasado y del sufrimiento. ?C¨®mo va a cambiar esta experiencia los pr¨®ximos trabajos de la performer? Seguro que hay sorpresas esperando en el futuro.
Babelia
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