La agridulce vida
La buena vida (1996), opera prima de David Trueba, se cerraba con las im¨¢genes de una cama sobrevolando los tejados de Par¨ªs a los sones de Charles Trenet. En Madrid, 1987, la sorprendente nueva pel¨ªcula del cineasta, un viejo columnista de prensa (Jos¨¦ Sacrist¨¢n) y una estudiante de Periodismo (Mar¨ªa Valverde), encerrados en un cuarto de ba?o, imaginan la proyecci¨®n de una pel¨ªcula frente a un marco vac¨ªo, colocado sobre una pared de azulejos: en esa no-pel¨ªcula tambi¨¦n salen Par¨ªs, una familia y una cama; y Trueba logra, en buena medida, proyectar esas im¨¢genes inexistentes en la cabeza del espectador. Hay algo muy revelador en la distancia que separa estas dos escenas que, en el fondo, hablan de lo mismo en clave muy distinta: de la necesidad de escapar, de liberarse, de trascender el presente de indicativo que te ancla a una realidad siempre mejorable.
Tras cerrar con esa imagen La buena vida ¡ªpel¨ªcula que se colocaba en la feliz l¨ªnea de descendencia de la Nouvelle Vague¡ª, Trueba no quiso o no pudo prolongar la espontaneidad de ese debut en unos trabajos posteriores que le acercaron a la figura (respetable, pero definitivamente menos estimulante) del competente profesional de la industria del cine. Con Madrid, 1987, el cineasta no se reinventa (ese verbo horrible) sino que se redescubre. La fuerza de ese momento en el que los personajes de Sacrist¨¢n y Valverde inventan una pel¨ªcula sobre el vac¨ªo recupera un ¨ªmpetu perdido y hace revivir la verdad de La buena vida. Al igual que Juan Cavestany, Carlos Vermut o Nacho Vigalondo, Trueba parece apostar por una refundaci¨®n sustentada sobre la ligereza, la precariedad y la fragilidad de un cine hecho casi a la intemperie. Tras las ¨²ltimas noticias sobre la nueva pol¨ªtica cinematogr¨¢fica, la imagen de esos dos personajes imaginando una pel¨ªcula invisible en un cuarto de ba?o adquiere nuevas resonancias que quiz¨¢ el autor ni sospechaba.
'Madrid, 1987'
Direcci¨®n: David Trueba. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Mar¨ªa Valverde, Eduardo Antu?a, Ram¨®n Fontser¨¦.
G¨¦nero: Drama. Espa?a, 2011.
Duraci¨®n: 102 minutos.
El tema del viejo maestro y la lolita sirve a Trueba para hablar de muchas cosas: de relevos, de los pulsos entre el cinismo de la derrota y las esperanzas que a¨²n no han sido malogradas, del tiempo, de la est¨¦tica, de c¨®mo la Historia se filtra en la vida y la condiciona¡ Hay tensi¨®n expresiva en cada plano y los silencios y las miradas de Mar¨ªa Valverde logran medirse con la melanc¨®lica verbosidad de un Jos¨¦ Sacrist¨¢n m¨¢s all¨¢ del bien y del mal.
Babelia
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