Poderoso Shostak¨®vich
Lo que cambian las cosas con el paso del tiempo. Hace unos a?os se celebraba por todo lo alto la presencia de alg¨²n espa?ol en la orquesta de j¨®venes Gustav Mahler, creada por iniciativa de Claudio Abbado en Viena en 1986. Ahora los apellidos espa?oles superan el 20% del total de la plantilla. Es un tema para meditar, porque no es la ¨²nica orquesta europea de renombre en la que los m¨²sicos espa?oles j¨®venes triunfan. Los deportistas de Espa?a no est¨¢n solos en cuanto a prestigio internacional en los ¨²ltimos a?os. Es un motivo de satisfacci¨®n.
Sustituyendo a Ingo Metzmacher, David Afkham ha venido a Madrid al frente de la fogosa orquesta. La presencia del joven director alem¨¢n generaba una enorme curiosidad tras los intentos fallidos de su fichaje en Espa?a, primero por la orquesta Filarmon¨ªa de Galicia y posteriormente por la Orquesta Nacional. No se puede afirmar por lo visto en el concierto del s¨¢bado si ha sido una p¨¦rdida irreparable o no su compromiso con alguna orquesta espa?ola. Son muchas y complejas las cuestiones que concurren en la titularidad musical de una orquesta. Lo que s¨ª queda fuera de dudas es la enorme calidad de Afkham como director: claridad en los conceptos fundamentales, precisi¨®n en los contrastes din¨¢micos, sumo cuidado de los aspectos t¨ªmbricos, dominio m¨¢s que sobrado de la parcela r¨ªtmica y gran facilidad para conjugar con acierto los di¨¢logos entre secciones sonoras. Su S¨¦ptima de Shostak¨®vich fue mod¨¦lica. La orquesta respondi¨® con entrega y un entusiasmo al l¨ªmite de la desmesura, aunque sin perder en ning¨²n momento la racionalidad. El ¨¦xito, en estas condiciones, era predecible. As¨ª fue, y adem¨¢s de gran calado.
Iberm¨²sica
Gustav Mahler Jugendorchester. Director: David Afkham. Solista: Ir¨¦ne Theorin. Obras de Wagner: Escena final de 'El ocaso de los dioses', y Shostak¨®vich: 'S¨¦ptima sinfon¨ªa'. Auditorio Nacional, 14 de abril.
Previamente a la sinfon¨ªa de Shostak¨®vich hubo una lectura de la escena final de El ocaso de los dioses, de Wagner, la de la inmolaci¨®n de Brunilda, con el papel de la hero¨ªna wagneriana asumido por la soprano sueca Ir¨¦ne Theorin. No quedar¨¢ para el recuerdo esta primera parte del concierto. De entrada, comenzar una velada musical por una p¨¢gina de estas caracter¨ªsticas es m¨¢s que discutible, pero, en cualquier caso, a Wagner hay que tratarle con m¨¢s cuidado. Una versi¨®n tan bullanguera como la que se ofreci¨® es en cierto modo contraproducente y lleva inevitablemente a la superficialidad. En realidad todo estuvo en su sitio, tanto las aportaciones de la cantante como las del director y la orquesta, pero sin "pellizco". La redenci¨®n vendr¨ªa de inmediato con Shostak¨®vich y su emblem¨¢tica sinfon¨ªa Leningrado.
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