Melville y su chimenea
Tras su muerte, dej¨® esposa, hijos, nietos, ninguna aventura fuera del matrimonio, ninguna carta de amor. A lo que con m¨¢s intensidad dedic¨® Herman Melville su vida fue a viajar, huir, escribir, escribir y escribir, incluso durante el ¨²ltimo periodo, conocido como la retirada de Melville (Melville¡¯s withdrawal). Tiene mucha fama su relato Bartleby el escribiente, pero hay otro que nada tiene que envidiarle: Yo y mi chimenea (Barataria), buena traducci¨®n de Adri¨¤ Edo. En ese cuento tenemos a un viejo granjero, aficionado a fumar en pipa ante la descomunal y desproporcionada chimenea de su casa, y poco amigo de los cambios y de las modernidades. Su mujer, hijos y vecindario le acosan para que derribe la inmensa chimenea y remodele la casa con un sentido pr¨¢ctico y econ¨®mico. Pero ¨¦l no est¨¢ por la labor: ¡°A partir de esta habitual primac¨ªa de mi chimenea sobre m¨ª, algunos incluso piensan que he entrado en un triste camino de retroceso; en resumen, que de tanto permanecer detr¨¢s de m¨ª antigua chimenea, me he acostumbrado a situarme tambi¨¦n por detr¨¢s de la actualidad, y que debo de andar atrasado en todo lo dem¨¢s¡±.
Supuestamente anticuado, se opone a la destrucci¨®n de lo m¨¢s esencial de su finca, porque para ¨¦l sin ese gran fuego la casa perder¨ªa su esp¨ªritu. Al final del relato, le veremos montando guardia ante su vieja chimenea cubierta de musgo: ¡°Porque eso es algo decidido entre yo y mi chimenea: que yo y ella nunca nos rendiremos¡±.
Nunca nos vamos a rendir. Con nuestras bibliotecas nunca podr¨¢n
Para cuantos se sienten desconcertados ante quienes d¨ªa tras d¨ªa se obstinan en repetir y repetir que no cuajan entre nosotros los e-books pero ya lo har¨¢n y nos cuentan que las ventas de libros electr¨®nicos tarde o temprano generar¨¢n miles de millones de d¨®lares al a?o, el fuego del hogar del cuento de Melville tiene una carga metaf¨®rica muy actual y, es m¨¢s, abre un frente de guerra contra los que trabajan para el derribo de las viejas chimeneas del esp¨ªritu.
As¨ª que Yo y mi biblioteca podr¨ªa ser tambi¨¦n buen t¨ªtulo para este art¨ªculo. Y que nadie se extra?e ahora si digo que, a pesar de tanta promoci¨®n del rancio kindle, algo en el ambiente est¨¢ pidiendo que nos decidamos de una vez por todas a apoyar a los viejos granjeros que fuman en pipa al calor de las historias que inventa el fuego: historias como Yo y mi chimenea, escrita por su autor en una atm¨®sfera de desaliento parecida a la que actualmente sobrellevamos, s¨®lo que en este caso el des¨¢nimo que padec¨ªa Melville hacia 1855 ¡ªcomenz¨® a escribir su relato poco despu¨¦s de que le recomendaran acudir a un psiquiatra¡ª desemboc¨® en un repentino quiebro a la resignaci¨®n y a la fatalidad y en un gui?o al humor, presente hasta en el t¨ªtulo. Hoy sabemos que le sobraban los motivos para el desaliento. Porque entre otras cosas ?c¨®mo comprender que historias como Bartleby, Billy Budd, Benito Cereno y, sobre todo, Moby Dick, pasaran inadvertidas cuando no rechazadas por el p¨²blico y la cr¨ªtica de la ¨¦poca?
En contrapartida, Yo y mi chimenea resurge ahora con fuerza, a modo de inesperado s¨ªmbolo de la resistencia de los que deseamos seguir creyendo en un trastorno lampedusiano del mundo del libro. Porque a veces algunos a¨²n confiamos en que todo est¨¦ cambiando para que a la larga las cosas vuelvan m¨¢s o menos al punto de partida y un d¨ªa ese potente invento de la humanidad que es el libro impreso sea valorado como merece y regrese al centro de la escena. Nunca nos vamos a rendir. Con nuestras bibliotecas nunca podr¨¢n. Por eso en ocasiones a¨²n se nos ve situarnos ¡°detr¨¢s de la actualidad¡± y, en medio de la sombr¨ªa indiferencia del entorno, oponernos con una suave sonrisa a la revoluci¨®n del libro electr¨®nico, plantar cara a la ¡°tremenda necesidad de mejoras¡±, ese eufemismo con el que el retr¨®grado granjero comenta la destrucci¨®n que acecha al centro de su mundo.
Babelia
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