Los santos inocentes en California
'De ratones y hombres', de John Steinbeck, tiene sobredosis de tragedia, pero tanto la puesta en escena de Miguel del Arco en el Espa?ol como sus actores, encabezados por Roberto ?lamo, Fernando Cayo e Irene Escolar, son superlativos
De ratones y hombres es uno de esos casos en los que me parece mejor el trabajo actoral y la puesta en escena que su material dram¨¢tico. Nacida como novela corta (Of Mice and Men), el propio Steinbeck la adapt¨® al teatro en 1937, el mismo a?o de su publicaci¨®n, y arras¨® en Broadway, con un joven Broderick Crawford como Lennie. Otros Lennies destacables fueron Lon Chaney Jr. (1939), James Earl Jones (1974) y John Malkovich (con Gary Sinise) en el montaje de Steppenwolf, en Chicago (1981), aunque dudo que se pueda hacer mejor que como lo hace Roberto ?lamo en este montaje de Miguel del Arco en el Espa?ol, en versi¨®n, yo dir¨ªa que ¨ªntegra, de Juan Ca?o y el propio director. Mi problema con este texto es, de entrada, su fastidiosa voluntad de tragedia. Con la voluntad de tragedia casi nada puede ser lo que es, sino que est¨¢ obligado a ser signo y cargar con ese peso: la muerte de un perro ha de estar pre?ada de anticipaci¨®n simb¨®lica, un vestido rojo ha de ser emblema del deseo, etc¨¦tera. ?Emociona De ratones y hombres? Caray si emociona, sobre todo su tremenda escena final, pero a costa de morir por sobredosis. Reconozco que es un tipo de obra que me echa para atr¨¢s porque contiene una de las cosas que me parten el coraz¨®n con la fuerza de unas tenazas: el inocente machacado. Dadme al Lennie de Steinbeck o al Azar¨ªas de Delibes y ya estoy hecho polvo desde el minuto uno. No es una comparaci¨®n casual, porque tanto De ratones y hombres como Los santos inocentes cojean del mismo pie: mal rollo abusivo, pintura monocroma, negro sobre negro. Y si hay una brizna de esperanza tambi¨¦n le romperemos el cuellecito. ?Por qu¨¦ no me gusta todo eso? Porque me parece un chantaje emocional, porque Steinbeck carga la mano todo lo que puede y m¨¢s, y porque la acumulaci¨®n estraga. Tampoco me convence el personaje de la chica. Y digo ¡°la chica¡± porque por no tener no tiene ni nombre: es ¡°la mujer de Curly¡±. Mal comenzamos cuando el propio Steinbeck nos dice: ¡°No es una persona, es un s¨ªmbolo. No tiene funci¨®n, est¨¢ ah¨ª por contraste y porque es un peligro para Lennie¡±. ?Y qu¨¦ simboliza el personaje? El ideal inalcanzable, el deseo (de rojo), la incomunicaci¨®n, el lirio entre cardos. La chica se queja de que la tomen por una puta, pero ya en la primera escena aparece incongruentemente vestida de bailarina y ense?ando las bragas ostentosamente. No s¨¦ si este gesto (o signo) es un a?adido del director. De ser as¨ª, es el equivalente de chupar una piruleta en forma de coraz¨®n. Ah, es que el personaje es muy ingenuo. Una mujer-ni?a. Ya. Y yo soy la gran duquesa Anastasia. No estar¨ªa mal quitar el signo perniabierto, que puede provocar un previsible ¡°si es que van como van y pasa lo que pasa¡± en las mentes cejijuntas. Pasemos a su escena capital con Lennie, que ah¨ª es donde el se?or Steinbeck m¨¢s se columpia (en mi opini¨®n, como dir¨ªa Will Gardner). Bonita premisa: Frankenstein y la ni?a a la orilla del lago. Muy bellamente interpretada por ?lamo e Irene Escolar, pero no me la trago. No me la trago porque, a) ella, que tiene la maleta hecha, se queda a pasarnos informaci¨®n (estilo ¡°cuando yo era peque?ita¡±) en vez de salir por pies antes de que vuelva su marido y b) porque, francamente, nadie en su juicio, por muchas ansias de comunicaci¨®n que tenga y por muy mujer-ni?a que sea, se queda a solas en un granero con un tonto que acaba de matar a un cachorro con sus propias manos.
?Cu¨¢l es la escena
M¨¢s problemas: la delgad¨ªsima acci¨®n dram¨¢tica. Se hace muy larga la funci¨®n. Me pregunto: ?qu¨¦ es lo que m¨¢s te seduce de esa trama? El enorme cari?o entre George y Lennie, pese a que George se hace el duro e intenta disimularlo. George es Fernando Cayo y tambi¨¦n est¨¢ que se sale, lleno de fuerza y de anhelo, puteado hasta las trancas y tratando de salir adelante. Tambi¨¦n me gusta mucho Slim, el mulero (bien por Josean Bengoetxea), que tiene el valor de proteger a George y Lennie cuando las cosas se ponen chungas. Bien, entonces ?cu¨¢l es la escena que m¨¢s te atrapa, que realmente te interesa y por qu¨¦? Me respondo: clar¨ªsimo, la del ensue?o de la granja. Atrapa porque hay un objetivo com¨²n, un proyecto, una repentina solidaridad entre Lennie y George y el precioso personaje del viejo Candy (Antonio Canal, otro gran trabajo); porque hay un vector de fuerza hacia el futuro, porque se entreabre una ventana en ese mundo cerrado, asfixiante. Luego, corolario, viene la escena de la caba?a, despu¨¦s de que el negro Crooks (Emilio Buale: otro bravo para ¨¦l) haya sacado a pasear su logiqu¨ªsima mala leche de underdog, y se ampl¨ªa la constelaci¨®n y por un momento refulge la posibilidad de una familia autoelegida: George, Lennie, Candy, Crooks¡ y, s¨ª, quiz¨¢s tambi¨¦n la chica de rojo. Pero Steinbeck no va a permitirlo, porque el fatum es el fatum, y no digo m¨¢s. O sea que dejemos la historia y hablemos del espect¨¢culo. Un espect¨¢culo que podr¨ªa defenderse perfectamente en Broadway. S¨ª, como Follies: llevamos dos seguidos en el mismo teatro. Estupenda escenograf¨ªa de Eduardo Moreno, fant¨¢stica iluminaci¨®n de Juanjo Llorens. Vuelvo a los actores, porque es lo que me vuelve. ?lamo, en primer lugar. Malkovich estaba muy bien en la pel¨ªcula, pero lo ve¨ªa yo un poco compuesto, un poco de ir a por el Oscar. Demasiado lucimiento. Roberto ?lamo me parece aqu¨ª org¨¢nico de la cruz a la bola, con toda la verdad que no acab¨® de atrapar en el Tranv¨ªa, y perfecta la qu¨ªmica con Fernando Cayo, al que nunca he visto mejor. Lo de Irene Escolar tiene mucho m¨¦rito, porque ha de bregar con la indefinici¨®n de ese personaje y darle carne y vida al s¨ªmbolo de marras: cada vez me convenzo m¨¢s de que esta actriz puede con lo que le echen porque sale a matar. Me gusta mucho tambi¨¦n la pauta de los crescendos, el estallido de la pelea definitiva, con ese Curly de Diego Toucedo, que parece llevar escorpiones en el calzoncillo y da m¨¢s miedo que un granizo. Hay que aplaudir a todo el reparto (Rafael Mart¨ªn como el patr¨®n, Eduardo Velasco como Carlson, Alberto Iglesias como Whit), y as¨ª lo hizo y lo hace cada noche el p¨²blico del Espa?ol. ?Qu¨¦ ganas tengo de ver El inspector, que Del Arco dirigir¨¢ en breve en el Valle Incl¨¢n! ?Una comedia! ?Mi reino por una comedia!
De ratones y hombres, de John Steinbeck. Versi¨®n de Juan Ca?o Arecha y Miguel del Arco. Direcci¨®n de Miguel del Arco. Teatro Espa?ol. Madrid. Hasta el 27 de mayo. Encuentro con el p¨²blico: 9 de mayo a las 22.00. www.teatroespanol.es.
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