¡®Los desastres de la guerra¡¯, de Rubens inspir¨®, el ¡®Guernica¡¯ de Picasso
Tal d¨ªa como hoy, hace 75 a?os, Picasso dio la primera pincelada a la obra m¨¢s emblem¨¢tica del siglo XX El periodista Baltasar Magro investig¨® la gestaci¨®n de la obra y la novela en 'La luz del Guernica'
El 10 de mayo de 1937, Pablo Picasso daba la primera pincelada sobre lo que se convertir¨ªa en la obra m¨¢s emblem¨¢tica del siglo XX. El sistem¨¢tico y terrible bombardeo de la aviaci¨®n alemana hab¨ªa destrozado y sembrado de cad¨¢veres la ciudad vasca unos d¨ªas antes, el 27 de abril . El entonces embajador de Espa?a en Par¨ªs, Luis Araquistain, hab¨ªa encargado al artista una obra para la exposici¨®n universal de Par¨ªs y el artista malague?o, que se encontraba en plena crisis creativa y personal, decidi¨® crear una rotunda obra antibelicista. El impacto de la obra, sus peripecias de supervivencia o las pol¨¦micas sobre su destino definitivo, son bien conocidas. Menos sabidos son los motivos qe inspiraron esas figuras que gritan retorcidas por el dolor. Las teor¨ªas han sido muchas. La ¨²ltima se?ala ¡°Los desastres de la guerra¡±, una de las grandes obras maestras de Rubens como punto de partida para la creaci¨®n del mural. Baltasar Magro (Toledo, 1949) ha novelado esta teor¨ªa en La luz del Guernica (Roca Editorial), en 280 p¨¢ginas en las que recrea esos veinte d¨ªas en los que Picasso trabaj¨® d¨ªa y noche hasta rematar la m¨ªtica obra. Dora Maar, Alberto S¨¢nchez, Juan Larrea, Josep Lluis Sert, Max Aub, Jos¨¦ Bergam¨ªn o Paul Elouard ocupan papeles estelares en un libro que intenta iluminar una de las etapas menos conocidas de Picasso.
Baltasar Magro fue durante m¨¢s de 30 a?os uno de esos escasos periodistas que junto a Soledad Alameda impactaba a los espectadores de la televisi¨®n p¨²blica con reportajes de investigaci¨®n ahora inimaginables. La meticulosidad y el rigor de su amplia etapa de reportero (tres fuentes como m¨ªnimo) le ha servido para elaborar una teor¨ªa que se devora con la misma pasi¨®n que requieren las grandes novelas. Durante m¨¢s de tres a?os ha recorrido los escenarios en los que se movi¨® Picasso, ha rele¨ªdo todo lo publicado y ha localizado escritos que, cuando menos, eran poco conocidos. Ha realizado decenas de entrevistas y, sobre todo, ha disfrutado como un loco adentr¨¢ndose en los controvertidos sentimientos del pintor.
?Qu¨¦ certezas nos descubre la novela?. La primera es el viaje a Florencia que Picasso realiza veinte a?os antes de pintar el Guernica, asegura Baltasar Magro. "Hab¨ªa referencias, pero se hablaba siempre de Roma. A la capital italiana viaj¨® con Jean Cocteau para preparar su primer gran proyecto esc¨¦nico: la escenograf¨ªa y vestuario de Parade, encargo de Sege Diaghilev para sus ballets rusos, en los que actuaba 0lga Khokhlova¡±. Se estrena en el mundo de la escena y est¨¢ intentando superar un momento personal duro. En una carta que env¨ªa entonces a su amiga Gertrude Stein, reproducida en el libro, habla de la necesidad de volcarse en algo diferente, de alejarse de Par¨ªs, de la guerra y de la vida mortecina que le rodeaba con muchos de sus amigos muertos o heridos.
Antes de volver a Par¨ªs, decide visitar Florencia para intentar encontrarse a solas con Olga y para recorrer los santuarios de arte antiguo de la ciudad toscana. Hasta entonces, el ¨²nico maestro cl¨¢sico por el que hab¨ªa demostrado fervor era por Leonardo. Lo dem¨¢s no le interesaba. M¨¢s que por desprecio, argumenta Baltasar Magro, por rechazo a las ense?anzas de su padre, ortodoxo profesor de dibujo.
En Florencia permanece tres d¨ªas. El ¨²ltimo, casi por casualidad, visit¨® el palacio Pitti. Dentro, en la galer¨ªa Palatina, descubri¨® una de las obras m¨¢s imponentes de Rubens: Los desastres de la guerra, un lienzo de 206 x 345 cm, pintado por el maestro flamenco hacia 1637, una alegor¨ªa sobre los horrores de la guerra y sobre el dolor y la destrucci¨®n que provoca el odio y la naturaleza animal de los seres humanos. La Guerra de los Treinta a?os, la imposible reconciliaci¨®n de Europa, el sufrimiento de los inocentes, son los temas tan bella como crudamente representados en el lienzo. Y hay muchos elementos de la obra de Rubens que, ciertamente se recrean en el Guernica: los monstruos que representan la peste y el hambre, la mujer que yace muerta en el suelo y personifica la Armon¨ªa, la madre doliente con un ni?o en brazos¡.
Hay muchos elementos de la obra de Rubens que, ciertamente se recrean en el Guernica: los monstruos que representan la peste y el hambre, la mujer que yace muerta en el suelo y personifica la Armon¨ªa, la madre doliente con un ni?o en brazos¡.
Magro cree que no hay m¨¢s que observar ambas obras para comprobar c¨®mo "el devorador de im¨¢genes que fue Picasso, hizo suya la obra de Rubens. Tambi¨¦n le inspiraron Caravaggio, Giotto, Vasaccio, Vel¨¢zquez, el Greco...Coleccionista de casi todo lo que ve¨ªa, uno de sus caprichos eran las postales y sabemos que adquiri¨® tres de la obra de Rubens".
La aproximaci¨®n al Picasso hombre sirve al autor para hablar de la peculiar relaci¨®n con las mujeres que tuvo el artista espa?ol. "Quer¨ªa poseerlas y someterlas". ?Se enamor¨® alguna vez de alguna? "Me aventuro a decir que solo de una: Eva Gouel, a la que Juan Gris defin¨ªa como 'una persona que no parec¨ªa de este mundo' y con la que estuvo poco tiempo porque el c¨¢ncer la mat¨® muy joven. ?l la cuid¨® y sufri¨® por su muerte. Tal vez esa debilidad de ella fue la que le conmovi¨® m¨¢s que en otros casos. Lo suyo fueron pasiones y relaciones tortuosas siempre".
La primera vez que Baltasar Magro vio El Guernica fue en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. "No tengo un argumento para explican por qu¨¦ me conmovi¨® de la manera tan fuerte que lo hizo. Es un alarido que te golpea". Pero no fue en ese momento cuando le naci¨® la idea de escribir el libro. "No s¨¦ cuando fue. Siempre barajo varias ideas y ah¨ª estaba esta".
?Ser¨ªa Picasso consciente de que sus obras seguir¨ªan mandando en el mercado tantos a?os despu¨¦s de su muerte?. "No le sorprender¨ªa", aventura Magro. "Conoci¨® el ¨¦xito muy joven. A los doce a?os pintaba como un cl¨¢sico. Lo hizo todo. En vida los coleccionistas esperaban la venta de sus obras casi angustiados. No, no le extra?ar¨ªa".
Y, ?qu¨¦ opinar¨ªa de la disputa entre el Prado y el Reina Sof¨ªa para exponer la obra?. "El querr¨ªa que el mural estuviera en el Prado".
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