Cambio de juego
Hollywood liberals es el ep¨ªteto con que la Norteam¨¦rica conservadora transmite su desprecio hacia los valores progresistas de la gente del espect¨¢culo en aquel pa¨ªs. Aunque todas las comparaciones son facilonas y reductoras ser¨ªa el equivalente al exitoso desprecio que se expandi¨® bajo la etiqueta de Los de la zeja. Ning¨²n pa¨ªs es original, reconozc¨¢moslo. El pase en Canal + de Game Change resucita en cambio las grandes distancias entre la televisi¨®n americana de cable, con su habilidad para formalizar un relato sobre la actualidad pol¨ªtica y social, y gran parte de la espa?ola emperrada en contarnos la seudobiograf¨ªa latosa de folcl¨®ricas y celebridades.
Te?ida de la distancia ir¨®nica de quienes miran a las bases republicanas como exaltados reaccionarios, el cuento de hadas palurdas que protagoniz¨® Sarah Palin al ser elevada desde Alaska a candidata a la vicepresidencia junto al desbordado McCain cobra fuerza cuando analiza las exigencias del reclamo electoral. En ese circo fundamental para la democracia se entrecruza lo relevante con lo anecd¨®tico, el discurso de calado con la frivolidad fotog¨¦nica. Aunque sin demasiada riqueza visual ni ingenio expresivo, el director de dos Austin Powers y dos Padres de ella, Jay Roach, se beneficia de la calidad de actriz y la asombrosa simbiosis de Julianne Moore con la gobernadora de Alaska. Creacionista e inculta, la Palin real despert¨® la identificaci¨®n sin complejos de una parte de su electorado.
Todo lo que motiva en ella a los votantes del republicanismo profundo es una mina para la s¨¢tira progresista, capitaneada por su imitadora m¨¢s demoledora, la Tina Fay del Saturday Night Live. La telepel¨ªcula retrata el dolor ante esa burla pero tambi¨¦n la fatalidad de un McCain (Ed Harris sobreenvejecido) condenado a una campa?a mezquina y extremista. La reflexi¨®n llega en precampa?a y ayuda a entender la psicolog¨ªa colectiva que manejan Romney y Obama a la hora de completar su cartel electoral. Palin pertenece a la pose antipol¨ªtica de quienes juegan a desmarcarse de un oficio en desprestigio. Engatusar al electorado siempre ser¨¢ m¨¢s rentable que tratarlo como adulto, informado y cr¨ªtico. El nivel de la democracia tambi¨¦n se mide por el nivel de sus candidatos y cuando acepta el disparate retrata el deprimente nivel de quienes estamos al otro lado de la urna.
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