?Fuera todos!
"Otra corrida para la desesperaci¨®n, inv¨¢lida, descastad¨ªsima, sosa, sin h¨¢lito de codicia"
?Fuera del palco!, gritaba al presidente un p¨²blico embravecido ante el empecinamiento del us¨ªa de dejar en el ruedo al muy inv¨¢lido primero de la tarde, un suced¨¢neo de toro, una piltrafa animal, que sali¨® asfixiado de chiqueros, se derrumb¨® en distintos lances de la supuesta lidia y, al final, ofrec¨ªa el pobre bovino una imagen deplorable y deprimente. Pero el se?or presidente entendi¨® que no reun¨ªa condiciones para morir en la soledad de los corrales, y oblig¨® al respetable a un abominable espect¨¢culo.
Pero el gran perjudicado por tama?o error fue el joven Esa¨² Fern¨¢ndez, que lleg¨® para confirmar su alternativa y se encontr¨® con semejante tullido, al que recibi¨® de rodillas en la puerta de chiqueros y, despu¨¦s, en plena protesta y en una decisi¨®n propia de su barbilampi?a madurez, quiso brindar al respetable. La gente se sinti¨® ofendida y se lo impidi¨®, y el muchacho agach¨® la cabeza y devolvi¨® la montera al mozo de espadas. No sab¨ªa el torero que un toro condenado por el pueblo no se brinda. Todos los d¨ªas se aprende algo nuevo.
?Fuera del palco!, continuaba la gente cuando pas¨® a mejor vida el que ya ven¨ªa sin aliento, pero visto lo que ocurri¨® despu¨¦s, no solo habr¨ªa que expulsar al presidente y con ¨¦l a toda la autoridad competente, sino al empresario, al ganadero, a los toreros y a todos los que pululan en torno a este triste negocio.
Otra corrida para la desesperaci¨®n, inv¨¢lida, descastad¨ªsima, sosa, sin h¨¢lito de codicia en las entra?as, y unos toreros g¨¦lidos, conformistas, ventajistas y avejentados.
Esa¨² volvi¨® a recorrer el di¨¢metro del ruedo cuando anunciaron la salida del sexto para hincar de nuevo las rodillas en tierra y recibirlo con una larga cambiada y capotearlo con superficialidad. A la hora del brindis, prefiri¨® un amigo al p¨²blico ¡®desagradecido¡¯ y se puso a dar pases despegados, fuera cacho, hasta que, antes de llegar al minuto y medio, el toro se torn¨® en marmolillo y se apag¨®. Esa¨² representaba ayer al futuro.
Montalvo/Uceda, Mora, Fern¨¢ndez
Toros de Montalvo, -el segundo, devuelto-, correctos de presentaci¨®n, inv¨¢lidos y descastados; el sobrero, de Yerbabuena, flojo, noble y soso.
Uceda Leal: gran estocada (ovaci¨®n); media y un descabello (silencio).
David Mora: dos pinchazos y bajonazo (silencio); estocada ca¨ªda (silencio).
Esa¨² Fern¨¢ndez, que confirm¨® la alternativa: media, un descabello y el toro se echa (silencio); sartenazo (silencio).
Plaza de las Ventas. 11 de mayo. Segunda corrida de feria. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
El pasado corr¨ªa por cuenta de Uceda Leal, por quien parece que no pasan los a?os. Recet¨® un estoconazo a su primero, y se le agradeci¨® como es debido, pero no suelta la frialdad, sus maneras elegantes a la vez que mec¨¢nicas y su dificultad para emocionar. Parece un torero instalado en la salida al tercio; es decir, que hace las cosas bien, pero sin alma. Fino y fr¨ªo ante su muy bondadoso primero, y mec¨¢nico ante el derrumbado cuarto.
Y el presente, aunque preocupante, se llama David Mora. Muy animoso toda la tarde con el capote por ver¨®nicas, chicuelinas y un par de medias de categor¨ªa. Pero, amigo, coge la muleta, y se transforma en un pegapases infumable. Una cosa es cuidarse el cuerpo, y otra rozar el rid¨ªculo. No es f¨¢cil muletear m¨¢s despegado, con menos mando, m¨¢s al hilo del pit¨®n y en contra de toda norma del toreo verdadero. Y, claro, la gente lo nota y, lo peor es que toma nota. No tuvo un lote propicio, pero ¨¦l se empe?¨® en estar a su altura.
En fin, que se vaya el presidente, claro que s¨ª. Al menos, que se vaya alguien; y, detr¨¢s, todos los dem¨¢s. Y el ¨²ltimo que, por favor, cierre la puerta.
OVACI?N: A pesar de tantos pesares, el p¨²blico sigue acudiendo en masa a la plaza.
PITOS: Si la presidencia no defiende los derechos de los espectadores, ?qu¨¦ sentido tiene su existencia?
Canal + Toros (dial 67) retransmite todas las corridas de la Feria de San Isidro.
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