El fatigoso surrealismo de Wes Anderson abre un Cannes con sobredosis de autor
"Tras ver la pel¨ªcula ¡®Moonrise kingdom¡¯, sigo sin pillarle el punto a este director"
Es probable que en la concienciada programaci¨®n de Cannes y en su mimo al cine de autor aparezcan variadas y heterodoxas pel¨ªculas que hablen directa o tangencialmente, de forma realista o utilizando la par¨¢bola, de la crisis, la angustia, el terror y la desolaci¨®n que est¨¢ padeciendo tanta gente en estos tiempos aciagos que parecen eternizarse, pero est¨¢ claro que esa desesperanza no se ha contagiado lo m¨¢s m¨ªnimo al suntuoso escaparate que representa el Festival de Cannes, al lujo ancestral que sigue exhibiendo. La noche anterior al arranque del certamen, cuando se supone que no ha llegado a¨²n el opulento desembarco de ricos y famosos, la estancia fugaz o alargada pero siempre habitual no ya solo de la gente del cine sino de personalidades que disfrutan del estrellato o de fortuna en su profesi¨®n, los restaurantes, hoteles y bares estaban repletos. Ya hab¨ªa cantidad de barcos y yates, un desfile de coches en los que forzosamente tiene que fijarse hasta un ignorante en la materia como soy yo, se?oras con pinta de cortesanas y un cach¨¦ solo apto para millonarios, la sensaci¨®n de que la vida siempre les sonr¨ªe a los mismos, o sea, el Cannes de toda la vida, el espect¨¢culo mundano que deslumbra y tambi¨¦n puede provocar tort¨ªcolis a aquellos que visitan el festival por primera vez.
Al ojear la programaci¨®n descubres que los directores aut¨¦nticamente grandes del cine estadounidense no han rodado ninguna pel¨ªcula este a?o o no la han terminado a tiempo para mostrarla en el festival o han decidido quedarse con ella en su casa. No est¨¢n Scorsese, ni Eastwood, ni Mallick, ni Allen, esos creadores que inevitablemente te ponen los dientes largos ante el bautizo de sus nuevas criaturas. Pero s¨ª encuentras en la Secci¨®n Oficial varios nombres que alguna vez han conseguido la Palma de Oro, como el austriacoalem¨¢n Michael Haneke, el rumano Cristian Mungiu, el iran¨ª Abbas Kiarostami y el ingl¨¦s Ken Loach. Tambi¨¦n otros con pedigr¨ª festivalero o con una obra tan corta como prometedora. Y fuera de competici¨®n, la ¨²ltima pel¨ªcula del apasionante Bernardo Bertolucci, un maestro que llevaba nueve a?os sin rodar. En cualquier caso, te tranquiliza la certidumbre de que Cannes puede elegir eternamente la mejor cosecha del mercado, que incluso en las ediciones m¨¢s leves, pesadas, experimentales, mediocres o transitorias, lo normal es que aparezcan dos o tres t¨ªtulos que dejan huella, que compensan el viaje. Y si solo hubiera aburrimiento o decepci¨®n en las salas, el circo que ofrece la calle est¨¢ permanentemente asegurado.
Lo que igualmente deduces recordando la solemne filmograf¨ªa de muchos de los presentes es que no habr¨¢ excesivas oportunidades de re¨ªrse en el cine, ya que las fr¨ªvolas comedias jam¨¢s han sido el plato preferido de los festivales. Por ello, imagino que han elegido para la inauguraci¨®n la ¨²ltima pel¨ªcula de Wes Anderson, un director que provoca risas, alborozo e hilaridad entre su exquisito ej¨¦rcito de incondicionales, espectadores que guardan admirada y divertida memoria de pel¨ªculas como Academia Rushmore; Los Tenenbaums, una familia de genios; Life aquatic o Viaje a Darjeeling. Desgraciadamente, nunca he logrado captar el encanto de ese universo, me quedo con cara de palo ante sus surrealistas argumentos, sus di¨¢logos rebuscadamente na?f, ese humor entre exc¨¦ntrico y blanco.
En Moonrise kingdom, que as¨ª se titula la ¨²ltima y muy esperada pel¨ªcula de Anderson, me ocurre m¨¢s de lo mismo, incluido el sentimiento de envidia por no poder pas¨¢rmelo igual de bien que mis encantados compa?eros de butaca. En esta ocasi¨®n, Wes Anderson cuenta la fuga en un campamento de scouts de un cr¨ªo supuestamente traumado por ser hu¨¦rfano y no ser querido por las sucesivas familias de acogida y una ni?a de la que se ha enamorado. A pesar de que me esfuerzo no le encuentro la gracia a nada de lo que veo y escucho, su tono sat¨ªrico y alucinado resulta de una soser¨ªa alarmante. Lo que s¨ª reconozco es el m¨¦rito de este director para lograr que actores y actrices muy populares y caros se embarquen en sus delirantes proyectos. Imagino que no lo hacen en plan mercenario sino porque disfrutan enormemente con el mundo de Anderson. Ver al complejo Edward Norton y al dur¨ªsimo Harvey Keitel haciendo de boy scouts puede tener su gracia durante medio minuto pero se evapora r¨¢pidamente. Tambi¨¦n aparecen Bruce Willis, Frances McDormand, Bill Murray y Tilda Swinton. Todos ellos parecen estar felices meti¨¦ndose en la piel de sus fatigosas caricaturas. La capacidad de Anderson para seducir a los int¨¦rpretes con sus marcianos proyectos es indiscutible. Y, por supuesto, ha sonado una ovaci¨®n al terminar la pel¨ªcula. Sigo sin pillarle el punto al genuino y aseguran que genial Anderson, sigo sin entender nada.
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