Talentos sombr¨ªos en paralelo
"Salgo de las atractivas pel¨ªculas de Vinterberg y Haneke con el ¨¢nimo por el suelo, golpeado por sensaciones ingratas"
Imagino que obedece a la casualidad que en algunas ediciones de los festivales un notable grupo de pel¨ªculas reincidan en la misma tem¨¢tica. Y esta no est¨¢ precisamente dedicada a la alegr¨ªa de vivir o a situaciones de comedia, sino m¨¢s bien a alterados y pavorosos territorios ps¨ªquicos que provocan zozobra y miedo. Recuerdo alg¨²n festival en el que se repet¨ªa incansablemente el temible argumento de la pedofilia, en otro se multiplicaban los suicidios y las violaciones. Me llega esa asociaci¨®n a mi deprimido esp¨ªritu despu¨¦s de una jornada demoledora, protagonizada por el director dan¨¦s Thomas Vinterberg y por el austriaco Michael Haneke, este, una verdadera autoridad retratando psicopat¨ªas e infiernos ¨ªntimos en ambientes presuntamente civilizados. Salgo de ambas, y atractivas, pel¨ªculas con el ¨¢nimo por los suelos, golpeado por sensaciones ingratas, deseando que no se perpet¨²e la sobredosis de desasosiego en lo que resta del festival.
Thomas Vinterberg, autor entre otras de la excelente Celebraci¨®n, fue uno de los directores m¨¢s inteligentes y originales de aquel vacuo movimiento que lider¨® Lars von Trier y que se llamaba Dogma. En La caza, que acaba de presentar en Cannes, ya no hay la m¨ªnima sombra de los formalismos de estilo que le exig¨ªa Dogma. Tambi¨¦n ha realizado la mejor pel¨ªcula que he visto hasta el momento en la secci¨®n oficial.
Este a?o el festival no est¨¢ dedicado a la alegr¨ªa de vivir ni a la comedia
Siempre he sospechado de la veracidad de ese dicho popular que asegura que la verdad est¨¢ en boca de los ni?os, los borrachos y los locos. El cine alguna vez ha contradicho esa sentencia maximalista contando que los ni?os tambi¨¦n pueden mentir, como en la tenebrosa Viento en las velas. El protagonista de La caza es un se?or aparentemente c¨¢lido y honrado que intenta reconstruir su vida despu¨¦s de un divorcio a trav¨¦s de un nuevo trabajo en un colegio, una mujer con la que presiente que puede tener futuro, los amigos de toda la vida y un hijo adolescente con el que pretende tener una relaci¨®n cercana a pesar de su separaci¨®n de la madre. Todo ello se va a derrumbar salvajemente por la declaraci¨®n de una ni?a con la que ten¨ªa un trato entra?able, hija de su mejor amigo, en la que afirma que su cuidador le ha mostrado su ¨®rgano viril. Lo que comienza como una sospecha atroz evoluciona hacia la marginaci¨®n del supuesto ped¨®filo en su comunidad, el acorralamiento absoluto que sufre acaudillado por la histeria colectiva, la defensa desesperada de su dignidad por parte de alguien que la ley ha absuelto.
Vinterberg describe admirablemente el acoso que sufre un hombre que ha sido acusado del m¨¢s repugnante de los delitos, la deserci¨®n de la racionalidad cuando todos necesitan cebarse en el falso culpable, la certidumbre de que siempre habr¨¢ alguien que mantendr¨¢ su condena moral sobre el que ha sido v¨ªctima de una calumnia. El director, ayudado por el tormento y la autenticidad que transmite el actor Mads Mikkelsen, te contagia la pesadumbre ante la injusticia que siente el protagonista, su amargo desarraigo de todas las personas en las que hab¨ªa cre¨ªdo. Tambi¨¦n la perturbadora sensaci¨®n de que cualquiera de nosotros podemos formar parte de una horda linchadora contra el adecuado chivo expiatorio y en nombre de las enga?osas apariencias.
Vinterberg describe la persecuci¨®n a un hombre acusado del m¨¢s repugnante delito
El arranque de Amor, firmada por Michael Haneke, es mosqueante para cualquier espectador que est¨¦ familiarizado con el siniestro mundo de su inteligente autor. Haneke nos presenta a un matrimonio anciano que parece estar muy de acuerdo con su vida. Fueron profesores de m¨²sica, regresan a su casa despu¨¦s de o¨ªr el concierto de piano de un antiguo alumno que siente veneraci¨®n por ellos, son cultos y disfrutan de esa cultura, se respetan y se quieren, tienen una hija a la que no le va demasiado bien su matrimonio aunque ello no desequilibre gravemente el refugio o el para¨ªso que se han construido. Y te preguntas viendo esta relaci¨®n feliz en qu¨¦ momento van a aparecer los habituales monstruos de Haneke. El demonio se llamar¨¢ enfermedad, acelerada descomposici¨®n del cuerpo y de la mente, incontinencia, alucinaci¨®n, desesperanza, dependencia absoluta del otro, dolor permanente y lacerante.
La c¨¢mara de Haneke se mantiene durante dos horas en el mismo escenario, en esa casa de techos altos, parqu¨¦ impecable, llena de libros, discos y pinturas, en la que durante muchos a?os se respiraba paz y plenitud. Siguiendo a un hombre que cuida con ternura, impotencia y progresiva desolaci¨®n a la mujer de su vida, que comparte con ella recuerdos felices, sabiendo en el fondo y transmiti¨¦ndonos a los espectadores que su ¨²ltimo acto de amor ser¨¢ irremediablemente tr¨¢gico. Ser testigo de esa tensi¨®n y ese sufrimiento te deja abrumado, con el cuerpo y el esp¨ªritu revueltos, deseando que se acabe y volver a respirar en la calle. O sea, Haneke ha vuelto a lograr lo que se propone con su cine sombr¨ªo, retorcido y perverso.
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