El Fundi o la fuerza del destino
Un grande del toreo, un diestro superlativo, se retir¨® el jueves cabizbajo tras escuchar el tercer aviso
Los h¨¦roes son humanos y, a veces, yerran, pero siguen siendo h¨¦roes. Ah¨ª reside su grandeza.
El pasado domingo, en las Ventas, la realidad qued¨® por un momento distorsionada. El Fundi, un grande del toreo, un diestro superlativo, se retir¨® cabizbajo al callej¨®n tras escuchar el tercer aviso que sentenciaba el deshonor de que te devuelvan un toro al corral. La plaza, incr¨¦dula y doliente; el torero, hundido, y la l¨®gica, rota. Tras unos segundos de conmoci¨®n colectiva, los tendidos irrumpieron en una ovaci¨®n de respeto y aliento al h¨¦roe ca¨ªdo, parapetado en el callej¨®n con la faz demudada.
Era la despedida del maestro de su plaza madrile?a en el a?o en que cumple 25 como matador de toros y se retira de los ruedos; era la celebraci¨®n del cumplea?os feliz de una carrera admirable, de una hoja de servicios intachable; la guinda de la torer¨ªa, la entrega y la afici¨®n aunadas en un ser humano singular que ha escalado pelda?o a pelda?o la cima de la gloria y ha sido reconocido como maestro heroico del toreo.
Y todo qued¨® hecho a?icos con un toque de clar¨ªn que certificaba la debilidad del torero invencible y su imperfecta humanidad.
Fue la suya una dur¨ªsima lecci¨®n de humildad. Injusta a todas luces, inesperada, sorprendente y muy dolorosa, sin duda. Pero el torero.., solo el torero, fue su peor enemigo. El Fundi se equivoc¨® gravemente aquella tarde y pag¨® por ello un muy alto precio.
Nunca debi¨® hacer el pase¨ªllo mientras ca¨ªa un aguacero impresionante sobre Madrid y el ruedo se hab¨ªa convertido en un barrizal. Su categor¨ªa le permite no admitir imposiciones de nadie. Fue, por tanto, torpe, muy torpe. Y, adem¨¢s, un cobarde, como casi todos los toreros, que tiemblan como un cervatillo ante las amenazas de los empresarios. Acept¨® sin rechistar el cambio de ganader¨ªa, esos toros grandones, duros y mansos de Guardiola, y dio un paso al frente en una piscina enfangada. Y todo, por contentar al empresario¡
Y algo m¨¢s: su error es m¨¢s grave porque nadie mejor que ¨¦l sab¨ªa que sus condiciones f¨ªsicas o an¨ªmicas no eran las mejores para solventar con bien un compromiso tan serio. Su actuaci¨®n fue lamentable y rid¨ªcula, impropia de un maestro de su categor¨ªa. Nunca debi¨® permitir que ese cuarto toro se fuera vivo a los corrales. Nunca. Tiene capacidad y poder¨ªo suficientes El Fundi para que esa posibilidad jam¨¢s se hubiera, siquiera, imaginado.
Junto al profundo respeto y el aliento, pues, la honda indignaci¨®n de ver, por un momento, a un h¨¦roe como un juguete roto.
Pero el destino ha querido que El Fundi sea uno de los grandes; el destino como sin¨®nimo de esfuerzo personal, de empe?o, de entrega y de sacrificio. Ha querido que ese toro ¡®Contable¡¯ de 573 kilos sea a partir de ma?ana un recuerdo lejano. Ha querido que El Fundi sea por siempre un catedr¨¢tico del toreo que un d¨ªa, de manera inesperada, se equivoc¨® y ech¨® un borr¨®n.
Cuando Jos¨¦ Pedro Prados El Fundi estaba en la puerta de cuadrillas y ca¨ªan chuzos de punta, quiz¨¢ no cay¨® en la cuenta de que los errores se pagan; o no record¨® aquella frase hist¨®rica de Forrest Gump: ¡®La vida es como una caja de bombones; nunca sabes lo que te va a tocar¡¯.
Si El Fundi llega a imaginar el bomb¨®n amargo que el destino le ten¨ªa preparado aquella tarde, cierra la caja y se da media vuelta.
A pesar de ello, porque as¨ª se ha forjado su destino, seguir¨¢ siendo un h¨¦roe.
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