Broche de oro
"Riccardo Chailly es una persona dialogadora, culta, vital, inquieta" "Escuchar una sinfon¨ªa de Mahler con esta orquesta es un privilegio"
Con un par de conciertos impecables, la orquesta Gewandhaus de Leipzig y Riccardo Chailly han puesto el punto final a la temporada 2011-2012 de Iberm¨²sica, una organizaci¨®n que se mantiene contra viento y marea sin ning¨²n apoyo oficial, con la ¨²nica fuerza que da a sus planteamientos la calidad art¨ªstica. Un a?o m¨¢s, chapeau.
La ciudad de Leipzig impone un respeto musical inmenso. All¨ª se asentaron Bach o Mendelssohn, all¨ª naci¨® Wagner, all¨ª se fund¨® en 1743 por un grupo de comerciantes la orquesta civil m¨¢s antigua del mundo, la Gewandhaus, la misma que ahora nos visita, con una solera del sonido que solamente su propia historia explica.
Gewandhausorchester Leipzig
Director: Riccardo Chailly. Solistas: Leonidas Kavakos (viol¨ªn), H¨¦l¨¨ne Grimaud (piano) y Christina Landshamer (voz). Obras de Shostakovich, Brahms, Ravel y Mahler. Iberm¨²sica. Auditorio Nacional, 21 y 22 de mayo
Los rasgos de car¨¢cter de Riccardo Chailly se manifiestan en su manera de dirigir y en los resultados que consigue con la orquesta. Es una persona dialogadora, culta, vital, inquieta. Es muy instructivo escuchar el concierto en sol mayor, de Ravel, que acaba de salir al mercado con el pianista de jazz Stefano Bollani y compararlo con la versi¨®n que ayer hizo del mismo con la pianista francesa H¨¦l¨¨ne Grimaud. Con el primero resalta los aspectos r¨ªtmicos, con la segunda, los juegos t¨ªmbricos. Siempre hay di¨¢logos esclarecedores que contribuyen al enriquecimiento de la escucha. Como lo hubo el lunes con Leonidas Kavakos en una lectura apabullante del primer concierto para viol¨ªn de Shostakovich. Los solistas se encuentran a gusto con Chailly, son ellos mismos en su plenitud, crean conjuntamente con la orquesta, no se dejan llevar por la rutina en ning¨²n momento.
Escuchar una sinfon¨ªa de Mahler con esta orquesta y este director es sencillamente un privilegio, entre otras razones por su intelectualidad cercana, por una complejidad que se percibe a flor de piel. La Cuarta tuvo en manos de Chailly un ¨¦nfasis l¨ªrico contenido, una vitalidad expansiva. Nada de estridencias, de efectos especiales. Los contrastes din¨¢micos, los juegos de sonoridades, eran los justos. Mahler parec¨ªa as¨ª m¨¢s familiar que otras veces. Por la belleza del sonido, por su inmediatez casi camer¨ªstica. La Tercera de Brahms mueve inevitablemente a la melancol¨ªa oto?al, o primaveral quiz¨¢s. Chailly la complet¨® con una brillant¨ªsima versi¨®n de la Obertura para un festival acad¨¦mico, del propio Brahms, que dej¨® en la atm¨®sfera una inmensa alegr¨ªa de hacer ¡ªy escuchar¡ª m¨²sica. Dos grandes conciertos. En Barcelona se repite hoy, mi¨¦rcoles, el de Brahms y Shostakovich.
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