El misterio de la emoci¨®n
Ymbro/Flores, Jim¨¦nez, Adri¨¢n. No hubo emoci¨®n. Novilleros experimentados, novillos dificultosos y mucho aburrimiento
Valga el ejemplo: retransmiten por televisi¨®n un partido de rugby del Torneo Seis Naciones. Pongamos que juegan Escocia y Francia. Sesenta mil personas abarrotan el estadio escoc¨¦s. Llueve; mejor dicho, diluvia. Cae tanta agua que no se distinguen la pelota ni el color de las camisetas de los jugadores embarrados hasta la coronilla. Da igual el resultado, pero el comentarista insiste una y otra vez en que, a pesar del tremendo aguacero, no se ha movido un alma de su asiento. Los primeros planos muestran los cuerpos empapados de los aficionados, pero todos permanecen firmes con las palpitaciones dibujadas en sus caras.
Pongamos ahora que se celebra una novillada en la plaza de las Ventas. Un novillo encastado no se cansa de embestir una y otra vez; el joven torero consigue dos tandas, una por cada mano, con entrega y ligaz¨®n, y parece por un momento que ha dome?ado la violenta embestida del animal. Pero no surge la chispa, no vibran los tendidos. Tanto es as¨ª que en un segundo se deshace la ilusi¨®n y el recuerdo se olvida con facilidad.
Lo que ocurr¨ªa en Escocia era emoci¨®n a flor de piel. ?Por qu¨¦ no consigui¨® emocionar Sergio Flores en ese primer novillo, encastado y brusco en sus andares, cuando enjaret¨® dos tandas sobresalientes? Un misterio.
OVACI?N: Tres toreros de plata, en el cuadro de honor, Jos¨¦ Luis L¨®pez 'Lipi', Jes¨²s Aguado y Ra¨²l Adrada, por su meritorios pares de banderillas.
PITOS: Decepci¨®n del hierro de Fuente Ymbro; no se aprob¨® la novillada completa y suspendieron los tres lidiados.
La emoci¨®n, al menos en los toros, es el producto de un conjunto de factores que no tienen medida, y que surge como algo m¨¢gico cuando se mezclan, por ejemplo, la fijeza, la nobleza, la templanza y la codicia de un animal con la clase, la personalidad y la calidad de un torero. Nada de esto sucede en el mundo del rugby, y todos llegaron a sus casas chorreanditos a causa de la dichosa emoci¨®n.
Quiz¨¢, lo que le falte a Flores, un joven muy toreado y con condiciones, sea esa personalidad que te hace singular, diferente y sorprendente. Si toreas como los dem¨¢s, aunque demuestres experiencia, no provocas nada. Aun as¨ª, domina con facilidad el capote, tiene valor y se sobrepuso a una tremenda voltereta en el dificultoso cuarto.
Ymbro/Flores, Jim¨¦nez, Adri¨¢n
Cuatro novillos de Fuente Ymbro, -el cuarto, devuelto-, bien presentados; encastado y violento el primero; bravo y brusco el segundo, y peligroso el tercero. Quinto y sexto, de Navalrosal, mansos y sosos; el sobrero, de Ruiz Rom¨¢n, deslucido.
Sergio Flores: media estocada (ovaci¨®n); estocada tendida, _aviso_ cinco descabellos y el novillo se echa (silencio).
Javier Jim¨¦nez: pinchazo, estocada _aviso_ y dos descabellos (ovaci¨®n); dos pinchazos _aviso_ pinchazo y el novillo se echa (silencio).
Fernando Adri¨¢n: dos pinchazos, estocada tendida y un descabello (divisi¨®n); pinchazo y estocada (silencio).
Plaza de las Ventas. 25 de mayo. Decimosexto festejo de feria. Tres cuartos de entrada.
Algo parecido le ocurre a Javier Jim¨¦nez, que da la impresi¨®n de que aprendi¨® a dar pases antes que a andar. Tampoco fue bueno su lote, y ¨¦l, valeroso y bullanguero, no se arredr¨® ante las dificultades; pero su toreo no emociona. Y mira que lo intent¨®, sobre todo ante el sosote quinto, al que le rob¨® una tanda de derechazos de buena factura. Pero no hubo m¨¢s.
El tercer novillo lleg¨® a la muleta con mucho genio y mala casta, y puso en serios aprietos a Fernando Adri¨¢n, que acab¨® pronto con el marrajo. Otro, en su lugar, hubiera planteado una lucha sin cuartel y qui¨¦n sabe si ¨¦l era hoy el protagonista. Pero el novillo era malo de verdad, y soso y parado el ¨²ltimo, con el que solo pudo mostrar buenas intenciones.
Lo triste es que no hubo emoci¨®n. Novilleros experimentados, novillos dificultosos y mucho aburrimiento. Y lo extra?o es que la emoci¨®n la produzcan unos t¨ªos como castillos ba?ados en barro, mientras sesenta mil personas, empapadas hasta el alma aguantan hasta el ¨²ltimo segundo para ver si el mel¨®n entra o no entra. ?Es un misterio o no esto de la dichosa emoci¨®n?
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