La conexi¨®n espa?ola de una leyenda del jazz
Al Foster, exbater¨ªa de Miles Davis, edita un disco con el pianista Albert Sanz
Habla Al Foster (Richmond, Virginia, 1944) de una impresi¨®n que le duele y que explica por qu¨¦ dijo s¨ª al pianista Albert Sanz (Valencia, 1978) cuando se le acerc¨® y sin m¨¢s le propuso grabar un disco. ¡°Estos cabrones chicos de hoy tienen mucha t¨¦cnica¡ todos saben escribir m¨²sica y han estudiado en conservatorios, pero cuando se ponen a tocar es como una competici¨®n a ver qui¨¦n es m¨¢s r¨¢pido¡±. Se detiene y exclama: ¡°?Co?o! ?Son buenos, pero no trasmiten nada! ?No cuentan una historia!¡±.
Aquel d¨ªa que se conocieron en un hotel de Valencia, Sanz le dio una maqueta con algunos temas y Foster la escuch¨®. Le pareci¨® que aquel chico ten¨ªa ¡°alma¡±. Y acabaron en un estudio de Nueva York con el contrabajista Javier Colina grabando O que ser¨¢, un disco con temas en su mayor¨ªa de Chico Buarque e Ivan Lins.
Nacido el 18 de enero de 1944, Al Foster pertenece a un selecto grupo de bater¨ªas de jazz que han enriquecido el g¨¦nero y el instrumento con su personalidad, igual que Max Roach o Jack Dejhonete, a quien sustituy¨® en 1969 en el grupo de Miles Davis.
Foster nunca pas¨® por una escuela ¡ªtodav¨ªa hoy no sabe leer una partitura¡ª pero fascin¨® a Davis por su versatilidad y capacidad de extraer los sonidos m¨¢s exquisitos de sus escobillas, siempre puestas a disposici¨®n del conjunto. Foster grab¨® una docena de discos con Davis, desde el legendario Big fun (1974) hasta You¡¯re under arrest (1985), aunque tambi¨¦n toc¨® con Sonny Rollins, Thelonious Monk y Joe Henderson, entre otros grandes. ¡°Yo siempre trabajo para mi jefe, y eso me alimenta a m¨ª¡±, dice Foster en un descanso en el Caf¨¦ Central de Madrid, donde present¨® recientemente con Sanz y Colina O que ser¨¢. En esta ocasi¨®n el ¡°jefe¡± es Albert Sanz, y la frase ¡°yo siempre trabajo para mi jefe¡±, en boca de Foster, significa que no hay ego alguno; todo lo contrario, la totalidad de su genio y oficio est¨¢n en funci¨®n de resaltar el trabajo del grupo. ¡°En m¨²sica el ego es una estupidez; ser¨ªa muy aburrido que yo dijera cada cinco minutos con mi bater¨ªa: ¡®aqu¨ª esta Al, soy un genio¡±.
Cuenta Sanz que cada vez que escuch¨® a Foster qued¨® d¨ªas ¡°recordando las cosas m¨¢s bellas y divertidas en m¨²sica: una llamada y una respuesta, la melod¨ªa que emana como una fuente inextinguible, el swing que te mece¡±. Y la humildad¡ ¡°Con Al percibes la entrega total¡±.
O que ser¨¢ incluye temas de m¨²sica brasile?a que siempre gustaron a Sanz o que tuvieron una influencia especial en su trayectoria, pero llevados al esp¨ªritu del jazz. Est¨¢ la canci¨®n que da nombre al disco, y Otros sue?os, Mar y luna y Mil perdones (sugerida por Colina), de Buarque. De Lins ¡ª¡°Ivan siempre invita a vivir¡±, seg¨²n Albert¡ª est¨¢n Antes de que sea tarde, Desesperar jam¨¢s, as¨ª como Soberana rosa, del que Sting hizo una versi¨®n She walks this earth. El disco termina con dos perlas, Aula de matem¨¢tica, de Jobim, y Sophisticated lady, un homenaje a Duke Ellington en el que Foster brilla una vez m¨¢s con sus mel¨®dicos solos de bater¨ªa.
En el Caf¨¦ Central alguien pidi¨® al percusionista un solo antes de tiempo. ¡°Oiga¡±, coment¨® luego, ya con un whisky en la mano, ¡°uno no puede llegar adonde est¨¢ una mujer y darle un empuj¨®n, tratarla mal, pues con la bater¨ªa igual, hay que ser gentil, acariciarla¡¡±. De eso trata O que ser¨¢.
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