Con ¨¦l lleg¨® la ambig¨¹edad
El 40? aniversario del disco 'Ziggy Stardust', de David Bowie, lo es tambi¨¦n de la irrupci¨®n de la l¨²dica indefinici¨®n sexual en el rock
Se suele encuadrar The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars -tal es su t¨ªtulo completo- en la categor¨ªa de discos conceptuales. Pero cuesta considerarlo un triunfo de la narrativa musical: se necesitaron las acotaciones de David Bowie para entender lo que pretend¨ªa contar en aquel elep¨¦, publicado el 6 de junio de 1972.
Resumiendo: a la Tierra le quedan cinco a?os de vida. Aparece un redentor, tal vez la encarnaci¨®n de un alien¨ªgena. Ziggy Stardust canta y practica un evangelio de omnisexualidad e intoxicaci¨®n. Malentendido por sus seguidores, estos matan al supuesto salvador (se habla de Suicidio de rock 'n' roll). Ya, ya: improbables los grandes conciertos en ese mundo apocal¨ªptico que carece de electricidad. Al a?o siguiente, en conversaci¨®n con William Burroughs, Bowie hab¨ªa espesado el argumento: Ziggy es despedazado por los infinitos, seres que se mueven a trav¨¦s de los agujeros negros y que resultan ser los hombres de las estrellas. "Dif¨ªcil de escenificar", responder¨ªa un Burroughs poco impresionado.
En Ziggy Stardust coinciden varias vectores, tanto marginales como altamente visibles, caracter¨ªsticos del momento. La idea de un planeta agonizante, popularizada por Rachel Carson en Primavera silenciosa. La fascinaci¨®n por el espacio exterior, alentada por la NASA y manifestada en el ¨²nico ¨¦xito hasta entonces de Bowie, Space oddity (1969). Las propuestas embriagadoras de una ciencia ficci¨®n expansiva. El papel de portavoces del zeitgeist que asum¨ªan algunas estrellas del rock. La fantas¨ªa de una rebeli¨®n juvenil, ya explicitada en pel¨ªculas (La naranja mec¨¢nica, 1971) o novelas como Only lovers left alive, de Dave Wallis (que pudo convertirse en largometraje protagonizado por los Rolling Stones); David se colocar¨ªa al frente de esa te¨®rica insurgencia, con un himno en toda regla, All the young dudes, que cedi¨® al grupo Mott The Hoople en ese mismo 1972.
El propio Bowie era el mejor anuncio de su producto: elegante, locuaz, cordial. Y guapo: piel nacarada, esculpidos cabellos rojizos, el detalle marciano de sus ojos bicolor. Beneficiario de la creciente liberaci¨®n sexual, se hab¨ªa declarado gay a principios de a?o en una entrevista para Melody Maker, ignorando el tab¨² respecto a la homosexualidad que reg¨ªa en el negocio del pop. En directo, arrodillado ante Mick Ronson, parec¨ªa realizarle una felaci¨®n a trav¨¦s de su guitarra Gibson. Pero sin renunciar a su masculinidad: el vestido que modelaba en The man who sold the world (1971) era, insist¨ªa, "un vestido de hombre." A?os despu¨¦s, para consternaci¨®n de muchos disc¨ªpulos, renegar¨ªa de aquella actividad gay.
En los testimonios de sus fans brit¨¢nicos, se repite la epifan¨ªa: aparece Bowie en televisi¨®n, los padres se escandalizan y (parte de) una generaci¨®n se enamora. En contraste con la ropa dominante entre los practicantes y devotos del rock progresivo, David luc¨ªa como un pavo real. Presum¨ªa de dise?ar sus propios modelos pero se beneficiaba de tanta mano de obra desocupada -las boutiques, peluquer¨ªas y zapater¨ªas del swinging London- y desplazada por el imperio del vaquero. Legitimaba un estilo indumentario, el glam, que permitir¨ªa que cazurros como Slade o The Sweet se transformaran en una colisi¨®n de rasos, maquillaje y botas imposibles.
El verdadero Ziggy Stardust
Bowie sit¨²a la inspiraci¨®n para Ziggy Stardust en Vince Taylor. Rockero brit¨¢nico de primera generaci¨®n, se instal¨® en Francia, donde era venerado como un nuevo Gene Vincent (ambos vest¨ªan de cuero negro). Tras tomar LSD, pasmaba a sus fans al presentarse como Jesucristo o uno de sus ap¨®stoles. Termin¨® trabajando en Suiza como mec¨¢nico de aviaci¨®n.
El nombre en s¨ª derivaba de Iggy Pop y de la modelo Twiggy, con la que David se fotografi¨® en la portada de Pin ups. El apellido lo tom¨® prestado de un freak estadounidense, el Legendary Stardust Cowboy, cantante de un solo ¨¦xito (Paralized, 1968).
David era el perfecto Espartaco de la ambig¨¹edad sexual. Como su competitivo amigo Marc Bolan, hab¨ªa usado todos los uniformes: mod, Carnaby Street, hippy. En el mundillo musical, se le trataba con condescendencia e irritaci¨®n: era un maestro de la autopublicidad. En 1970, durante su boda con Angie, lleva el t¨ªpico abrigo afgano del hippismo brit¨¢nico. Pero el detalle relevante es que est¨¢n presentes reporteros y fot¨®grafos de Fleet Street.
El t¨®pico adherido a Bowie es el camaleonismo, esa capacidad para reinventarse visual y est¨¦ticamente. Una mirada m¨¢s detallada revela, sin embargo, su habilidad para mantener existencias paralelas. Seduc¨ªa a hombres con capacidad para firmarle contratos o financiar su carrera, sin ocultar su devoci¨®n por mujeres como la refinada Hermione Farthingale (destinataria de Letter to Hermione) o la propia Angie; el suyo era un "matrimonio abierto". Seg¨²n Tony Visconti, productor que viv¨ªa con ellos en Haddon Hall, marido y mujer compart¨ªan a las "piezas" que cazaban por discotecas; intimidado, Visconti se encerraba en su habitaci¨®n ("seg¨²n avanzaba la noche, quer¨ªan carne fresca"). David brillaba en el c¨ªrculo gay de Lindsay Kemp pero reclutaba a m¨²sicos ce?udamente heterosexuales, a los que convenc¨ªa para que se prestaran al espect¨¢culo: "no soy marica", repet¨ªa un consternado Ronson en sus entrevistas.
Oportunista nato, Bowie ten¨ªa un p¨ªe en el underground y otro en el show business convencional. Se pon¨ªa un traje y acud¨ªa al Festival de la Canci¨®n de Malta, tan cutre como cualquiera de los cert¨¢menes que se celebraban en Espa?a en 1969. Conservaba buenos contactos en el negocio de la edici¨®n musical: como sol¨ªa cantar temas de Jacques Brel, le encargaron traducir Comme d'habitude, ¨¦xito de Claude Fran?ois en 1967; para su eterna frustraci¨®n ("?imagina cuantos millones de libras ha generado!"), se prefiri¨® la hinchada adaptaci¨®n de Paul Anka, que logr¨® que Sinatra lo grabara como My way.
Lo justificaba todo por su dedicaci¨®n a la contracultura: invert¨ªa dinero y energ¨ªa en el Beckenham Art Labs. Los "laboratorios de arte" eran modestos espacios para la exhibici¨®n de artistas underground, desde cineastas a m¨²sicos. Y David era tan underground como el que m¨¢s: actu¨® en la primera Glastonbury Fayre (1971), entonces un evento gratuito, nada que ver con el monstruo actual.
Consumidor ¨¢vido y selectivo de la cultura pop, Bowie se iba desligando de la pauta de Dylan para asimilar el arriscado rock duro de Iggy Pop y Lou Reed, a los que producir¨ªa -de aquella manera- en los a?os siguientes. Quedan testimonios de su querencia por Aleister Crowley o la secta Golden Dawn, de su precoz inter¨¦s por el T¨ªbet. Pero en 1972 decidi¨® que su proyecto art¨ªstico pasaba por transformarse en una estrella tr¨¢gica: Ziggy Stardust. Sumando sus discos de 1973, Aladdin sane y Pin ups, David consigui¨® inyectar una megadosis de adrenalina en el cuerpo fofo del rock de los primeros setenta.
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