?Pobrecilla!
"Le¨ª un reportaje revelador que analizaba el magisterio de Esperanza Aguirre en estrategia populista, su capacidad para desviar la atenci¨®n p¨²blica"
Le¨ª un reportaje tan interesante como revelador en este peri¨®dico que analizaba el magisterio de Esperanza Aguirre en estrategia populista, su capacidad para desviar la atenci¨®n p¨²blica cuando la gente se puede encrespar (aunque habr¨ªa que replantearse el significado del concepto gente al constatar desoladamente que sigue arrasando en las votaciones despu¨¦s de nueve a?os para dirigir la cosa p¨²blica en este Madrid que tanto le gustar¨ªa a Franco en el nada improbable caso de que resucitara) por alguna de las frecuentes barbaridades que escupe su incontinente boquita.
Nadie duda de que esta se?ora es altamente generosa con sus asesores, columnistas y tertulianos en jugosa n¨®mina, o con esa cochambrosa Telemadrid dedicada exclusivamente a hacerle sonrojantes odas a su due?a y a tirarle de las orejas a sus insignificantes enemigos. Pero tanto derroche deber¨ªa estar m¨ªnimamente justificado. Los sagaces cerebros de los mamporreros aguirristas deber¨ªan aconsejarle a la que les procura el sustento que pusiera freno a su libertaria espontaneidad. Puede ocurrir en estos tiempos sombr¨ªos en los que millones de personas deprimidas pasan sus lunes al sol, que alguno de ellos, con poco o nada que perder, con el subsidio de desempleo en agon¨ªa o ya fallecido hace torturante tiempo, se lance a la yugular de alguien que tiene la ofensiva y humillante desverg¨¹enza de afirmar: ¡°Ya no s¨¦ ni cuanto cobro¡±. Una grosera reiteraci¨®n de aquella autodefinici¨®n tan graciosa que vomit¨® hace un par de a?os: ¡°Soy pobre de pedir¡±.
Tal vez esta se?ora pretenda reinventar el surrealismo para dinamitar el universo y admire profundamente a Breton y a Bu?uel, pero deber¨ªa saber que eso puede entra?ar riesgos f¨ªsicos. Que se acuerde de lo que le ocurri¨® a la pobre Mar¨ªa Antonieta, aquella reina con tanto sentido del humor que sugiri¨® que comieran pasteles a los hambrientos que suplicaban pan. Y Divar afirma que sus gastos en Marbella eran una miseria y que no iba a hoteles de lujo, sino de cuatro estrellas. Que divertido es provocar. Pero, a lo mejor, hay que pagar una factura chunga por ello.
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