?Espa?a, Espa?a! Y al cine que le den
Los distribuidores esperan a que pase la Eurocopa para los grandes estrenos
Aconsejaba un poema: ¡°Guarda tus recuerdos y si llegas a viejo, que te sirvan¡±. Imagino que solo se refer¨ªa a los buenos. O a lo peor, tambi¨¦n pueden servirte los malos. Por ejemplo: empiezan a resultarme entra?ables en el recuerdo aquellas colas infinitas y agobiantes en la puerta de los cines, el suspense de si se iban a agotar las entradas cuando solo te adelantaban tres personas para llegar a la taquilla, la ansiosa y humillante s¨²plica de ellas a esos reventas cuya ventajista oferta desde?abas con gesto de hast¨ªo veinte minutos antes. Todos esos inc¨®modos rituales buscando tu droga favorita ya son pasado, hace demasiado tiempo que solo contemplo las salas repletas en los festivales.
Pienso en el antiguo esplendor en la hierba mientras espero que comience la proyecci¨®n de Profesor Lazhar, una bonita y sentida pel¨ªcula canadiense sobre la educaci¨®n que imperdonablemente no hab¨ªa visto en su estreno, ni la semana siguiente, ni la otra. ?Por qu¨¦ esa pereza hacia determinadas cosas que merecen la pena, estrenadas con publicidad m¨ªnima, necesitadas de que alguien hable de ellas? Lo ignoro, pero me siento fatal por mi retraso, por mi irracional desidia. Me ha ocurrido tambi¨¦n con ese sombr¨ªo y devastador retrato de las sectas titulado Martha Marcy May Marlene, o con el horror sin tregua instalado en el cerebro de un esquizofr¨¦nico que describe Take shelter. Bueno, mejor tarde que nunca, que dir¨ªa mi madre. Estoy tan absorto en mi contricci¨®n que no me he enterado de que estoy solo en la sala. Con los t¨ªtulos de cr¨¦dito percibo que ha entrado otro na¨²frago. Debe de ser tan mani¨¢tico como yo. Se coloca en la butaca central de la ¨²ltima fila en una sala vac¨ªa. No hay mosqueo en el sagrado reparto del territorio.
Me ocurre con tenebrosa frecuencia esa soledad extrema en aquellos lugares sagrados que en la prehistoria acostumbraban a estar repletos, cuando los espectadores se re¨ªan o se asustaban juntos. Y sabes que el final est¨¢ cercano, que el cine ser¨¢ un placer exclusivamente dom¨¦stico, que la vieja y siempre milagrosa ceremonia se clausura.
Busco en la cartelera alg¨²n estreno en las ¨²ltimas semanas que me apetezca ver y no lo encuentro. Las distribuidoras saben que luchar contra la Eurocopa, competir con ella, compartir el ocio, es una batalla perdida. Imagino que reservan sus platos fuertes para el anhelado momento en el que la dictadura del f¨²tbol les regale una tregua. Mientras tanto, ofrecen saldos, estrenan para su consumo r¨¢pido a los patitos feos. Pero nadie parece interesarse por ellos, empe?ados en ser autores, carne pat¨¦tica de festivales.
Pero tambi¨¦n constatas su seguridad en que el p¨²blico tampoco va a desertar moment¨¢neamente de ese f¨²tbol y justificada gloria nacional a la que tiene acceso gratis en la televisi¨®n, de las terrazas, de las copas veraniegas en compa?¨ªa, para meterse en la sala oscura a disfrutar de un presumible espect¨¢culo. Se ha estrenado con previsible y notable ¨¦xito en Estados Unidos, Inglaterra y Francia la ¨²ltima pel¨ªcula de Ridley Scott. Se titula Prometheus y cuentan que no es un Scott cualquiera. Cuentan que est¨¢ planteada como un remoto inicio de lo que marc¨® el nacimiento de Alien, aquella criatura interestelar y depredadora que acorralaba a la ¨²ltima superviviente de la nave Nostromo, a la hawksiana e imperecedera teniente Ripley. Cuentan que ha retornado aquel creador de dos obras maestras tituladas Alien y Blade runnner. Se supone que a pesar de la Eurocopa, los cines espa?oles deber¨ªan haber vuelto a llenarse con esta pel¨ªcula. Pero los que controlan el negocio no ven segura esta apuesta. Esperar¨¢n a que los pr¨ªncipes patriotas y el rescatador barbudo dejen de dar euf¨®ricos saltitos con los goles de la selecci¨®n espa?ola para estrenar esa pel¨ªcula que huele a sabrosas recaudaciones. Ojal¨¢ que vuelvan a llenarse los cines, que haya una gran fiesta antes del entierro.
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