Memoria fotogr¨¢fica del paisaje espa?ol
Un archivo re¨²ne 21.000 fotograf¨ªas que muestran la deforestaci¨®n de la Pen¨ªnsula en el XIX Las im¨¢genes recogen los trabajos de la industria maderera y la repoblaci¨®n de montes
Una leyenda aseguraba que en la Hispania romana una ardilla pod¨ªa atravesar la Pen¨ªnsula saltando de ¨¢rbol en ¨¢rbol sin tocar el suelo. En el siglo XIX, a buen seguro que esa ardilla habr¨ªa encontrado dificultades para rascarse el lomo con una ramita seca. Al margen de exageraciones de cuento, los bosques peninsulares sufrieron durante siglos la tala del progreso, que en el periodo decimon¨®nico fue especialmente voraz por la corrupci¨®n que marc¨® la desamortizaci¨®n de bosques de los que se vendi¨® su madera. Un archivo fotogr¨¢fico casi desconocido muestra c¨®mo se repobl¨® de ¨¢rboles esa Espa?a talada. C¨®mo barrancos pedregosos se transformaron en espesos bosques, ramblas des¨¦rticas en vergeles y sierras resecas se cubrieron de manto verde. Es la fototeca del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), organismo dependiente del Ministerio de Econom¨ªa, que cuenta con cerca de 21.000 im¨¢genes, m¨¢s 3.000 sin catalogar.
El impulsor de este proyecto que comenz¨® hace unos 15 a?os fue el hoy presidente de la Sociedad Espa?ola de Ciencias Forestales (SECE), Gregorio Montero: "La fototeca surgi¨® de forma voluntaria, empezamos a reunir fotos viejas que ven¨ªan en las revistas cient¨ªficas. Despu¨¦s fuimos por las provincias pidiendo im¨¢genes, hasta en los colegios. Los archivos que tenemos proceden sobre todo de instituciones pero tambi¨¦n hay de particulares", dice este cacere?o de Cabezabellosa nacido en 1946. "Nuestro objetivo es recoger el cambio del paisaje del pa¨ªs, una memoria hist¨®rica del patrimonio forestal".
Los liberales pensaban que todo el patrimonio forestal deb¨ªa estar en el mercado
En esas fotos en blanco y negro no solo se ven distintas especies de bosques, tambi¨¦n hay campesinos arando, no con tractores, sino con ganado; paisanos con boina y alpargatas empleados en trabajos manuales de repoblaci¨®n, hombres ocupados en tareas para corregir aludes y ramblas y levantar diques, mujeres trabajando en peque?as f¨¢bricas, carros tirados por burros que acarrean madera¡
Montero, ingeniero de montes, ha reunido esta colecci¨®n con la ayuda de solo dos personas, Roberto Vallejo y Ricardo-Ruiz Peinado. Su deseo ahora es disponer de personal para escanear las 3.000 instant¨¢neas que a¨²n no est¨¢n accesibles en Internet.
El retrato que tejen esas fotos de la masa forestal espa?ola muestra los efectos esquilmadores que provoc¨® la prevalencia del poderoso Concejo de la Mesta, la Espa?a ganadera. Adem¨¢s del pastoreo, fueron terribles para los montes "la tala de ¨¢rboles para acciones b¨¦licas y la miner¨ªa", apunta Luis Gil, miembro de la Real Academia de Ingenier¨ªa. De las minas subraya que "para lograr una tonelada de carb¨®n se necesitan cuatro de madera". En los litorales la excusa fue "la pez para calafatear los barcos", mientras que en otras zonas de Espa?a fueron los hornos para fabricar cer¨¢mica los que eliminaron el arbolado.
El bienio liberal
* En ese recorrido hist¨®rico por la Espa?a talada hay un hito. Entre 1854-55, en el bienio liberal, se aprob¨®, apunta Montero, "la desamortizaci¨®n de bienes aristocr¨¢ticos que propici¨® la venta de muchos bosques". Gil recuerda la corrupci¨®n que envolvi¨® este proceso. Los oligarcas se encargaban con sus influencias de que el precio de salida en la subasta fuera bajo. "Los que compraban, pod¨ªan por ley desembolsar solo una parte, el 30%. Entonces talaban ese bosque, vend¨ªan la madera, que era muy apreciada, sacaban el dinero del pa¨ªs y despu¨¦s se declaraban en bancarrota. As¨ª no ten¨ªan que pagar el resto".
Adem¨¢s del pastoreo, fueron terribles para los montes "la tala de ¨¢rboles para las guerras y la miner¨ªa"
A esta burla a la legalidad, le hab¨ªa precedido en 1836 la conocida desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, que sac¨® a la venta bienes eclesi¨¢sticos. "Entonces se produjo una aut¨¦ntica destrucci¨®n de los montes, que est¨¢ registrada, de cuatro a siete millones de hect¨¢reas", explica Montero, que fue cabrero de ni?o. "Los liberales pensaban que todo el patrimonio deb¨ªa estar en el mercado, mientras que los conservadores eran m¨¢s estatalistas". Las miles de fotos del archivo muestran a fines del XIX un paisaje desolador, yermo, de sierras peladas sin una sombra para protegerse del calor.
Este af¨¢n talador empez¨® a cambiar a principios del siglo XX, cuando se aprobaron varios planes de reforestaci¨®n que registra la fototeca del INIA: 1926, 1935 ¡ªsuspendido por la Guerra Civil¡ª y 1938, en plena contienda. "En la zona franquista se aprob¨® una ley que se hab¨ªa intentado poner en marcha en la II Rep¨²blica. Se le cambi¨® el nombre y en marzo de 1941 ech¨® a andar el Plan de Repoblaci¨®n Forestal", a?ade Montero. "Franco vio claro que en un pa¨ªs con tanta poblaci¨®n rural y hambre hab¨ªa que crear trabajo en el campo". Este experto calcula que durante la dictadura franquista (1939-1975) se repoblaron unos 4,5 millones de hect¨¢reas, "y en general con criterios acertados".
A este plan del franquismo le siguieron el nacimiento del movimiento conservacionista, el ¨¦xodo rural y el abandono de la actividad ganadera. Hoy Espa?a tiene "un 54% de superficie forestal (unos 27,5 millones de hect¨¢reas) y es el tercer pa¨ªs con m¨¢s masa arbolada en Europa despu¨¦s de Suecia y Finlandia", concluye Montero. Cifras que quedan muy lejos del erial en blanco y negro retratado en este archivo hist¨®rico y una demostraci¨®n de que bosques como el pinsapar gaditano de Grazalema no siempre fue as¨ª de frondoso.
Babelia
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