De la contracultura a la indignaci¨®n

En Darkness Falls, d¨¦cimo noveno episodio en la primera temporada de Expediente X, los agentes Mulder y Scully se desplazaban al bosque nacional Olympic del Estado de Washington para investigar la desaparici¨®n de un grupo de 30 le?adores. All¨ª se encontraban en pleno cruce de hostilidades entre la guardia forestal y un grupo de ecoterroristas sobre el que reca¨ªan todas las sospechas del enigm¨¢tico incidente. Las t¨¢cticas y el discurso de Doug Spinney, el saboteador ecol¨®gico que se convert¨ªa en el gu¨ªa de Mulder y Scully en el coraz¨®n del bosque, pulsaban la tecla del reconocimiento en todo telespectador norteamericano con cierta memoria de la contracultura: Spinney y su guerrilla de floresta eran uno de los muchos ecos en la cultura popular americana de la novela La banda de la tenaza, de Edward Abbey (1927-1989), que ahora edita en nuestro pa¨ªs Berenice en traducci¨®n de Juan Bonilla y Teresa Lanero. A la obra de Abbey le cabe, asimismo, la distinci¨®n de haber incorporado un t¨¦rmino ¡ªmonkeywrenching¡ª al vocabulario de esa disidencia americana que ha vuelto a activar t¨¦rminos, usos y costumbres propuestos al calor incendiario de la contracultura de los setenta. The Monkey Wrench Gang es el t¨ªtulo original de La banda de la tenaza, publicada por primera vez en 1975 y que tendr¨ªa una secuela ¡ªHayduke Lives¡ª 14 a?os m¨¢s tarde: en ella, un grupo de cuatro saboteadores de contrastados temperamentos y or¨ªgenes libra una guerra a la intemperie con la maquinaria, presuntamente civilizadora, que convierte el paisaje del suroeste de Estados Unidos en devastada fuente de recursos para el ciego avance del capitalismo. Monkey Wrench es el t¨¦rmino anglosaj¨®n, forjado en la jerga n¨¢utica, que identifica a la llave Stillson, instrumento que los personajes creados por Abbey utilizan con frecuencia como contundente palo en la rueda de esos colosales ingenios que agreden el paisaje natural que, para ellos, encarna una Arcadia genuinamente americana. Tras el ¨¦xito de culto que alcanz¨® la novela de Abbey a mediados de los setemta, el t¨¦rmino monkeywrenching se populariz¨® para identificar todo acto de sabotaje no cruento contra los instrumentos del capital. Tambi¨¦n sirvi¨®, ya en los noventa, para alentar un debate ling¨¹¨ªstico alrededor del t¨¦rmino ecoterrorismo, utilizado por vez primera en un art¨ªculo publicado en las p¨¢ginas del diario The Oregonian y, m¨¢s tarde, instrumentalizado por el FBI para demonizar las acciones directas del ecologismo radical. Organizaciones como Earth First!, creada en 1979 bajo la inspiraci¨®n de la Banda de la Tenaza imaginada por Abbey, manifestaron su repulsa al t¨¦rmino, recurriendo a un razonamiento que no resultar¨ªa disonante en las p¨¢ginas de esta novela fundacional: dado que el objetivo de sus actos de disidencia era la maquinaria empleada para atentar contra el ecosistema, el t¨¦rmino ecoterrorismo se antojaba gravemente manipulador, dado que un objeto inanimado no puede ser aterrorizado. Monkeywrenching ¡ªque, en castellano, se traduce por el menos espec¨ªfico sabotaje¡ª, por tanto, se afirmaba como el t¨¦rmino m¨¢s apropiado para identificar una concienzuda estrategia que alentaba da?os materiales, pero evitaba ¡ªy repudiaba¡ª todo da?o personal. Con el tiempo, el monkeywrenching ampli¨® su campo sem¨¢ntico para definir surtidas variedades del sabotaje y el boicot, desde los apagones colectivos orquestados contra las compa?¨ªas el¨¦ctricas hasta algunos ciberbombardeos en las redes sociales. La minuciosa descripci¨®n que ofrece Edward Abbey de pr¨¢cticas tales como la inutilizaci¨®n de bulldozers, la destrucci¨®n de trenes automatizados de carga o la quema de vallas publicitarias posee el suficiente valor pedag¨®gico como para que la obra, adem¨¢s de su fuerza como provocadora obra de ficci¨®n de poderosa musculatura c¨®mica, funcione, asimismo, como Manual de Uso del Anarquista Verde. Tambi¨¦n el movimiento Occupy Wall Street considera La banda de la tenaza como una de sus biblias y las recientes traducciones del libro al franc¨¦s, alem¨¢n e italiano han prolongado su herencia pedag¨®gica en el emergente activismo europeo de la era de la indignaci¨®n: las acciones contra la construcci¨®n de t¨²neles para trenes de alta velocidad en los Alpes adopt¨® las formas del saboteo emprendido por Smith, Hayduke, Abzug y Sarvis sobre las v¨ªas del ferrocarril de Black Mesa. Tampoco resultar¨ªa descabellado decir que este libro publicado en 1975 e ilustrado 10 a?os m¨¢s tarde, en una edici¨®n conmemorativa, por Robert Crumb ¡ªsu trabajo se incluye en la edici¨®n espa?ola, aunque no se usa su extraordinaria portada¡ª es, de hecho, una novela muy 15-M.

No resultar¨ªa del todo descabellado decir que este libro, publicado originalmente en EE UU en 1975, es una novela muy 15-M

La banda de la tenaza se abre en gran plano general: la inauguraci¨®n oficial del puente de Glen Canyon, que une los Estados de Utah y Arizona. Una obra de ingenier¨ªa de 400 pies de largo sobre un barranco de 700 pies de profundidad, con un domesticado r¨ªo Colorado completando el paisaje de una naturaleza humillada por el hombre: la presa de Glen Canyon domina el lugar como colosal emblema de todo el proceso. Mientras las familias esperan, en el interior de sus coches, a que se corte la cinta y se abra la circulaci¨®n entre los dos Estados, las tribus indias, aletargadas por el consumismo ¡ªque ha sido el regalo envenenado del hombre blanco¡ª, contemplan la ceremonia con indiferencia. Abbey parece contemplarlo todo a vista de ¨¢guila ¡ªo de buitre¡ª, empeque?eciendo a las figuras en el paisaje, moldeando la tensi¨®n y el tiempo con habilidad, hasta llegar al gran golpe de efecto que cierra este prefacio: el atentado que rompe el puente en dos. A partir de esa detonaci¨®n de salida, La banda de la tenaza se convierte en un viaje al origen y se centra en la formaci¨®n, estrategias, lances, peligros, aventuras y desventuras del grupo de saboteadores del t¨ªtulo: un m¨¦dico anarquista, una jud¨ªa de armas tomar, un morm¨®n con tres esposas y muy mala fama en su Iglesia y un forajido de raza, veterano de Vietnam, que regresa a casa con el prop¨®sito de convertirse en el Vietcong port¨¢til de quienes le han destrozado el paisaje. Edward Abbey cuenta la historia de ese grupo de corsarios de un Oeste elegiaco con frases de largo aliento, que juegan a relacionar, en sostenidas descargas verbales, individuo, paisaje y fauna. En ocasiones, la exuberancia verbal del escritor convoca llameantes im¨¢genes apocal¨ªpticas: ¡°Todo aquel conglomerado empresarial se esparc¨ªa por el planeta entero como un kraken global (el m¨ªtico monstruo marino de las costas noruegas), tentacular, mirada de piedra y discurso de loro, su cerebro un banco de computadores procesando datos, su sangre el flujo del dinero, su coraz¨®n una dinamo radiactiva, su idioma el mon¨®logo tecnotr¨®nico de los n¨²meros que se imprim¨ªan en las cintas magn¨¦ticas¡± (p¨¢gina 192); ¡°cuando las ciudades se borraran y se hubiesen acabado todos los l¨ªos, cuando los girasoles llenaran las cintas de asfalto y cemento de las olvidadas carreteras interestatales, cuando el Pent¨¢gono y el Kremlin se hubiesen convertido en residencias de ancianos para generales, presidentes y otros cabezas huecas, cuando los rascacielos de vidrio y aluminio de Phoenix Arizona fuesen cubiertos por dunas de arena, entonces, entonces, entonces por Dios puede que por fin hombres libres y mujeres salvajes a caballo, mujeres libres y hombres salvajes a caballo, podr¨ªan vagar a gusto entre las artemisas de aquellas tierras ¡ªmaldita sea¡ª pastoreando el ganado salvaje, y darse atracones de carne cruda y putas v¨ªsceras, y danzar toda la noche a la m¨²sica de violines, y banjos, y guitarras aceradas a la luz de la luna renacida ¡ªs¨ª, por Dios, s¨ª¡ª. Hasta ¡ªreflexion¨® amargamente, sobriamente, tristemente¡ª, hasta que llegara la pr¨®xima era del hierro y el hielo, y los ingenieros y los granjeros y en general todos los hijosdeputas volviesen¡± (p¨¢gina 120). Con la obsesi¨®n por volar la presa como gran norte del supuesto l¨ªder del grupo, el morm¨®n Seldom Seen Smith, los personajes de La banda de la tenaza libran un tenso pulso con su gran n¨¦mesis, el reverendo Love, empe?ado en no pedir refuerzos para, as¨ª, poder cumplir sus ambiciones pol¨ªticas como futuro gobernador. Como sugieren varios elementos del conjunto, los saboteadores ecol¨®gicos de Edward Abbey son, en buena medida, la sucesi¨®n evolutiva de esos forajidos del Salvaje Oeste que ya enturbiaron la fundaci¨®n del capitalismo norteamericano sobre las tierras v¨ªrgenes. Kemosabe, un enigm¨¢tico vaquero que aparece en dos momentos clave de la caudalosa novela, refuerza todos esos ecos. Pero Edward Abbey no propone una mirada pol¨ªticamente correcta sobre la memoria del Salvaje Oeste: para sus personajes, las comunidades nativas traicionaron, con su integraci¨®n en la din¨¢mica capitalista y su consiguiente amansamiento, un entorno que siempre deber¨ªa estar por encima del hombre. El activismo y el compromiso medioambiental fueron esenciales en el discurso de Abbey, pero ni ¨¦l ni sus personajes olvidan en ning¨²n momento el hedonismo, esa voracidad por la vida que lleva a Hayduke, el personaje m¨¢s excesivo del cuarteto, a engullir latas de cerveza como si no hubiera un ma?ana o que mantiene unida a la extra?a pareja formada por Doc Sarvis y Bonnie Abbzug mediante un equilibrado c¨®ctel de afecto y fogosidad, pese a consentidos extrav¨ªos carnales fuera de la relaci¨®n. ¡°No es suficiente luchar por la tierra. Es incluso m¨¢s importante disfrutarla. Mientras puedas, mientras ella est¨¦ aqu¨ª¡±, dijo Abbey en un discurso que pronunci¨® en 1976 ante activistas medioambientales de Missoula y Colorado que llevaba el elocuente t¨ªtulo de ¡°Joy, Shipmates, Joy!¡±.

Esa apuesta por la alegr¨ªa de vivir recorre La banda de la tenaza y transforma la novela concienciada en vehemente ejercicio de ¨¦pica c¨®mica: su cl¨ªmax es una persecuci¨®n delirante que alcanza casi el centenar de p¨¢ginas. El desarrollo de ese tour de force permite a Abbey desplazar la atenci¨®n de un personaje a otro, jugar con el fuera de campo como un h¨¢bil manipulador de las expectativas del lector, pasar de la obcecada mirada de los perseguidores al progresivo desamparo de los perseguidos y, en una de sus m¨¢s afortunadas piruetas, contemplar a los saboteadores desde el punto de vista del ave de presa que se plantea si alguno de ellos ser¨¢ su futuro banquete: ¡°Hay algo mustio y dubitativo en el modo de andar de dos de esas criaturas que le sugiere al buitre la idea de almuerzo, que le evoca el recuerdo de la carne. A pesar de que los cuatro parecen seguir vivos y activos, es una verdad bien sabida que donde hay vida hay tambi¨¦n muerte, es decir, esperanza. Vuelve a dar c¨ªrculos para ver mejor¡± (p¨¢gina 394).

El activismo fue esencial en el discurso de Abbey, pero ni ¨¦l ni sus personajes olvidan en ning¨²n momento el hedonismo

En su pr¨®logo a la edici¨®n de bolsillo de La banda de la tenaza publicada por Penguin en 2004, Robert Redford, que estaba dispuesto a llevar la novela al cine, rememoraba el viaje a caballo de Montana a M¨¦xico que realiz¨® junto al escritor y otros siete acompa?antes a trav¨¦s del sendero que en su d¨ªa recorriera Butch Cassidy. El cineasta recuerda al escritor como hombre de pocas palabras, una presencia casi mineral en la que contrastaba el brillo infantil de sus ojos. Cuando uno de los viajeros glos¨® las bondades de la literatura de Carlos Castaneda frente al fuego del campamento nocturno, Abbey replic¨®: ¡°Siempre he tenido la impresi¨®n de que Castaneda estaba lleno de mierda¡±. No es la ¨²nica an¨¦cdota que alimenta la leyenda de Abbey como provocador nato: a principios de los cincuenta fue destituido de su cargo de editor del peri¨®dico estudiantil de la Universidad de Nuevo M¨¦xico al publicar el art¨ªculo Some Implications of Anarchy en el que escribi¨® que ¡°ning¨²n hombre ser¨¢ libre hasta que el ¨²ltimo rey sea estrangulado con las entra?as del ¨²ltimo cura¡±. Su tesis doctoral versar¨ªa sobre el anarquismo y la licitud de la acci¨®n violenta.

Oveja negra entre los miembros de una progres¨ªa ortodoxa que le consideraba racista por mostrarse cr¨ªtico con la inmigraci¨®n ilegal y machista por su imaginario literario ¡ªBonnie Abzug, poderoso personaje femenino de La banda de la tenaza, podr¨ªa ser el m¨¢s rotundo argumento para su defensa¡ª, Abbey fue considerado por Larry McMurtry el Thoreau del Oeste Americano por el ensayo que supuso su revelaci¨®n: Desert Solitaire, escrito a partir de sus experiencias como ranger del National Park Service en la meseta del Colorado. All¨ª se form¨® su innegociable compromiso con el paisaje.

La banza de la tenaza (The Monkey Wrench Gang). Edward Abbey. Ilustraciones de Robert Crumb. Traducci¨®n de Juan Bonilla y Teresa Lanero. Berenice. C¨®rdoba, 2012. 472 p¨¢ginas. 19,95 euros.